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Presentan una biografía de la bailarina y coreógrafa, escrita por Mitchell Snow

Crítico estadunidense documenta en un libro el arte de Gloria Contreras

El investigador pone de relieve la distinción que Balanchine tuvo con la artista mexicana

 
Periódico La Jornada
Martes 21 de abril de 2009, p. 8

Aunque Gloria Contreras encontró su voz madura en Nueva York, ante el pleno ascenso del expresionismo abstracto, la co-reógrafa y bailarina no pertenece a esa época, sino al movimiento mexicano de la ruptura, expresa Mitchell Snow.

El autor estadunidense escribió el libro Movimiento, ritmo y música: una biografía de Gloria Contreras (Fondo de Cultura Económica, 2008), que será presentado hoy a las 18:30 horas en la librería Rosario Castellanos (avenida Tamaulipas 202, colonia Hipódromo Condesa).

“Gloria –continúa el periodista y crítico– ganó fama fuera de México: Georges Balanchine no elegía trabajar con cualquiera y no cualquiera presenta un Huapango en Nueva York.”

Contreras volvió a México por varias razones, pero entre ellas tenía ese afán de presentar su modo de cómo ser mexicana moderna. Veo mucha relación, sobre todo en su juventud antes de salir a Nueva York, con los artistas de la ruptura, y creo que esto es esencial en su obra.

El desafío de llegar al público

–¿No se identifica con los artistas nacionalistas?

–Sí y no. En cierto sentido no puedo imaginar a Gloria sin ellos, aunque es una forma muy distinta de comunicarse. La posguerra y los años 50 fue una época muy interesante en la historia del arte mexicano. Entre los muralistas de antes y después de la Segunda Guerra Mundial sigue vigente la idea de José Vasconcelos de comunicarse con un público amplio.

“Como estadunidense, en el expresionismo abstracto el gobierno tenía un papel fuerte, sabemos ya, más fuerte que nunca, en promover esta obra. En cierto sentido a los artistas del expresionismo abstracto les importaba un bledo el público, aunque sí los coleccionistas. Y el gobierno lo descubrió como forma propagandística de promover su obra. Vean esa libertad tan inmensa que ofrecimos al artista que va a hacer esto y esto, sin que el público lo entienda.

Foto
Gloria Contreras, en imagen de archivo, durante un ensayo del Taller Coreográfico de la UNAM, en la sala CovarrubiasFoto Roberto García Ortiz

Clement Greenberg, el gran crítico de la época que consagró a sus artistas, después de muerto descubrimos que tenía relación con la CIA. Gloria no está en la política, en México tampoco. Pero está esa idea de la ruptura, a quienes sí les importaba el público. Gloria siempre es mexicana en ese sentido y se ve en su obra. Cuando vuelve tiene esa obra comisionada de proselitismo de la danza neoclásica y no tiene ninguna duda de que va a tener éxito entre el público mexicano. Pero, cómo llegar a éste, eso fue un desafío bastante grande.

Admirador de México y su cultura

Según Mitchell Snow, si Contreras no hubiera contado con amigos como el fallecido director de orquesta Eduardo Mata, todavía andaría por el mundo montando ballets, que es su carácter.

Un admirador de México y su cultura desde que vino por vez primera en 1985, para conocer las pirámides de Teotihuacán, Snow supo de la coreógrafa y su obra a principios de los años 90, cuando coincidió en una ida a Nueva York con Gregorio Luke, hijo de Contreras.

En el viaje –organizado por la embajada de México y el Museo Smithsonian, en Washington DC– para visitar la exposición México: esplendores de 30 siglos, Luke, quien laboraba en la embajada, mostró tres videos de la obra de su madre. Uno, Imágenes del quinto sol, que llamó la atención de Snow, y al indagar se enteró de Gloria Contreras. De inmediato hizo arreglos para ver la obra más de cerca.