Ciencias
Ver día anteriorSábado 13 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

En México, de las 22 mil variedades conocidas, 980 están en riesgo de desaparecer

En peligro de extinción, cerca de 100 mil especies vegetales

El Jardín Botánico de la UNAM, a 50 años de su fundación, es el instrumento más importante para evitar la pérdida de biodiversidad

En su colección resguarda más de mil 500 plantas

 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de junio de 2009, p. 2

Se calcula que entre 60 mil y 100 mil especies vegetales están en riesgo de desaparecer del planeta, debido a la explotación excesiva, la destrucción y transformación de los ecosistemas, pero también por los efectos del calentamiento global. Tan sólo en México, de las 22 mil variedades de plantas conocidas, más de 980 están amenazadas o en peligro de extinción, por lo que requieren de protección especial.

Ante este escenario, Javier Nieto Caballero, director del Jardín Botánico (JB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmó que a 50 años de su fundación, esta área se ha convertido en un importante instrumento para evitar la pérdida de diversidad biológica, pero también para profundizar en el estudio y conservación de la flora endémica del país.

Destacó que el JB de la UNAM es considerado el más importante de México, por el tamaño y calidad de sus colecciones, donde resguarda más de mil 500 especies, en su mayoría nativas, a las que se suman más de 400 plantas madre de familias consideradas en riesgo o peligro de extinción.

Alberga las colecciones nacionales de crasuláceas –plantas arbustivas y herbáceas que crecen en regiones áridas–; agaváceas –árboles, arbustos y plantas arrosetadas que crecen en sistemas semiáridos, como el agave–; y una de las más grandes de cactáceas, de las cuales se conocen cerca de 800 especies en México, y más de la mitad son endémicas, por lo que se ubica entre los jardines botánicos más reconocidos de América Latina.

Los jardines botánicos, indicó, tienen un papel muy importante para intentar detener, e inclusive revertir, el riesgo de extinción de algunos organismos, pues entre sus principales finalidades está la protección de géneros y familias vegetales fuera de su hábitat natural.

En entrevista con La Jornada, dijo que hoy tenemos una oportunidad para recordar, que pese a los grandes avances tecnológicos, aún falta saber más sobre cuántos tipos de plantas existen y dónde están.

Sin embargo, señaló que son espacios poco conocidos y valorados por la sociedad. El apoyo que reciben por parte de instituciones educativas y del gobierno es escaso; muchos sufren para sobrevivir. Hay jardines que se fundan y a los pocos años desaparecen por falta de presupuesto. En la UNAM, indicó, no es que se haya tenido suerte. Es el resultado de un trabajo de años, desarrollado por mucha gente.

Medio siglo de historia

En enero de 1959, Faustino Miranda, destacado botánico hispano-mexicano, fundó uno de los proyectos científicos más ambiciosos para instalar de forma definitiva el JB en Ciudad Universitaria, campus inaugurado en noviembre de 1952, y al que seis años más tarde se trasladaría el Instituto de Biología –del cual depende el JB–, luego de ocupar como sede la Casa del Lago, en Chapultepec.

Foto
Foto
Foto
En el jardín de la universidad se tienen más de 400 plantas madre consideradas en riesgo y alberga diversas variedades de crasuláceas, agaváceas y cactáceasFoto José Carlo González

La iniciativa contó con el apoyo de investigadores como Manuel Ruiz-Oronoz y del entonces secretario general de la máxima casa de estudios, Efrén del Pozo, quien diseñó un vivero de propagación de plantas ornamentales, por lo que junto con estudiantes de biología y un nutrido grupo de jardineros y peones, iniciaron las primeras jornadas de recolección.

En el grupo de pioneros que salió a recorrer gran parte del país en busca de ejemplares únicos de la flora, se encontraba Antonio Valdés García, integrante del equipo de ocho jardineros fundadores, quien a más de 13 años de su jubilación, en mayo de 1995, aún acude diariamente al JB para seguir apoyando en lo que se pueda para cuidar lo que considero como mi segunda casa.

Su ingreso a la UNAM, recuerda, fue gracias al apoyo de mi papá, quien ya trabajaba aquí. Llegue a lo que más tarde sería el jardín, haciendo tareas de peón. Teníamos que madrugar mucho porque Ciudad Universitaria no era como ahora, estaba todo muy lejos y la hora de entrada era a las siete de la mañana, y había que venir preparado para limpiar el terreno y sembrar.

Recuperar tesoros vivos

Destacó que junto con especialistas como Faustino Miranda y Ruiz-Oronoz, nos íbamos a recorrer los estados. A veces en jornadas de un día y en otras hasta de un mes para recolectar las plantas. Fue una etapa muy bonita, de mucha camaradería, porque todos trabajábamos parejo.

Al igual que Valdés García, quien laboró durante 45 años en el JB, donde ocupó distintos cargos desde peón, jardinero, almacenista y bodeguero hasta oficial de servicios, el investigador Hermilio Quero Rico, señaló que como estudiante de biología también me sumé al proyecto para crear el JB, y salíamos durante semanas en un camión para poder recolectar distintas especies.

Eran largas jornadas, con temperaturas que superaban los 45 grados, y con viajes hasta Chihuahua y Sonora; no era sólo ir y venir. Teníamos que hacer una selección cuidadosa del ejemplar y protegerlo durante el trayecto de regreso, lo que hacia aún más pesado el camino, porque de eso dependía su supervivencia, señaló.

A medio siglo de su creación, Caballero Nieto reiteró que el JB de la UNAM tiene “mucho camino por recorrer, sobre todo porque aún no sabemos con exactitud cuántas plantas nos falta por conocer y estudiar.

Ese es el gran reto, seguir abriendo caminos al conocimiento, sin olvidar que otro de nuestros grandes objetivos es la conservación de especies, y en particular, de aquellas que están en riesgo.

En el futuro, agregó, hay proyectos muy importantes, como recuperar las colecciones de orquídeas y plantas medicinales, además de impulsar un mayor acercamiento de la ciudadanía en general a uno de los tesoros vivos más importantes, no sólo de la UNAM, sino del país.