Espectáculos
Ver día anteriorMartes 19 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Recibida con pocos aplausos y abundantes abucheos, causa polémica entre la crítica

Sacude Lars von Trier a Cannes con su largometraje Anticristo

Es un sueño muy oscuro, de culpa, sexo y violencia, pero sin ningún código moral específico, dijo el realizador danés

Looking for Eric, de Ken Loach, el contraste: tragicomedia con final feliz

Foto
El actor estadunidense Willem Dafoe, Lars Von Trier y la actriz francesa Charlotte Gainsbourg, durante la exhibición de la películaFoto Ap
Especial
Periódico La Jornada
Martes 19 de mayo de 2009, p. 8

Cannes, 18 de mayo. Provocador y brutal. Divertido y sencillo. Dos estilos diametralmente opuestos se exhibieron ayer en la conquista de la prestigiosa Palma de Oro. Ganador de varios premios en Cannes, el director danés Lars von Trier retornó al festival para escandalizar con Anticristo, una pesadilla enfocada en la sicosis que desarrolla un matrimonio en la dolorosa tarea de asumir la muerte de su hijo, de sólo tres años.

El británico Ken Loach, también laureado en este importante escaparate de la Costa Azul, logró, en cambio, bajar la tensión y devolver el buen humor a los presentes con Looking for Eric, entretenida ficción construida alrededor de la figura del célebre jugador francés de futbol Eric Cantona, alma del Manchester United en los años 80. Con justa razón, la película de Loach cosechó el aplauso más intenso y prolongado de lo que va de esta edición del certamen.

Anticristo, que fue recibida con escasos aplausos y abundantes abucheos por la crítica mundial, ha sido, según su autor, su mejor ejercicio terapéutico. Se trata de una cinta inclasificable, un auténtico puñetazo en el estómago, la provocación llevada a los máximos niveles, en un crescendo de horrores eróticos y violencia sanguinaria, interpretada por Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg.

Reacciones encontradas

Me llegó de la mano de Dios. Y es que soy el mejor director del mundo. Los demás están sobrevalorados. Estoy seguro de que todos piensan en el fondo lo mismo, pero ninguno lo dice, comentó irónicamente el realizador, provocando reacciones encontradas entre los periodistas presentes en la conferencia de prensa. Entonces, señor Von Trier, ¿cómo justifica la inclusión de un horror como el suyo en la sección principal de un festival tan serio como Cannes?, fue el detonante de la ráfaga de preguntas de tono agresivo que enfrentó el cineasta.

El filme es un sueño muy oscuro que habla de culpabilidad, sexo y violencia, pero no tiene ningún código moral específico, sólo lo que podríamos llamar elementos esenciales del guión, explicó el danés, uno de los directores más mimados de este certamen. Pero los elementos de los que se nutre la cinta son realmente disgustantes, perturbadores en exceso: mutilaciones genitales, piernas taladradas, sexo explícito y violento, agresiones sadomasoquistas.

Es un viaje al infierno que arranca con un magnífico prólogo, imágenes en blanco y negro armonizadas por una maravillosa pieza musical de Haendel, que narran la trágica muerte del pequeño mientras la pareja copula en la ducha. Le siguen tres capítulos del vía crucis, ambientados en la cabaña de un bosque recóndito y brumoso a la que la pareja llama Edén. El lugar es aterrorizante para la protagonista, por lo que se encierran ambos precisamente allí, la raíz del mal, para intentar resolver sus conflictos internos; ella, atormentada por la culpa; él, terapeuta solidario y amante. La naturaleza colabora mostrando su lado más inquietante: es sugerida por la historia como el templo de Satanás.

Lars von Trier (autor de Bailar en la oscuridad, Los idiotas, Mandalay, Dogville, Rompiendo las olas), creador del movimiento Dogma 95, que desafió todas las reglas cinematográficas establecidas, es considerado uno de los directores más insólitos de su generación y tiene dividida a la crítica entre quienes aseguran es todo un genio y los que discrepan de sus propuestas extremas muy personales, a pesar de su indiscutible virtuosidad técnica.

En contraste, Ken Loach, de aspecto frágil y diminuto, gentil y tierno, se mostró muy complacido por la acogida de su cinta. El cineasta de los marginados ingleses retrata la historia de un hombre común, fan del Manchester en general y de Cantona en especial, quien se cuela en sus ensoñaciones para guiarlo en sus problemas. Digna obra de la casa Ken Loach: cálida, entretenida, muy bien dirigida, pero predecible. La cinta es una tragicomedia con final feliz. El drama y el humor se pueden unir perfectamente en una historia, porque la vida es unas veces triste y otras feliz. Lo importante es contar la historia desde el corazón, lo más apegada posible a la realidad, señaló el realizador. Y agregó, refiriéndose a la temática de la película: La vida es un gran juego. El futbol y el cine tienen ritmos distintos, pero coexisten a la perfección. Ambos sirven para expresar sentimientos y trabajar en colectivo. Por eso me interesa mucho el sentido de equipo y la reacción que provoca en la gente.

Presencia de España

Pero el acento castellano también se impuso en estos días en la Croisette con el arribo del talentoso español Alejandro Amenábar, con Ágora, el colosal de 50 millones de euros, protagonizado por la hermosa Rachel Weisz, presentado fuera de competición.

Ágora, un falso peplum súper espectacular, sobre los imperios del pasado y los gladiadores, relatos épicos de héroes y esclavos, de la historia romana y la mitología, es en realidad un admirable filme muy actual sobre el debate entre la ciencia y la religión, fundamentalismo y humanismo. Todo empezó de vacaciones, pensando en la astronomía, en la teoría de la relatividad, en Kepler, Galileo... hasta llegar a la astrónoma Hipatia, protagonista del filme, señaló este director de éxitos como Los otros y Mar adentro. Se trata de astronomía emocional y de asuntos de mucha actualidad, aseguró. Mucha astronomía, mucha estrella, mucha riqueza de imagen, pero, en definitiva, pocas emociones.