Opinión
Ver día anteriorLunes 16 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el Otro Lado

El temor a nacionalizar

N

o hay duda de que EU pasa por la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con economistas, los signos son inequívocos: 8.9 por ciento de desempleo, lo que se traduce en que 4.4 millones de personas perdieron el trabajo en los pasados seis meses; caída de la bolsa de valores por debajo de 8 mil unidades. La venta de autos fabricados en EU cayó de 17 millones anuales a 7 millones. En los suburbios de Detroit, sede de la industria automovilística, hay un desempleo superior a 50 por ciento. A este panorama hay que agregar el quiebre del sistema financiero, cuyo resultado inmediato es la contracción dramática del crédito que tiene como efecto la caída del consumo. Se cierra así el círculo vicioso que define la recesión y abre paso a una probable depresión económica que semejaría a lo acontecido en los años 30.

Sin dramatismos, ésta es una postal de la mayor economía del mundo. Ante la política federal de estimular la economía, más de uno pareciera apostar al fracaso de estos desesperados intentos. De un lado se argumenta que el plan es demasiado tibio, que carece de fuerza en el monto y la dirección de los recursos destinados al rescate de la economía. Por el otro, los detractores de la intervención estatal argumentan que estorba al libre mercado, por lo que está condenada al fracaso. Una de las cuestiones que más han causado escozor es la intervención del gobierno en un sinnúmero de corporaciones financieras. El punto de vista conservador es que se debe dejarlas a su suerte. El de los liberales más conspicuos sugiere que el gobierno debiera acabar con la ficción y admitir que de facto ha nacionalizado algunas y proceder a nacionalizar otras cuya quiebra es inminente.

A diferencia de otros países, en EU la ideología de la libre empresa está más arraigada de lo que muchos imaginan. No es algo que defiendan sólo los grandes empresarios y sectores de pensamiento conservador, sino amplios sectores de la población lo consideran natural. La intervención del Estado se ve como herejía. Aunque para muchos la nacionalización ocurra como una salida lógica, es una cuestión en la que se podrá avanzar sólo con un cambio de mentalidad en la gran mayoría de los ciudadanos, algo que por ahora no se antoja fácil. De ello parece estar consciente el presidente Obama.