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La artista exhibe Dualidades y transformaciones en el Museo Diego Rivera Anahuacalli

Sandra Pani expone el impacto de la mitología prehispánica en sus pinturas

La muestra agrupa óleos, dibujos y textiles bordados por indígenas oaxaqueñas

Foto
La actual exposición de Sandra Pani es resultado de su regreso al recinto creado por Diego Rivera, el cual la marcó cuando era niña y no visitaba desde entoncesFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de septiembre de 2009, p. 7

Dualidad y transformación, exposición de pintura, dibujo y textil de Sandra Pani, que se inauguró ayer en el Museo Diego Rivera Anahuacalli (Calle Museo 150, San Pablo Tepetlapa, Coyoacán), es resultado del regreso de la artista al recinto, el cual no pisaba desde que era niña y que despertó en ella el interés que siempre había tenido por lo prehispánico.

Pani presentó en 1993 la muestra Subsistir, en el Museo Universitario del Chopo, en la cual cuatro de las obras eran representaciones de dioses, con máscaras dobles. Pero no había vuelto a tocar el tema de manera directa. Ahora, inclusive, pasó mucho tiempo dibujando en el Museo Nacional de Antropología.

Las 23 piezas que componen Dualidad y transformación más bien tienen que ver con el impacto del arte prehispánico en la pintora. Para esta exhibición, Pani realizó cuatro óleos que representan el cuarteto de dioses a los que está dedicado el Anahuacalli: Ehécatl (dios del viento), Tláloc (dios de la lluvia), Huehuetéotl (dios del fuego) y Chicomecoátl (diosa del maíz tierno).

Recurrente cuerpo humano

Conocida por su exploración exhaustiva de los vericuetos del cuerpo humano, al referirse a su pintura de Chicomecoátl –tiene una falda de hojas secas en la iconografía azteca– Pani asegura que es la primera vez en 20 años que uno de mis cuerpos aparece vestido. Además, se trata de un autorretrato, ya que me acosté sobre el papel para hacer mi silueta y luego la vestí con la falda. También es la única imagen que tiene tórax rojo: Llevo mucho tiempo dibujando tórax, entonces, está allí mi interpretación del tórax de la flor, especie de traquea donde le salen las costillas.

Entre los variantes de formato que tiene la exposición está un políptico de 36 partes, cuyo tema es la mano, la herramienta principal para hacer algo en este mundo.

Una novedad son las tres piezas de textil. En su deseo de hacer algo relacionado con el museo creado por Diego Rivera para albergar su colección de arte prehispánico, Pani buscó traer esa cultura a la actualidad.

Así fue como, mediante unas amistades, tuvo la oportunidad de encargar a varias indígenas de la sierra mixteca de Oaxaca la realización de tres bordados de sus dibujos: “Ellas me hicieron unas piezas de telar de cintura como si fueran los papeles que uso, el mismo formato de tres metros por 1.10 metros, y les mandé unos dibujos para que los bordaran.

Fue una manera de juntar las manos de las indígenas con las mías. El resultado es una reinterpretación de un dibujo mío. No fue una colaboración en que pudiera estar presente e intervenir mientras lo hacían; simplemente, fue un dibujo hecho especial para que fuera bordado. Usaron tintes naturales para los hilos. Hay que acercarse para ver que son puntadas.

Respecto del título de la exposición, la transformación y la dualidad son temas en los que trabajo desde hace mucho tiempo. Todo cuajó muy bien; hay cuerpos que se transforman en árbol otra vez y aparecen elementos duales, muchas cosas divididas por la mitad. Fue curioso, porque cuando regresé a la mitología prehispánica todo fue dual. Entonces, no sólo formalmente en cuanto a los dibujos, sino también en lo conceptual, como si embonara perfectamente lo que trataba de hacer con el cuerpo dividido y con las presencias de las figuras prehispánicas que tienen dos caras, dos entidades separadas, y cómo trato de buscar el equilibrio entre estos opuestos y lograr una totalidad entre el dibujo, la pintura, la mancha, la línea, lo opaco, lo transparente. Es un diálogo de opuestos que espera lograr un equilibrio.