Opinión
Ver día anteriorJueves 3 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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En manos de Lutero
U

no de los reclamos sostenidos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ha sido el control para sí de la educación nacional. Lo ha logrado gracias a la alianza con gobiernos panistas, y el costo para los niños mexicanos es, ha sido y será impagable: entregar al SNTE la Secretaría de Educación Pública es poner la Iglesia en manos de Lutero, como dirían los entendidos. El arreglo político entre los panistas y el liderazgo magisterial es una ironía de la historia.

El combate contra el sindicalismo priísta, como el que encarnaba el SNTE en el pasado, fue una de las banderas de Acción Nacional, que no se cansaba de denunciar los abusos de este sindicato, su presencia como obstáculo a la libertad de enseñanza, su subordinación a intereses políticos inmediatos, la corrupción de los mecanismos de contratación de los maestros, la incompetencia, la ausencia de compromiso con la educación de los niños. En fin, la lista era bien larga. Asimismo, el PAN representaba para el magisterio mexicano de origen revolucionario, el enemigo del conocimiento, de la razón, el defensor del oscurantismo clerical y de los curas que en los años 30 ordenaron cortar las orejas de los maestros de la educación socialista.

Cambió el partido en el gobierno, hace años cambió el liderazgo sindical, pero nadie se atrevería a afirmar que el SNTE ha cambiado. Muchos de los vicios que se le señalaban antes siguen presentes, pero ahora realzados por la fuerza política sin precedente que ha adquirido. Sin embargo, parecería que la organización tomó por sorpresa a los panistas, que fue una novedad para Vicente Fox y lo es ahora para Felipe Calderón, porque le han descubierto unas virtudes democráticas que a los demás se nos escapan. ¿Qué no fueron compañeros de tertulia Fox y Elba Ester Gordillo en aquello que se llamó el grupo San Ángel? Seguro entonces tuvieron oportunidad de medirse el uno al otro.

Tan grande es la capacidad de influencia del SNTE que para promover sus intereses muy particulares tiene un partido en la Cámara, un antiguo secretario de Educación en una de sus curules, el control nepótico de la subsecretaría de enseñanza primaria, algunas gubernaturas, y una lideresa más fuerte y decidida que decenas de políticos, que luce siempre como una Juana Gallo de punta en blanco y a la última moda.

Desde su posición de poder el SNTE trabaja según sus prioridades: primero, más poder y dinero para el liderazgo sindical; luego, mejores sueldos para los maestros, más vacaciones para los maestros, mejores prestaciones para los maestros, menos horas de trabajo para los maestros, nada de evaluaciones para los maestros, y, por favor, que a nadie se le ocurra cursos de actualización ni molestias de ese tipo, porque los maestros están muy ocupados. Es más, si de reformas educativas se trata, que sean con material conocido porque nada consume más tiempo que los esfuerzos de renovación. Por cierto, nada de nuevos libros de texto que tengan temas difíciles, como Asia y África, porque no hay bibliografía; y, según carta de Pilar Candela a La Jornada (02/9/09), los de libros de ciencias deben contener información manejable para maestros cuya formación científica deja mucho que desear. En estas condiciones, cualquier material que les sea desconocido resulta inadmisible.

La defensa de los intereses de los agremiados es la razón de ser del sindicato. Por esa misma razón Elba Ester Gordillo es una gran lideresa. Nadie duda que la guía de sus acciones es el bienestar de los agremiados del SNTE, así que mal haríamos en reprocharle que cumpla con su misión. El problema de fondo es que el éxito que ha tenido puede medirse en la profundidad de la brecha que separa los intereses de los maestros de los intereses de los niños mexicanos que necesitan más horas de clase, menos paros magisteriales, mejores materiales de trabajo, enseñanzas que respondan a los avances contemporáneos del conocimiento. Los niños mexicanos necesitan maestros que les enseñen a leer y a entender lo que leen; a escribir y no de oídas, sino a partir de lo que leen. ¿A quién le importa que estos niños hablen náhuatl o inglés como segunda lengua, si no conocen el español? Si nuestros niños llegan a la secundaria con una caligrafía incomprensible, incapaces de verbalizar una idea, de comprender un texto, aunque puedan leer sólo juntando sílabas y formando palabras, la prioridad es el español. Enseñar bien a leer y escribir es enseñar a pensar.

La fuerza del SNTE ha crecido en relación inversa al mejoramiento de la educación nacional. El fortalecimiento del sindicato de maestros lo que ha demostrado es que sus intereses son distintos, y hasta se contradicen con los intereses de los niños mexicanos. Es preciso recordar que no hay maestro sin alumno; y que un magisterio así de ensimismado pierde su razón de ser, se vuelve otro grupo de interés, uno más totalmente absorto en la lucha por el poder, para el cual los niños no pasan de ser una ruidosa molestia.