Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de agosto de 2008 Num: 700

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La ciudad y las patrullas
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Dos poemas
MANOLIS ANAGNOSTAKIS

Juan Vicente Melo, crítico de música
RAÚL OLVERA MIJARES

Brasil: el rugido del jaguar
GABRIEL COCIMANO

El Chacal de Nahueltoro sigue vigente
FABIÁN MUÑOZ entrevista con MIGUEL LITTIN

La antimodernidad de Barbey d'Aurevilly
ANDREAS KURZ

Retrato de Finnegan
JAMES JOYCE

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Columnas:
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ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
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Germaine Gómez Haro

Carmen Parra en la caja del tiempo

El 22 de octubre de 2007, durante los trabajos de restauración de la Catedral Metropolitana , fue hallada dentro de la esfera que remata con la cruz de la torre oriental, la “caja del tiempo” que se colocó en 1792 para conmemorar la conclusión de la construcción del edificio religioso más importante de la Colonia. Se trata de una vieja tradición que consistía en depositar en el interior de la edificación una caja sellada que contenía objetos significativos y evocadores de la época, un acto simbólico de gran importancia por su carácter a un tiempo histórico y costumbrista. Se ha llamado “cajas del tiempo” a estos pequeños tesoros conmemorativos, que eran un testimonio de su momento que habría de quedar resguardado en las entrañas del edificio para los siglos venideros, o quizás para no ser encontrado jamás.

La pequeña caja de plomo mide 15.5cm x 8.2cm y está fechada el 14 de mayo de 1791. En su interior aparecieron cinco monedas de plata, veintitrés monedas conmemorativas, once religiosas, dos grabados de santos patrones, un pergamino, dos relicarios y cinco cruces de palma. Este hallazgo es considerado de gran relevancia por las luces que arroja al estudio de las costumbres en la sociedad novohispana y sobre la reconstrucción de la intrincada historia de nuestra portentosa Catedral.

Siguiendo la antigua tradición, el director general de Sitios y Monumentos del Patrimonio del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Xavier Cortés Rocha, propuso la creación de una nueva caja del tiempo del siglo XXI que diera cuenta de la intervención arquitectónica realizada en nuestros días. Cortés Rocha eligió a la pintora Carmen Parra para la realización de tres obras que crearan un diálogo simbólico con los grabados encontrados en la caja del siglo XVIII. Qué mejor opción que Carmen Parra, la única artista mexicana contemporánea que se ha dedicado con pasión y devoción a investigar, estudiar, promover y recrear la imaginería religiosa del Barroco novohispano.

Carmen Parra nació y creció imbuida en la exuberancia de la arquitectura barroca y la espontaneidad formal y colorística del arte popular. Su padre, el prestigiado arquitecto Manuel Parra, fue un ferviente admirador del arte colonial y popular mexicanos, cuyos ecos quedaron plasmados en su muy personal obra arquitectónica. Carmen vivió entre santos estofados, láminas populares, ángeles multicolores, Cristos sangrantes, tallas churriguerescas, todo un universo rico y sofisticado, que despertó en su mirada la fascinación por el arte novohispano. A través de la Sociedad de Amigos del Centro Histórico, y ahora como miembro del Consejo de la Crónica del Centro Histórico, Carmen Parra ha sido una ferviente defensora del patrimonio artístico, y a través de su trabajo plástico ha dado a conocer en muy diversos países la riqueza de nuestros retablos y joyas arquitectónicas. Su trabajo sobre el Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana , la cual conoce como la palma de su mano, ha quedado plasmado en infinidad de pinturas, grabados y libros, realizados a partir de profundos estudios de interpretación de la iconografía religiosa y, en particular, de los Siete Arcángeles, uno de sus temas predilectos. No pudo Cortés Rocha hacer una elección más acertada: las pinturas de Carmen Parra pasarán a formar parte intrínseca de esta Catedral que ha sido su más grande musa, como ella misma comenta: “La fortuna me ha hecho recorrer en dibujos toda la Catedral que es mía, tan mía que ahora estoy ahí para siempre. Me siento privilegiada, agradecida con la vida que me dio la oportunidad de estar en el corazón de México, en el Zócalo, en la Catedral más importante de América.”

Carmen Parra realizó tres exquisitas acuarelas de 21cm x 11cm decoradas con hoja de oro de 23 kilates, en tonalidades rojas y sepias que hacen alusión a imágenes de la Catedral. Son una recreación libre de los grabados hallados en la caja recién descubierta, en los que aparecen la Virgen de Guadalupe, Patrona de nuestro pueblo, San Miguel Arcángel, brazo de Dios que combate el mal, y Santa Bárbara, protectora contra los relámpagos y patrona de arquitectos y canteros. En la imagen que acompaña este texto, vemos una segunda versión de la Virgen en la que Carmen incluye una talla que representa su propia mano pintando la obra: “Con mis acuarelas estaré en el viaje de la eternidad y en unos siglos que se abra esta caja seremos nosotros el testimonio de esta época. Podemos decir que cada obra de arte es una caja del tiempo que contiene su propio tiempo.”