Néstor Bravo Pérez

Feliz agonía

Llevamos varios años tratando de establecer, mediante las diversas estrategias que conforma la cultura, una manera de romper con la totalidad, con el absolutismo que impide el libre tránsito de ideas. Llevamos varias décadas tratando de acabar con el Ogro Filantrópico, ése que otorga condicionando con una demencia tan eficaz que está a punto de convertirnos en sus epígonos.

Hemos tratado por varios medios de romper con la subordinación que genera el ocultamiento de datos, la ambigüedad informativa, la búsqueda de la verdad en la discusión televisiva donde se tratan los aspectos de la cultura con minuciosa superficialidad.

La desinformación respecto de las políticas culturales del gobierno ha permitido que se mutile la historia y que seamos capaces de vivir sin memoria, además de observar como obsequios una serie de apoyos que son parte fundamental de las funciones del Estado.

La realidad actual del país en el ámbito cultural está en una situación harto difícil, las políticas culturales que se han tratado de implementar a partir de la emergencia de los criterios econometristas lleva a la adopción de criterios administrativos dejando de lado todo el espacio simbólico que posibilita la realización de un territorio propicio para la comprensión de nuestra diversidad como país. Se ha establecido un criterio de rentabilidad en los espacios culturales y esto ha promovido que el arte, la literatura, la música sean comprendidos como bienes de consumo.

Insertar a las artes, para su organización en el ámbito institucional, en los criterios de mercado, conlleva varios conflictos; quizá el principal sea aceptar que los objetos artísticos no son más que una mercancía, también supone la comprensión del individuo en la sociedad como un mero espectador dependiente de la mano negra del mercado, sin preferencias, sin capacidad de elección.

La vida en las escuelas de arte, por ejemplo, está determinada por un futuro incierto en la medida que la posibilidad que se les ofrece, después del egreso, está en estrecha relación con un criterio economicista con la salvedad de que en México el mercado del arte es inexistente. El proyecto que se implementa desde el Estado es una abstracción alejada de la realidad o por lo menos se trata de una comprensión selectiva de la realidad, una visión mezquina.

La estrategia del Estado es el ocultamiento y la desinformación. Claro que esto no sólo se aplica a lo referente a las cuestiones de la cultura, sin embargo es en este rubro donde últimamente la política del secreto ha estado incidiendo de manera particularmente interesante. En una República democrática como la nuestra los ciudadanos somos los últimos en enterarnos de lo que el Estado propone.

Seguimos intentando acceder a un país que permita el desarrollo de todos su ciudadanos y donde lo rentable no sea el criterio que evalúe el desempeño de una institución dedicada a la educación o a la cultura. La distancia entre los sectores de la sociedad se está ensanchando cada vez más y esto no sólo es en términos económicos, el acceso a la educación, la comprensión del mundo en términos estéticos, el gusto por el arte a todos los niveles se está convirtiendo en un lujo. ƑQué hace el gobierno del cambio para resolver esta situación?

Está en proceso de revisión una iniciativa presentada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA). Se trata de la Ley de Fomento y Difusión de la Cultura. Poco sabemos de esta propuesta que puede ser fundamental para el desarrollo de la cultura en México.

La creación y la posible implementación de este proyecto legislativo ha sido motivo de reflexión para la comunidad académica y artística del país.

Un grupo en particular ha puesto especial empeño en el escrutinio de esta iniciativa y ha tratado por diferentes medios de manifestar su punto de vista al respecto. La discusión es amplia y toca varios aspectos referentes a las políticas que se pretenden implementar desde la actual administración del CNCA. El esfuerzo que hace este grupo organizado alrededor de la revista Curare (www.curare.org.mx) es encomiable.

Ojalá que la reflexión desarrollada promueva espacios de discusión más amplios y lleve a una participación extensa de la comunidad académica y artística del país.