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Sin orden judicial irrumpieron en su humilde casa y la derruyeron con maquinaria pesada

Funcionarios y granaderos desalojan ilegalmente a una familia en la GAM

Se busca beneficiar al dueño de una cantina, dicen; aseguran que compraron el terreno en $90 mil

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La familia Vite muestra el predio ubicado en la colonia Santa Rosa, delegacion Gustavo A. Madero, donde hasta hace unos dias tenían su humilde hogar. El jefe de familia pide ayuda a las autoridades locales, luego del despojo violento del que, aseguran, fueron víctimas hace unos díasFoto Roberto Garcia Ortiz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de marzo de 2009, p. 37

Hasta hace unos días una pequeña franja de terreno era la vivienda de Guillermo Vites, su esposa y sus cinco hijos. Hoy ya no tienen nada. Con el apoyo de granaderos, funcionarios de la delegación Gustavo A. Madero los desalojaron por la fuerza y los despojaron no sólo de un patrimonio comprado de buena fe, sino de la posibilidad de continuar con el tratamiento de sus tres hijas que sufren el síndrome de Crouzon, una malformación craneofacial.

Guillermo es franelero y lavacoches, y sufre esa misma enfermedad, que ya le provocó pérdida de la visión de su ojo derecho. Señala que las autoridades de esa demarcación le dan largas para otorgarle algún apoyo, pero sobre todo lamenta que los hayan desalojado con la intención –afirma– de construir en ese terreno la salida de emergencia de una cantina.

Gregoria Antonio Manuel, esposa de Guillermo, recuerda que la mañana del pasado 20 de enero se presentaron en su domicilio –en la calle 26 número 94, colonia Santa Rosa– dos funcionarios de la GAM: eran una señora de nombre Loduvina, o Loduina... algo así, y el señor Salas, acompañados de 40 empleados y granaderos.

Sacaron a sus hijos, los muebles y todo tipo de objetos a la calle y en menos de media hora derrumbaron con maquinaria pesada el único muro de la construcción y su techo de lámina, con lo que desapareció el lugar donde vivieron durante 12 años.

Asegura que nunca les fue presentada una orden judicial para el desalojo. Incluso muestra un contrato según el cual le compraron en 90 mil pesos a la señora María Espinoza esa cuchilla de terreno, que más bien parece un pedazo robado a la banqueta. Es lo único con que pueden demostrar que eran los dueños legítimos de esa área.

Rodeado por sus hijas Karen, de 12 años; las gemelas Lizbet y Leslie, de 10; Guillermo, de 13, y Gustavo, de seis, Guillermo Vites afirma que en los años que llevaban de vivir en este lugar nunca tuvieron problemas, hasta que el dueño de la papelería (colindante con lo que fue su casa) nos dijo que iba a abrir una cantina y que le estorbábamos, porque aquí (donde estaba su vivienda) iba a poner la salida de emergencia.

A su lado, su esposa repite agobiada lo que ha sido el tratamiento de sus tres hijas, que por la gravedad de su enfermedad han tenido que andar de un lado a otro. Estaban en el Hospital Juárez y de ahí nos mandaron al GEA González, y las iba a llevar cuando nos desalojaron. Ya no podemos ir porque no tenemos dinero, hemos gastado en ir a citas, a estudios, en comprar aparatos, y ese hospital está muy lejos (en la zona de Huipulco), añade.

Los documentos que saca de una desgastada carpeta azul así lo revelan. Karen ha sido operada tres veces, y las gemelas en una ocasión más, y precisa que de no atenderse a tiempo esa enfermedad, se agrava y les distorsionará todo el rostro.

Gregoria –quien atiende un puesto de ropa y equipo para elementos de la policía mexiquense– detalla que han acudido al área de Desarrollo Social de la GAM con el fin de que les brinden apoyo para el pago de renta o bien asignárseles una vivienda. Hasta ahora, nada.

Las autoridades nos han traído de aquí para allá, y nos dicen que sí nos darán el apoyo, pero que ya no digamos nada, que no nos quejemos...lo que queremos es que se compadezcan y realmente nos ayuden, concluye Gregoria, entre lágrimas de desesperación.