Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de diciembre de 2007 Num: 665

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Berlín, Berlín
ESTHER ANDRADI

Seis poetas seis

El Museo Judío de Berlín

La República Libre de Schwarzenberg
HANS-WERNER THIELE

Berlín es un cuento
ESTHER ANDRADI

En Prenzlauer Berg
ANNETT GRÖSCHNER

Hauptbahnhof, Estación Central
GRUPO ATAXIA

Indígenas y extranjeros en Berlín
HEIKE GULATZ

Rostros de invitados
EMINE SEVGI ÖZDAMAR

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Columnas:
Lunas de Octubre
MARCIA TORRES-SACÍA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Indígenas y extranjeros en Berlín

Heike Gulatz

Con agradecimiento a Mikel Aboitiz por su colaboración


Escena en Prenzlauer Berg. Foto: Christian Thiele

El otro día un chilango –apelativo originalmente despectivo del habitante de la capital de México– se encontró fortuitamente conmigo, una berlinanga –denominación propia del indígena de Berlín que acabo de inventarme. Me contaba que a los habitantes de Ciudad de México se les llama chilangos y que ellos mismos llevan tal nombre con el orgullo que los diferencia del resto de los mexicanos. Algo similar ocurre con los Kanaken –palabra oriunda de Hawaii, que significa nada más y nada menos que “hombre”, que es como se llamaba a los inmigrantes de la primera generación en Alemania.

Chilango y berlinanga reconocieron que, a pesar de las diferentes geografías y demografías de sus respectivos países de origen, éstos cuentan con algo en común : la diversidad de gentes que albergan, ya que las capitales atraen a personas de todas partes del país y también del extranjero.

Ya en los años cincuenta, la República Federal Alemana fomentó la inmigración de extranjeros por motivos económicos. Entonces se rozaba el pleno empleo, de modo que faltaban trabajadores para apoyar el célebre Wirtschaftswunder (el auge, el milagro económico generado tras la guerra). Éstos fueron reclutados en distintos países del sur de Europa. Pero, ¿de dónde vinieron los que prestaron su mano de obra?

Muchos fueron italianos que luego montarían los restaurantes y las heladerías que endulzarían la niñez de los chicos berlineses. Vinieron también griegos y yugoslavos –éstos, emigrantes de un país ahora borrado del mapa. Y llegaron los turcos, género más desconocido, tanto por su cultura como por su religión. El grueso de este grupo lo integraban, lógicamente, los más pobres del país, campesinos del este de Anatolia, gente humilde sin cualificar.1

Todos ellos llegaron con la idea de ser Gastarbeiter , trabajadores temporales en el país, y ganar dinero para regresar luego a sus lugares de origen. Bienvenidos, sí, pero con el billete de vuelta seguro en el bolsillo y contratos vigentes por un año o dos.2

Lo del billete resultó ser un engaño. No solamente para el país anfitrión sino aún más para los propios inmigrantes, quienes lo tenían por un talismán contra las duras condiciones de trabajo, las dificultades de la vida en un país ajeno y como símbolo de sus esperanzas en un futuro mejor.

Posteriormente emigraron los demás miembros de la familia dejada atrás, asentándose familias de origen inmigrante en busca del dinero con el cual forjarse un porvenir. Los hijos crecieron aprendiendo el idioma más fácilmente que los padres. ¿Querían regresar estas familias? Regresar, ¿a dónde?

En ocasiones, a pesar de haber venido sólo por una temporada, llevaban viviendo más tiempo en el país que los acogió que en el de origen. ¿Dónde se sentían en casa? ¿Dónde podrían ganarse mejor el pan? Se planteaban preguntas difíciles ante una constelación familiar ajena hasta entonces a estas cuestiones.

Y los alemanes, ¿cómo veían a los inmigrantes?, ¿cómo los recibían? En general, eran percibidos como gente de paso. Los trabajadores alemanes trabajaban mano a mano con los inmigrantes, pero al terminar la jornada laboral cada uno seguía su vida. Resultaba difícil hacer amistades. Además, ¿para qué, si aquéllos estaban de paso?

Al final, todo resultó diferente. El dinero no alcanzaba como para volver pronto, las condiciones de vida en el país nativo seguían siendo difíciles; así, aguantaron más y más años en el extranjero, perdiendo incluso a veces el sueño de retornar a su país. Ahora se fundan residencias para los ancianos inmigrantes de la primera generación, ya que éstos se hallan tan alejados de su país de origen que no ven mucho sentido en volver.

¿Cómo ha cambiado la imagen de los Kanaken? La novela Kanak Sprak (idioma de Kanaken) de Feridiun Zaimoglu, de ascendencia turca, contribuyó a cambiar el significado de la palabra Kanaken y la propia imagen de estos descendientes de emigrantes, convirtiéndola en un distintivo para esta nueva generación . La mezcla de la lengua materna con palabras del idioma del país de inmigración ya es signo privativo de los jóvenes descendientes de inmigrantes . A veces ya no dominan su lengua materna ni el idioma del país de inmigración e inventan una jerga que se convierte cada vez más en un “sello” diferenciador. Con el cambio de significado de Kanaken cambian también muchas más cosas. Cambia la perspectiva . En vez de ser para siempre hijos de inmigrantes, extranjeros, se ven como parte de la sociedad.

Ser hijo o hija de inmigrantes ofrece una oportunidad única: reunir dos culturas, dos idiomas en una persona. Hasta ahora algunos grupos de inmigrantes, por ejemplo los españoles, han logrado integrarse en la sociedad a través de un sistema de autoayuda . Otros grupos, sin embargo, siguen autoaislándose de una sociedad a la que rechazan, aun a sabiendas de que no hay otra manera de participar en ella sino a través del acercamiento y la integración activa. En la propia comunidad de inmigrantes de segunda o tercera generación ya se levantan voces a favor de una participación activa en vez de practicar el victimismo y autoaislamiento.

El Carnaval de las Culturas, espectáculo que se celebra todos los años en Berlín desde hace más de una década , presenta una imagen de convivencia multicultural que no se da en la realidad cotidiana, pues la coexistencia armónica de varias culturas, idiomas y religiones requiere niveles de comprensión y tolerancia mutua aún no alcanzados. De darse éstos, estaríamos ante ciudadanos con un pasado familiar de emigrantes, provistos, de facto, de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro ciudadano del país. Y con la ventaja de poder recurrir al Kanak Sprak.

1La RFA firmó un acuerdo con Italia en 1955 y durante los años sesenta con España (1960), Grecia (1960), Turquía (1961), Marruecos (1963), Portugal (1964) y Yugoslavia (1968).

2 Durante los primeros años predominaba el sistema rotativo de grupos de trabajadores: éstos contaban con contratos de una duración determinada de uno o dos años. Eso cambió a finales de los sesenta, cuando el gobierno alemán reaccionó en 1971 ofreciendo la posibilidad de prorrogar el permiso de residencia a los trabajadores con contratos vigentes. De esta manera cambió el estatus de los inmigrantes comenzando así el reagrupamiento familiar en Alemania.