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Exposición conjunta que se exhibe en San Carlos y en la ENAP

Cuerpos y paisajes del pintor Gerardo Portillo Ortiz integran In memoriam
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de septiembre de 2009, p. 5

A dos años de su muerte, el pintor Gerardo Portillo Ortiz (1937-2007) es motivo de la exposición In memoriam, montada conjuntamente en la Academia de San Carlos y la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), cuyo propósito es revalorar el trabajo del también académico, museógrafo y promotor cultural.

La exposición pretende generar dos espacios complementarios, aunque físicamente divididos, en las galerías de San Carlos (Academia 22, Centro Histórico), cuyo tema es el cuerpo, y en las de la ENAP (Constitución 600, Xochimilco –escuela que Portillo Ortiz dirigió de 1982 a 1985–), cuyo tema es el paisaje.

De acuerdo con la empresa Margen Rojo, de la que Portillo fue socio fundador, la muestra se pensó como una actividad integral, en la que unimos diferentes manifestaciones artísticas, reflexiones científicas, diferentes medios de expresión y distintas tecnologías, todas, con un eje discursivo fundamental: la obra de Portillo.

Ignacio Salazar, director de la ENAP, escribe en el catálogo de In memoriam que el poder clarificador de la obra de Gerardo Portillo surge de los deseos de volar, caminar, detenerse o sencillamente estar atento a una nube, a un pastizal, a las montañas, al silencio surgido de los pinos o los encinos, cuando se calla el viento.

Otros deseos/motivaciones que pulsan en su obra son los del cuerpo, el dolor y el gozo, que en la obra del maestro acaban por fundirse más allá de la dualidad, unificando la esencia de lo humano. Salazar anota que cada momento de la existencia de Portillo ha cedido a la oportunidad para pintar y tener la libertad de otear los paisajes de su intensa vida.

Pasiaje, escenario de fantasías

En 2005, el homenajeado dijo: Mis paisajes son recuerdos que tengo de muchos lugares... el paisaje lo veo como algo humano, que permite al espectador evocar sueños y fantasías. A través del paisaje dibujas el campo, como te gustaría que fuera, y refleja lo que eres y cómo te ven los demás.

Además, Portillo siempre pintó y dibujó el cuerpo humano, masculino y femenino, completo o fragmentado, sano o herido, bello o putrefacto. Según la información proporcionada por Margen Rojo, cuya directora, Ofelia Martínez, curó la exposición, Portillo no utilizó el cuerpo como soporte; ya los nuevos inquisidores del siglo XXI hicieron el cuerpo del artista suyo. Trabajar estos dibujos permitió a Portillo transformar el papel blanco en respaldo metafórico del cuerpo. Sus últimos dibujos de figura son autorretratos estremecedores de su cuerpo mutilado, herido, de su vientre abierto.

Al final de su vida, el cáncer, primero de colon y después en el hígado, por metástasis, lo acechó durante dos años y ocho meses.

Portillo tuvo que luchar contra la opinión de sus padres, quienes no veían futuro alguno en que su hijo se dedicara a una carrera tan poco productiva como la pintura.

Su vida en la ENAP lo marcó para siempre. En su formación contó con maestros como Antonio Rodríguez Luna, Francisco Moreno Capdevilla, Carlos Alvarado Lang, Luis Nishizawa y Antonio Ramírez.