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Escuchar a Mozart es caminar, aprender: avanzamos: Abbado
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Retrato de Mozart (arriba) y sobre estas líneas el director Claudio Abbado, en imágenes tomadas del cuadernillo del disco Mozart symphonies
Periódico La Jornada
Sábado 8 de agosto de 2009, p. a15

Mozart sigue siendo noticia. El domingo anterior desplegamos en estas páginas la nueva partitura del autor austriaco.

Nueva porque no la conocíamos. Por ventura y como un símbolo, muchos músicos teclearon en sus pianos esas notas, retratadas a todo espacio en La Jornada.

Y así, también como un símbolo, la luz que esparce Volfi Mozart se manifiesta de maneras diferentes. Por ejemplo en una secuencia de discos con los que el director italiano Claudio Abbado festejó su cumpleaños 75 y, en lo íntimo, la felicidad de vencer por el momento al cáncer.

La curación de Abbado sucedió por gracia de la magia, del amor, de lo que los maestros budistas denominan sukha, la felicidad verdadera.

Su cura comenzó con el contacto con los jóvenes venezolanos, documentado en un bello filme, Tocar y luchar, donde él, sir Simon Rattle, Plácido Domingo y otras celebridades lloran de emoción ante el prodigio de los niños y los jóvenes en actos comunitarios de amor, haciendo música.

Junto a la Orquesta de la Juventud Bolivariana, Abbado convive también con otro par de orquestas integradas por jóvenes, que él fundó: la Orquesta Mahler en Lucerna y la Orquesta Mozart en Bolonia.

Es con la orquesta juvenil italiana con la que Abbado realizó esta serie de grabaciones mozartianas, de las cuales recomendamos dos: el álbum doble dedicado a cinco de las 41 sinfonías de Volfi, y otro par de discos en una sola caja, dedicada a los cinco conciertos para violín y la Sinfonía Concertante, para violín y viola.

Reluce por su belleza la lectura prístina, alegre, dúctil, el fluir en vuelo de Abbado con estos materiales prodigiosos.

No es su primera incursión desde luego en Mozart, pero sí la más luminosa, grácil, no sólo experta y diestra sino inefable. Alcanza un verdadero estado de pureza, que es justamente el más íntimo y cabal sentido de lo mozartiano. La pureza, la claridad, ese estado de gracia que nos vuelve gráciles, ligeros en el sentido de la liviandad que conduce a seres libres, capaces de alcanzar el vuelo en vigilia y en los sueños. Porque la música de Mozart es también un estado de ensoñación perenne.

En el cuadernillo del álbum dedicado a las sinfonías, Abbado responde a preguntas periodísticas. Lo más relevante de esa entrevista, además de las indicaciones técnicas, las consejas de estilo, fraseo, respiración, es su convicción, certeza y confirmación de que escuchar a Mozart es aprender.

Dice Abbado que escuchar a Mozart toda su vida, estudiarlo, dirigir sus obras, significa caminar. Y caminar es aprender, avanzar, ser mejores personas. No solamente mejores profesionales. Mejores personas.

La música, confirma el maestro Abbado, es un camino pleno de descubrimientos. Nos descubre en estas grabaciones, por ejemplo, el espíritu de la danza que anima las sinfonías de Volfi, su capacidad de brindarnos luz, de iluminarnos el camino. Una manera directa de lograr iluminación. El fraseo, apoya, es un aprendizaje sin fin con Mozart. La articulación una manera de narrar.

Después de escuchar estos cuatro nuevos discos con música de Mozart recibimos muchas lecciones de Claudio Abbado. Quizá la más importante consiste en confirmar que caminar es aprender, avanzamos porque aprendemos. Y eso brinda alegría.

Sukha.