Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de septiembre de 2009 Num: 758

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Conciencias que se alternan
ROGELIO GUEDEA

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IÁSON DESPOÚNDIS

Borges: escribir después del romanticismo
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Petróleo
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La escritura como reinvención del cuerpo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con ÁNGELA BECERRA

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¿Creatio ex nihilo?

Para Arturo Souto Alabarce.

Cuando se discuten los procedimientos estéticos, cuando se medita en las cosas del arte bajo la dicotómica perspectiva de “fondo” y “forma”, no faltan los opinadores que consideran la elevación temática como el meollo de la creación, o quienes suponen que el alambicamiento formal es lo que da sentido al texto artístico. Sin embargo, me parece que en este momento ya vamos quedando lejos de la idea de que los quehaceres literarios pueden separarse en “forma”/“fondo”, “expresión”/“sentido”, “significado”/“significante”, y de que el siglo xxi se encuentra mucho más cercano a la certeza de Italo Calvino de que “fondo es forma” (certeza compartida por autores como Borges y Paz). Si la distinción entre ambos niveles fuera pertinente –salvo para los estudios estéticos, taxonómicos y académicos del caso–, las expresiones “tus ojos son bonitos” y “un tigre bebe el sueño en esos ojos” tenderían a ser más o menos lo mismo, pues la diferencia de sentido sólo estribaría en un asunto atañente a cuestiones formales.

En realidad, el trabajo literario da forma a cosas que andan por ahí (eso que, sesudamente, se llama “el tema” y previamente cuenta con una sustancia peculiar, así ésta sea magmática), lo cual se hermana con la certeza de Montaigne de que se puede escribir sobre cualquier asunto sin que tema ni autor se vuelvan triviales, ensayando el pensamiento y el lenguaje sobre la ardua materia en la que se pretende discurrir. Poesía, novela, cuento, ensayo… Los grandes caminos genéricos pueden surgir de “casi” la nada para construir una edificación. ¿No compuso Beethoven una de sus obras mayores sostenido en el solo apoyo de cuatro notas? La frase latina ex nihilo significa “de la nada” y suele emplearse junto con la palabra “creación”, como en creatio ex nihilo : “creación desde la nada”, que se contrasta con creatio ex materia : “creación a partir de la materia preexistente”, concepto que me parece mucho más adecuado para entender los procedimientos del trabajo artístico.

Podemos imaginar la Nada , pero como seres vivientes estamos sujetos a un Todo histórico que incluye genética, historia, sociedad, cultura y natura, entornos diversos, creencias y muchos etcéteras más, lo cual hace difícil sumergirse directamente en el estado de Nada (salvo imaginación metafísica –donde la Nada sería algo más imaginado que constatado– y el tiempo que antecede al nacimiento y sigue a la muerte, pues me parece que nadie conoce la Nada , si no es mediante alguna metáfora existencial). Como la Nada tiende a ser realmente ininteligible, tiendo a suponer que todo trabajo de creación artística procede del fenómeno creatio ex materia , sea ésta del origen que sea: unas agujas pueden ser motivo para la creación de cierta obra teatral de Hugo Hiriart, La aguja (cuyo tema es la perpetua crisis de cualquier combinatoria de las parejas y donde el objeto del título posee un protagonismo inimaginable); las cuatro notas mencionadas en la quinta de las sinfonías beethovenianas; el blanco abismal en una pintura de Monet, cuyo asunto es un puente nevado sobre un fondo nevado: la pura blancura resaltada con texturas… En ejemplos como éstos se aprecia que la “insignificancia” de un tema adquiere relevancia formal en manos de un autor inteligente, en cuyo oficio se funden “forma” y “contenido”. Disertemos sobre una aguja, cuatro notas y la nieve, y construyamos algo que valga la pena desde el punto de vista estético: eso ya es una táctica abismal.

Claro que ahí están los Grandes Temas: El Nacimiento, El Amor, La Política , La Vida , La Muerte. No impiden recordar la manera como Augusto Monterroso habló de las moscas, como Cortázar habló de la sensación de ser idiota, como Ibargüengoitia habló del día de las madres, ejemplos ensayísticos donde la aparente nadería temática (esas petit riens mozartianas) inauguran el vislumbramiento del aleph borgeano: mirar desde lo microscópico para entender el macrocosmos, sin ningún tedioso aparato crítico (índice, introducción, citas, notas a pie de página, conclusiones y bibliografía), que ofrece “certidumbres” técnicas, mas no –necesariamente– sabiduría. Ninguno de los grandes ensayistas verdaderamente leídos ofrece “aparato crítico”: propone meditaciones, sapiencia y, acaso, belleza. Lo demás lo inventaron Academia y el antiguo Conacyt (el de ahora no se entiende sino en puras exigencias burocráticas).

Se escribe para ser leído. ¿Podrá regresarse a la “simplicidad” del Señor de la Montaña ?: abordar cualquier asunto para ensayarlo, para ensayarse.