Opinión
Ver día anteriorJueves 26 de febrero de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pascua
L

a nueva modalidad de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) –tras un intenso periodo de talleres, conferencias y ensayos– inicia su primera temporada y, con ella, el pequeño teatro de cámara ubicado en la casona que es su sede. Como siempre que se emprende algo no han faltado detractores, sobre todo por el temor de que los dineros que se le destinen resulten en detrimento de la Coordinación Nacional que, al parecer, ya pasa por apuros. Para otros, entre los que podría contarme, el hecho de que se generen recursos para tener una compañía estable y de repertorio y que sea creado un nuevo espacio teatral es motivo de alegría y creemos que, así como Luis de Tavira pugnó por y obtuvo este logro, la Coordinación debería tener el mismo arrojo y pasión para luchar porque se le otorguen medios para cumplir su cometido sin las trabas económicas, burocráticas e incluso sindicales que ahogan un tanto el quehacer artístico que es su razón fundamental.

Con el estreno en México de Pascua de August Strindberg dado a conocer por Héctor Mendoza en su versión al español, se inauguran los montajes de la CNT con dirección de este del indiscutible maestro de la escena mexicana. Para algunos estudiosos, Pascua es tenida junto a Adviento y Solsticio de verano como una de las obras del autor que conformarían un festival de las estaciones y, como sea, es un texto muy alejado de lo que conocemos de su obra, tanto porque evade su terrible misoginia como por ese esperanzador final en que se desatan casi al mismo tiempo los nudos de los tres conflictos, lo que lleva a Mendoza a sostener que es una comedia, más que por el tono por la estructura, sobre todo en los desenlaces de los problemas planteados que son propios de este género.

El conflicto principal y latente todo el tiempo es el que acosa a los miembros de la familia Heyst con el padre en la cárcel por fraude y la obligación de pagar lo defraudado, así sea con el mobiliario de la casa y todos sus enseres. Es muy propio de Strindberg en sus obras naturalistas la mención del dinero, tanto porque la pequeña burguesía y los problemas han desplazado a nobles y reyes de los escenarios, como por las miserias que el propio au-tor hubo de pasar en muchos momentos. Esta amenaza que el acreedor Linddkvist acentúa con sus aproximaciones al hogar de sus deudores, se liga con un secreto que guarda la, en apariencia común ama de casa, la señora Heyst. El segundo es el de los celos de Elis hacia su prometida Kristina por, esta vez, inocente secreto y el tercero es el de la posible acusación del robo de un lirio de Pascua hacia Eleonora.

La escenografía de Philippe Amand reproduce, hasta lo posible en un espacio tan pequeño, los elementos de una escenografía realista con tres áreas principales, el comedor, el escritorio y los dos silloncitos y la mesita –que aparecen en primer plano en dos actos y que, al moverse el ángulo en el segundo, cambian de perspectiva. Héctor Mendoza dirige en lo que (en entrevista con Carlos Paul) describe como naturalismo realismo, haciendo, como siempre, énfasis en la actoralidad sin descuidar el trazo, lo que se hace más notorio en el segundo acto, con el cambio de perspectiva en que Eleonora y Benjamín quedan atrás en el comedor y Elis y Kristina tienen su disenso en primer plano y posteriormente en todo el espacio, sin olvidar la amenazadora sombra de Linskvist y su bastón en la ventana. El vestuario de Sergio Ruiz apegado a época y costumbres, incluyendo el luto en Viernes Santo, y la música de Rodrigo Mendoza ejecutada por un quinteto de cámara realzan el trabajo de los actores.

Como ya se dijo en estas páginas, Héctor Mendoza utilizó dos elencos para este montaje. En el estreno participó el elenco A y yo imagino que el elenco B estará al mismo nivel de la mano de su director. Luis Rábago interpreta a un Lindkvist, que no aparece hasta el tercer acto como una especie de deus ex machina que se impone haciendo que Juan Carlos Remolina como Elis Heyst se vea pequeño e indefenso, lo que se acredita a la calidad de ambos actores. Laura Padilla matiza a la señora Heyst hasta revelar su secreto, Ana Ligia García es una dulce y enamorada Kristina, Georgina Rábago está encantadora como la alocada Eleonora y Francisco Cardoso, actor invitado, también muy bien como Benjamín.