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Entregaron información a La Habana durante 30 años: Departamento de Justicia

Arrestan a un ex alto funcionario de EU y su esposa, acusados de espiar para Cuba

El caso reventaría el proceso de acercamiento entre ambos gobiernos, consideran analistas

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Hillary Rodham Clinton, secretaria de Estado estadunidense, durante una conferencia de prensa que ofreció ayer con el ministro de Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu, en Washington. Tras el revuelo que causó la detención de los dos supuestos espías, la funcionaria ordenó una operación de control de dañosFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 6 de junio de 2009, p. 17

Nueva York, 5 de junio. En lo que podría ser un revés dramático al proceso de acercamiento entre Washington y La Habana, el gobierno de Estados Unidos anunció hoy el arresto de un ex alto funcionario del Departamento de Estado y su esposa, acusados de espiar para Cuba durante casi 30 años.

Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers (de 72 y 71 años de edad, respectivamente) fueron detenidos el jueves pasado por agentes de la FBI y presentados hoy ante un tribunal en Washington, acusados de conspiración para actuar como agentes ilegales del gobierno cubano y para comunicar información clasificada al gobierno cubano, destacó el Departamento de Justicia.

Kendall Myers se jubiló en 2007 como analista principal sobre Europa, del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado, donde tenía autorización para acceder a documentos de alta clasificación secreta. Comenzó su carrera en el Departamento de Estado en 1977. Antes fue académico. Su esposa fue asistente legislativa del senador James Abourezk, de Dakota del Sur, en los 70. Se casó con Myers en 1982, en Washington, donde trabajó para un banco local y no contaba con ningún acceso a datos oficiales clasificados.

David Kris, procurador general asistente para Seguridad Nacional, declaró hoy que la actividad clandestina alegada en los documentos de acusación, que se extendió durante casi tres décadas, es increíblemente seria y debería servir como advertencia a otros en el gobierno estadunidense que traicionaran la confianza de Estados Unidos al servir como agentes ilegales de un gobierno extranjero.

Eric Boswell, secretario asistente de Estado para Seguridad Diplomática, declaró que ese tipo de casos, en los cuales se filtra información clasificada, es una amenaza seria para la seguridad de nuestra nación.

El Departamento de Justicia acusa a los Myers de ser agentes de Cuba desde 1979 y de transmitir información clasificada por varios medios. Se les señala, además de realizar numerosos intercambios con agentes cubanos, de entrevistarse con el presidente Fidel Castro en 1995, viajando en esa ocasión a Cuba, vía México, con nombres ficticios.

Según los documentos presentados por el gobierno ante el tribunal, Myers viajó a Cuba en diciembre de 1978 a invitación de un oficial que trabajaba en la misión de Cuba en Nueva York. Y eso, de acuerdo con la suposición de los agentes del FBI, dio oportunidad al servicio cubano de inteligencia para evaluar y reclutar a éste como agente.

Unos seis meses después del viaje, el mismo oficial de la misión de Cuba en Nueva York los visitó en Dakota del Sur. En esa ocasión la pareja aceptó laborar como agentes clandestinos del gobierno cubano. El servicio de inteligencia de la isla, se alega, instruyó a Kendall Myers a buscar empleo en el Departamento de Estado o en la CIA.

Mucha información contenida en la acusación formal fue generada durante una operación encubierta que el FBI realizó contra los Myers en abril de este año. Una fuente del FBI se presentó como oficial de inteligencia cubano y entró en contacto con los Myers diciendo que había sido enviado por otro oficial de la isla, a quien mencionó por su nombre, y explicó que por los cambios tanto en Cuba como en el gobierno de Estados Unidos deseaba platicar con él. Lo felicitó por su cumpleaños y le regaló un puro.

En las citas posteriores con el agente encubierto, los Myers acordaron ofrecer información sobre los nuevos oficiales estadunidenses encargados de la política hacia América Latina y sobre la Cumbre de las Américas en Trinidad. Durante esas reuniones, casi todas en bares de hoteles en Washington, los Myers conversaron con la fuente encubierta de la FBI acerca de sus contactos y trabajo en el pasado con los cubanos, incluyendo sus comunicaciones clandestinas vía radio de onda corta, reuniones en México con oficiales cubanos y sus intentos de actuar con suma precaución.

También le contaron cómo habían sido reclutados por el servicio de inteligencia cubano, cómo les fueron otorgados sus nombres en clave –él era Agente 202 y ella Agente 123– y cómo habían realizado numerosos viajes para reunirse con agentes de la isla en México (Distrito Federal, Cancún, Chichén Itzá, Guadalajara), Trinidad, Argentina, Brasil, Ecuador y Jamaica, así como en algunas ciudades europeas y en Nueva York. De igual forma, sobre su encuentro con Fidel Castro y las formas en que entregaban información confidencial de Estados Unidos a los cubanos.

La FBI sostiene que cuenta con información que corrobora la transmisión de mensajes por radio de onda corta, viajes a los países mencionados y correos electrónicos en 2008 y 2009, entre ellos a un sospechoso representante del servicio de inteligencia de Cuba en México.

Se afirma que una revisión a la computadora de Myers en el Departamento de Estado reveló que entre agosto de 2006 y su jubilación en 2007, éste leyó más de 200 documentos de inteligencia clasificados sobre el tema de Cuba, a pesar de que su trabajo formal estaba dedicado a Europa, entre otras evidencias sobre su labor como agente de los cubanos.

Aunque Myers mantuvo un bajo perfil público, provocó revuelo en 2006, cuando se atrevió a criticar en un foro académico la supuesta relación íntima entre George W. Bush y Tony Blair en torno a la guerra contra Irak y cómo eso había sido un fracaso, que a la vez llevó al primer ministro británico a desperdiciar su papel en la historia, ya que nunca hubo reciprocidad de Washington en la defensa de la guerra de Bush. El Departamento de Estado reprobó sus comentarios y consideró castigarlo, mientras los medios británicos registraron ampliamente las declaraciones de un funcionario cuya jefa era Condoleezza Rice.

Un observador veterano de la relación bilateral entre Washington y La Habana comentó a La Jornada que no le sorprende esta noticia: parece que cada vez que hay acercamiento entre los dos gobiernos, ciertas agencias del gobierno estadunidense buscan la manera de entorpecerlo.