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Soldados allanan domicilio en Morelos, destruyen muebles y amenazan con volver

En la búsqueda de armas y droga el Ejército tortura a una familia

Lucía Gómez y su hijo narran ante organismos de derechos humanos horas de maltrato

“Los militares me pegaban en la cabeza y me preguntaban por la banda de Los Pelones

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Retén militar en Jiutepec, Morelos, entidad en la que el Ejército ha intensificado los operativos en los municipios conurbados. Imagen de archivoFoto Rubicela Morelos
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 26 de julio de 2009, p. 27

Cuernavaca, Mor., 25 de julio. Lucía Gómez Adame, de 57 años, y su hijo Andrés Zamora Gómez, de 27, dieron a conocer a organismos defensores de los derechos humanos del país e internacionales que elementos del Ejército Mexicano allanaron su casa, torturaron y amenazaron a su familia con el pretexto de que buscaban armas y drogas, además que les exigieron información sobre el paradero de una banda criminal denominada Los Pelones.

En declaración ante la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y Amnistía Internacional, señalaron que los soldados rompieron el portón de su vivienda, en la calle Obradores número 45, colonia Ampliación Vicente Guerrero, del municipio de Jiutepec, Morelos, e irrumpieron a las 00:30 horas del sábado y se retiraron hora y media después.

Gómez Adame narró que los militares se abalanzaron contra sus hijos Andrés y José Natividad Zamora Gómez , y su yerno Jorge Hernández Jardón; los ataron de manos y pies, les taparon la cabeza con fundas color verde olivo y les lanzaron agua con una jarra para que confesaran dónde vendían o dónde estaba la droga y las armas, las que no hay en el lugar. También les exigieron que les dieran información sobre Los Pelones.

Entraron unos 15 soldados, todos estaban cubiertos de la cara, de negro, y llevaban armas largas que yo no conozco de qué calibre. No tocaron la puerta, sino que la tiraron a patadas y encontraron a mis hijos cuando estaban cenando y viendo la televisión, luego de regresar de sus trabajos, afirmó.

Agregó que un uniformado le dijo a uno de sus hijos que ya se lo había cargado la fregada. Yo espantada les decía que no los golpearan, que no habían hecho nada. Uno de los soldados encapuchados me gritó que no me metiera y que mejor les dijera dónde estaban las armas y la droga.

Enseguida, dijo, a ella la empujaron dentro un cuarto donde se encontraban sus nueras y sus nietos, a quienes les hacían las mismas preguntas. En la misma habitación estaban llorando y espantadas mis nietas Diana Michel, de ocho años, y Andrea Margarita, de dos. También estaban mis otros nietos, Diego de dos años y medio, y Eduardo de cuatro.

Además, se quejó de que los militares abrieron sus muebles, de los cuales sacaron toda su ropa y pertenencias.

Por su parte, Andrés Zamora señaló: “me estaban ahogando con una funda con la que me taparon la cabeza y me echaban agua con una jarra, no podía respirar y estaba amarrado de las manos, sentado. Los militares me pegaban en la cabeza y me preguntaban por la banda de Los Pelones, que ellos sabían que de mi casa habían visto salir una camioneta blanca de esa banda, pero yo sólo tengo un coche Datsun 1982, blanco. Les dije que no sabía nada. Que por qué me golpeaban. Que me dedico a trabajar. Pero no paraban de preguntar por la droga y las armas”.

También escuchó que patearon a su hermano José, a quien sacaron de la casa y lo tiraron en la calle, atado de manos, con una funda de trapo en la cara.

Acotó que uno de los militares dijo que ellos sólo hacían su trabajo, y yo les pregunté que si así era su trabajo, torturarme sin deber nada. No respondió, pero dijo que iban a volver”, recordó Andrés.

Los soldados llegaron al domicilio en un camión que dejaron a unos metros de la entrada al domicilio, dijo Lucía Gómez; después se dispersaron por calles y azoteas. Mientras estuvieron en casa de la familia Zamora Gómez, otros soldados detuvieron a varios vehículos que pasaron por el lugar y los dejaron ir luego de revisarlos.

Denuncia de activista

La activista Juliana Quintanilla García dijo a nombre de la Comisión Independiente de los Derechos Humanos que el incidente implicó allanamiento de morada, violación a la garantías de seguridad, tortura física y sicológica, daños, robo y violaciones a los derechos de los menores que habitan ese domicilio.