Opinión
Ver día anteriorLunes 31 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jazz

Suite para piano a solas de Enrique Nery

C

ómo le hace Enrique Nery para lograr esos niveles de exquisitez y sutileza en el piano es lo de menos. Lo realmente importante es que ahí están, que son una realidad cotidiana en las presentaciones del maestro, ya con su propio grupo, ya acompañando a alguna voz, o bien en aquellas sesiones iniciáticas en las que sólo se dan cita el músico y el instrumento (y tú que te quedas quieto, agazapado en las estrecheces de un teatro o girando feliz en la inmensidad del tocadiscos).

Escuchar a Nery al piano es uno de esos placeres que dan sentido y cauce a los días, y su más reciente disco, Piano a solas –el undécimo en su haber–, se cocinó en estos términos. Hay entonces al menos tres motivos para festejar. Uno, que después de cinco años el pianista nos entrega un nuevo cedé (el anterior fue Mexicanista, de 2004). Dos, que en esta nueva entrega regresa al plan solista (no lo había hecho desde Solo Sessions, de 2002). Y tres, el más importante, que Enrique está vivo, bien y de buenas.

Muchos de ustedes recordarán que en 2007, en las mazmorras de la clínica Londres, el maestro había sido desahuciado sin más ni más. Afortunadamente, varios amigos encabezados por Iraida Noriega no se dieron por vencidos y fueron a pedir ayuda al doctor Gustavo Reyes Terán, lo trasladaron al Instituto Nacional de Nutrición y, después de cinco semanas en coma, volvió en sí y hoy está tocando mejor que nunca.

De esta epopeya de ida y vuelta en la barca de Caronte, Enrique Nery compuso una conmovedora suite para piano a solas en seis movimientos: La enfermedad, Cama 31, Trolebús, La calma, La recuperación y La gratitud. Con Cama 31 sientes que te asfixias, con La recuperación se te humedecen las neuronas, pero llegando a La gratitud la humedad se enterca en pasar a los ojos. Pero hay más, por supuesto.

Es sorprendente cómo logra tomar La feria de las flores, hacer a un lado los bigotes de Luis Aguilar y poner en la mesa un tema virtualmente nuevo. Están también las baladas universales The more I see you y I’m getting sentimental over you (dedicada ésta a Erick Montenegro), una estupenda medley de Michel Legrand y un buen manojo de temas propios dedicados a la familia, en los que resalta, por derecho propio, la melancolía de Allá en la Bufa, para mis papás (el padre de Enrique es Roberto Nery, célebre músico zacatecano que durante un buen rato se hizo cargo del clarinete en la orquesta de Luis Arcaraz). El disco cierra con Vals antiguo, que muestra a plenitud cómo algo puede tener nada que ver con el jazz y embonar a la perfección en su contexto.

Piano a solas es una producción de Germán Palomares Oviedo y Nery –amigos apenas siempre–, bajo el patrocinio de la Fundación Sebastián AC, y lo puedes encontrar, a veces, en algunas cafebrerías del sur de la ciudad de México. Urge una distribuidora de todos estos materiales. Y urge también que a alguien se le ocurra editar el dúo de pianos que se aventaron Enrique Nery y Jorge Martínez Zapata en el Festival Nacional de Jazz. Por cierto que este último fue seleccionado para recibir la Medalla Juan José Calatayud el pasado viernes 14 de agosto, en el cierre del Jazzfest 2009, allá en Jalapa. Más que merecida.

De última hora nos enteramos de que Enrique Nery tuvo que suspender el concierto que iba a ofrecer, con Patricia Carrión, el pasado 22 de agosto en El Convite (este pequeño foro de enorme calidad). Resulta que el pianista sufrió una fuerte descompensación en la presión arterial y tuvo que ser atendido de emergencia. Afortunadamente, todo está bien ahora. Y la nave va. Salud.