Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de julio de 2009 Num: 751

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El lenguaje erótico y lo humano
JUAN MANUEL GARCÍA

La igualdad de los muertos
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ entrevista con JUAN GOYTISOLO

Ricardo Garibay: cómo se escribe la vida
RICARDO VENEGAS

Buscar la aventura
J. M. G LE CLÉZIO

50 aniversario del movimiento ferrocarrilero
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA

Haruki Murakami: el adolescente que fuimos
JORGE GUDIÑO

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

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El Mono de Alambre
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La igualdad de los muertos

Miguel Ángel Muñoz
entrevista con Juan Goytisolo

A la memoria de José Ángel Valente,
cómplice de estas conversaciones


Juan Goytisolo.
Foto: José Carlo González/archivo La Jornada

Conozco a Juan Goytisolo (Barcelona, España, 1931) desde hace más de ocho años, y casi siempre me cita en el Hotel Oriente donde se hospeda cuando para en Barcelona, o en el restaurante Amaya, en plena rambla cerca de los lugares donde ha pasado gran parte de su vida. “En el Raval –dice Goytisolo– hago un viaje de mil vueltas alrededor del mundo sin moverme de mi sitio.” Autor de una obra narrativa absolutamente singular dentro del ámbito de las letras, y que siempre ha sabido salirse de los caminos trillados de la literatura, a la que contribuyó a sacudir con su trilogía formada por Señas de identidad , Don Julián y Juan sin tierra , con otras atípicas que se han vuelto fundamentales: Paisajes después de la batalla, Las virtudes del pájaro solitario, Telón de boca, Las semanas del jardín, o con su díptico autobiográfico formado por Coto vedado y En los reinos de Taifa . La idea de publicar sus obras completas es de la editorial española Galaxia Gutenberg, que la ha comenzado a editar con los primeros cuatro tomos de obra narrativa, y uno de ensayos políticos y literarios, donde se recupera su excelente libro Paisajes de guerra. Sarajevo, Argelia, Palestina, Chechenia. A finales de 2008 fue galardonado con el Premio Nacional de Letras Españolas y publicó la novela El exiliado de aquí y allá (Galaxia Gutenberg), donde rescata al protagonista de Paisajes después de la batalla, obra que retrata con humor sulfúrico la vida en el barrio mestizo del Sentier, en París. En ese afán siempre polémico, Goytisolo visita y revisa temas que le son afines desde sus obras primeras: revisiones críticas de la historiografía española, la reivindicación de la tradición cervantina, la apuesta por el mestizaje de las culturas y la oralidad de la escritura, la inserción en la tradición occidental de las voces del Oriente Próximo y la recuperación de las formas heterodoxas de abordar el conocimiento literario: “A mis casi setenta y ocho años, sigo aprendiendo palabras y más palabras como un estante, aun a sabiendas de que desaparecerán inexorablemente conmigo. No sé si ello es un síntoma de inquietante inmadurez o el resultado de la divisa socrática grabada en el frontón de Delfos, y que traducida dice simplemente: conócete a ti mismo”

– En sus casi ochenta años de vida y de viajar por casi todo el mundo, de haber ido y venido de diferentes guerras como la de Chechenia y Sarajevo, ¿considera que la única igualdad que ha visto es la de los muertos entre sí?

–Sí, desde luego. Es la única igualdad; hay que tenerlo claro, para poder dar ese paso. Aunque se maltrata mucho a los muertos. He tenido bastantes experiencias en zonas de guerra para ver cómo los vencedores maltratan a los muertos de los vencidos. Y creo que eso hoy se debería de entender, de tener más claro. Incluso, hay que tener en cuenta que una de las memorias históricas más maltratas es la de los muertos y ese concepto hay que cambiarlo.

– Al pasar por múltiples territorios difíciles no sólo de la vida, sino también de la creación ¿cree que Juan Goytisolo se conoce y reconoce bien?

–Creo que todas las existencias son brillo y oscuridad, no sólo la mía. Esta es la triste realidad con la que me enfrento hoy a mis casi ochenta años. Por ejemplo, en el texto de Telón abierto hubo mucha amargura al comienzo de la redacción, pero esa redacción me llevó seis años, y al final creo que simplemente hay lucidez. Lo que procuré en su tiempo, quizás como homenaje a ella [se refiere a la muerte de su esposa, Monique Lange ] es buscar la belleza del texto, a través de las palabras. La poesía es un vehículo del lenguaje que tal vez es más profundo que la filosofía. Pienso, por ejemplo, en Hölderlin o Nietzsche. La novela debe buscar un equilibrio muy difícil entre la poesía y el argumento o trama. Hay novelas que están escritas para ser adaptadas al cine, son simple argumento. Pero las novelas que me interesan se decantan más hacia la música de las palabras, la belleza del lenguaje, hacia algo que no es simplemente el argumento. Pero hay que lograr un equilibrio, y este equilibrio en verdad es complicado.

– En estos primeros tomos de sus obras completas, se reedita una de sus novelas más críticas Don Julián (1966), ¿cómo ve la evolución histórica, cultural y política de la España de esos años a la de estos momentos?

–Desde luego hay muchos cambios, no sólo en España, sino en el mundo entero. Todo va cambiando, aunque muchas cosas sean para mal. Don Julián , más que una crítica a la historia general de España, es una crítica de la mitología española. Yo lo que pretendía era explicar el contra mito de la historia española. No hay datos históricos que hablen de la invasión árabe. Un historiador asturiano mostró que el primer testimonio sobre la batalla de Covadonga fue de un monje franco que lo tomó de la leyenda de Palas Atanea. Se trata de volver la leyenda al revés, como hicieron Zorilla o Espronceda. El episodio de la Biblioteca de Tánger, en la novela, no era un ataque a los clásicos, sino a la interpretación neventayochista y retrocastellanista de los clásicos, que hoy es muy diferente y diverso.

– ¿Considera que esta trilogía fue un experimento constante con el lenguaje?

–Sí, lo fue en un momento de escritura; es decir, en ese tiempo yo trataba de hacer un tipo de escritura difícil y muy diferente a la literatura de mi generación, no sólo española, sino europea. Hay escritores poco conocidos que están haciendo lo que yo entiendo por literatura y no encuentran salida. Yo les digo que no se preocupen, porque si yo me llamara Juan López y hubiese enviado el texto de Don Julián ahora a cualquier editor, estoy seguro que lo rechazarían. Estoy convencido de que nadie se atrevería a publicarlo.

– Usted es un viajero incansable y ha vivido en diversas ciudades de Europa, pero creo que las ciudades que más le gustan son París y Marrakech. Ahora también se reedita Carajicomedia , quizás su comedia más irreverente y provocadora, una autobiografía de su experiencia en los barrios de París ¿ Le siguen gustando los “bajos fondos” de sus ciudades favoritas?

–Creo que fue Severo Sarduy quien, en su última aparición pública en el Instituto del Mundo Árabe, en un homenaje que se me realizó, intervino con ese humor que tenía y dijo que yo debía ser proclamado san Juan de Barbés-Rochechouart, el santo del barrio árabe de París. Después del Evangelista, del Bautista y de San Juan de la Cruz , yo quiero pasar a la historia como san Juan de Barbés-Rochechouart, pues me fascinan los barrios y su mundo urbano, clandestino. Ahora estoy en Barcelona y me encanta.