Opinión
Ver día anteriorSábado 5 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Salón Palacio

La aleccionadora historia del Fondo de Cultura Económica

S

e sabe que el Fondo de Cultura Económica (FCE) cumple este mes 75 años de pequeñas y grandes historias editoriales. Quizá la referencia más simbólica e ininterrumpida sea la del poeta y editor incansable Alí Chumacero, pero la lista de directores de esa noble institución, que en su nombre lleva el reto, ha plasmado la pauta de una política editorial del Estado mexicano, más allá (ese ha sido el ideal) de intereses comerciales. Es decir, la construcción del más inteligente, profundo, creativo, plural y sobre todo económico fondo editorial auspiciado por el gobierno mexicano para los jóvenes, en primer lugar, y después para todos los mexicanos. La lista de títulos de esta noble institución es significativa de lo mejor de lo que han sido nuestras letras (los títulos publicados se pueden leer en cualquier catálogo), pero en el caso de esta columna incorrecta, interesa sólo advertir dos momentos de la historia de la editorial como ejemplo de contrastes: la llegada del ex presidente Miguel de la Madrid –quien se dedicó a publicar gruesos e inútiles volúmenes de bitácoras institucionales de los funcionarios de las dependencias burocráticas de su sexenio– al frente de dicha institución, y el posterior arribo de una enjundiosa joven editora que dimensionó el potencial del FCE.

Esta opinión no debe ser entendida como complacencia ante el poder, pues Consuelo Sáizar ha sido certera en su capacidad de reinventar la presencia nacional e internacional del FCE, lo cual se advierte de manera simbólica en dos librerías cuyas dimensiones y proyección hubieran parecido un sueño hace muy poco tiempo: la Rosario Castellanos (antes el cine Lido) y la que recientemente estuvo de fiesta en Bogotá, Colombia (dicen los que han tenido la suerte de conocerla que es bellísima). Sin olvidar su sede en Madrid. Ahora, Consuelo, por sus éxitos al mando del FCE, es presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, encomienda presidencial que no necesariamente es lo que ella esperaba. Pero aceptó el reto, sabiendo que es una responsabilidad compleja, en la cual a quienes menos debe escuchar es a sus corifeos. Sus adherentes críticos aún esperamos respuestas concretas. Pero lo más importante ahora es celebrar…

Congreso Internacional del Libro

El ambicioso y fascinante proyecto del Congreso Internacional del Mundo del libro, planeado por Consuelo Sáizar para celebrar dignamente los 75 años del Fondo de Cultura Económica, ya estaba muy avanzado antes de su emergente nombramiento al frente del CNCA. Tampoco se contaba con los insensibles (y demagogos) recortes presupuestales a la cultura. Sin embargo, el programa de dicho congreso es históricamente inédito por la presencia de personalidades del mundo editorial y literario, como Robert Danton, Franklin Martins, el gran editor barcelonés Jorge Herralde, Fernando Savater y un largo recuento de especialistas, sabios, académicos y escritores mexicanos, a quienes no debo mencionar para no evidenciar mis predilecciones. Pero el nivel de los criterios de selección ha sido inteligente y propositivo. Esto comenzará el lunes 7 en la sede del FCE (Carretera Picacho Ajusco). Sabemos que habrá ideas deslumbrantes (también posturas ya reiteradas) para todo público y fantásticas cenas privadas a las cuales esperamos ser invitados.

Otra vez esta maldita felicidad

Este es el alucinado y mágico eslogan que anuncia al mezcal oaxaqueño Pierde almas, fundado justo hace un año por el imaginativo e incorrecto pintor (gringo-oaxaqueño) Jonathan Barbiere, y cuyo aniversario se celebró en el bello estudio de la fotógrafa Nora Parellón, artista provocadora de lo más sutil y descabellado de la creación. Hay testigos de esa magia, ¿verdad, Lorenzo (pensador de intensidades)?