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La violencia del crimen organizado permea en la convivencia diaria entre alumnos, advierten

Sicarios de narcotraficantes, modelo para niños en primaria zacatecana

Un grupo de menores jugaban a ser Los Zetas; encapuchados, atacaban a otros estudiantes con pistolas de perdigones de plástico

La fuga de Cieneguillas, principal tema de conversación

Foto
Una de las pistolas de plástico decomisadas a estudiantes de la primaria Villa de Guadalupe que jugaban a ser integrantes de la banda de sicarios Los Zetas y disparaban perdigones de plástico a otros alumnos del plantel. Estos juguetes, algunos provistos de cartuchos de aire comprimido, poseen mecanismos similares a los de las armas verdaderasFoto Alfredo Valadez Rodríguez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 9 de junio de 2009, p. 29

Zacatecas, Zac., 7 de junio. “Somos Los Zetas y ya estamos aquí”, fue el letrero que, al inicio del pasado ciclo escolar, los niños del Colegio Villa de Guadalupe encontraron pintado con marcador negro en los baños de su escuela.

La escuela privada, de más de 700 estudiantes, se encuentra en el municipio conurbado de Guadalupe. Aunque las pintas con mensajes y groserías son relativamente comunes en las paredes de los sanitarios, las nuevas no eran típicas: “El que no es Zeta es puto” o “Los Zetas mandan”.

Luego, la amenaza se materializó. Un grupo de 18 niños, todos de sexto grado (ninguno mayor de 12 años de edad) y del mismo grupo, iniciaron un juego: al sonar el timbre del recreo, a las 11:30 horas, todos se pertrechaban en el baño. De sus mochilas sacaban pasamontañas negros, guantes de tela y pistolas de perdigones de plástico.

Una vez disfrazados de Zetas, entraban a algunos de los salones vacíos y en los pizarrones pintaban leyendas que, al reanudarse las clases, leían todos los alumnos y las maestras con asombro: “Arriba Los Zetas, putos”. Así lo hicieron tres días seguidos.

El hecho fue narrado a La Jornada por un menor de quinto grado y uno de sexto, con el consentimiento de sus padres y la presencia de ellos. Las autoridades de la escuela confirmaron el suceso, pero se negaron a dar detalles.

Realidad y ficción

Cuando los 18 niños Zetas salían al recreo, tomaban las posiciones asignadas por su líder, al que le gustaba que le llamaran El Chapo, en alusión a Joaquín Guzmán Loera, el líder del cártel de Sinaloa que, paradójicamente, es el principal enemigo del cártel del Golfo, al que pertenecen Los Zetas.

El niño mencionado repartía los puntos de vigilancia: dos en la puerta principal del colegio, uno en el pasillo general, cuatro en las esquinas del patio principal, dos en la sala de audiovisual, cuatro en las escaleras y dos en las puertas de los baños. El resto deambulaba por el colegio. Además de sus pistolas de balines y capuchas, cuatro llevaban radios portátiles de juguete tipo walkie-talkie.

Si chocabas con ellos durante el recreo, les hablabas o les preguntabas algo te disparaban un balín y te empujaban. Donde te disparaban te quedaba rojo, relató uno de los niños.

“Te decían groserías: ‘putos’, ‘cabrones’ y todas esas cosas… Traían sus bolsitas de plástico llenas de balines rojos”, recordó otro.

Cuando la dirección del colegio se enteró, citó urgentemente a los padres de los 18 involucrados para informarles que los menores quedarían suspendidos tres días.

Los sancionados se calmaron tres semanas, pero varios volvieron a llevar sus pistolas de perdigones al colegio. Ese día se convocó a una junta general.

El problema de los niños que jugaban a ser Zetas en el Colegio Villa de Guadalupe terminó, pero las pintas en los baños siguen apareciendo esporádicamente: Los vamos a matar. Otra, con pintura roja, decía: Aquí está la sangre de uno que yo maté, según los entrevistados.

Los 18 niños que jugaban a ser Zetas ya dejaron la primaria e ingresaron a diversas escuelas secundarias de la ciudad, privadas y públicas. Eso es lo que preocupa a las autoridades educativas del estado.

Temen ser levantados o asesinados

Ana Dávila, profesora del Colegio Villa de Guadalupe, dice que la violencia en las escuelas es reflejo de las conductas negativas que muchos niños aprenden, sobre todo en la televisión.

Dijo que tanto la dirección como la planta docente de esa escuela están preocupados, pues han observado que la exposición a información sobre inseguridad y narcotráfico en las aulas provoca un fuerte impacto emocional en los niños.

Ahora que ocurrió la fuga de reos del penal de Cieneguillas, nos sorprendió que durante varios días el principal tema de discusión de los niños dentro y fuera de los salones fuera la fuga. ¡Saben cómo sucedió, con detalles!

En este caso “hay un problema con los adultos, que no permiten que el niño se enfoque en su edad. Inconscientemente, los dejan sufrir el bombardeo informativo de los acontecimientos sin explicarles causas ni efectos.

“Luego nos encontramos con niños preocupados, con temor a la vida. No quieren salir porque tienen miedo de morir, de ser baleados, secuestrados, levantados, porque los padres no los orientan bien, los dejan solos frente a temas en los que a veces lo mejor sería no involucrarlos”, agregó Ana Dávila.

De otra forma, traen violencia a la escuela, y tenemos niños que se la pasan dibujando en sus libretas muñequitos peleando. Hemos detectado niños que se duermen en el salón porque es común que sus padres les permiten ver televisión hasta la una de la madrugada, y no duermen bien. Todo esto tiene un reflejo y un costo, apuntó.