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México D.F. Martes 7 de septiembre de 2004

Gas natural, nuevo factor clave en la política exterior de EU

Como ocurrió con el petróleo, la creciente dependencia del gas natural llevará a Washington a negociar con países de reprochables antecedentes en política y derechos humanos

En Libia ese interés influyó para el levantamiento de sanciones, afirman analistas

Economist Intelligence Unit /The Economist

En una época en que Estados Unidos se impacienta con su persistente dependencia del petróleo extranjero, se vuelve claro que puede estar encaminándose hacia la misma situación respecto del gas natural.

La demanda crece mucho más aprisa que la oferta de fuentes domésticas o de vecinos amistosos como Canadá. Pronto, quizá en la próxima década, EU se volverá un importador significativo de gas de regiones como Africa del norte, Medio Oriente, la ex Unión Soviética y el Caribe, que será transportado en forma licuada mediante enormes buques tanque.

Ante esa perspectiva, funcionarios gubernamentales y ejecutivos industriales evalúan si eso significa que el gas natural se volverá otro frente vulnerable en la diplomacia estadunidense y en la seguridad energética, que plantee las mismas incertidumbres y amenazas que el petróleo en la actualidad.

Es probable que EU atienda con producción doméstica la mayoría de sus necesidades de gas durante 20 años más. Sin embargo, algunos analistas temen que, como ocurrió con el petróleo, las reservas de gas del mundo no se expandan lo bastante rápido para satisfacer la creciente demanda global y ello empuje los precios al alza, conforme EU vaya recurriendo cada vez más a las importaciones.

Al igual que los yacimientos de crudo, las grandes reservas de gas se encuentran generalmente en lugares problemáticos en el aspecto político. Como pocos países ricos en gas son democracias estables y abiertas, existe el peligro de que los ingresos del energético fluyan hacia las arcas de gobiernos brutales y corruptos, o que los suministros se vean perturbados por la inestabilidad doméstica, como ha ocurrido con las exportaciones de petróleo de Venezuela, Nigeria y otros lugares.

Parte de una planta de gas afectada por una explosión en Africa del Sur el primero de septiembre. Seis trabajadores murieron y más de 100 resultaron heridos FOTO REUTERS
 
En los peores escenarios, sobre los cuales los expertos industriales se encuentran muy divididos, EU podría verse limitado a un pequeño número de países para mantener sus luces encendidas, perspectiva que tiene profundas implicaciones para su política exterior.

''¿Queremos estar alguna vez en los próximos 20 años en una situación en la que digamos 'más vale que hagamos esto por los rusos o tendremos un apagón'?'', preguntó Amy Myers Jaffe, analista de energía del Instituto James A. Baker III de Política Pública en la Universidad Rice, en Houston.

Estados Unidos importa hoy día 57% de su petróleo crudo, pero sólo 16% de su gas natural, el cual casi en su totalidad llega por gasoducto de Canadá. Hacia 2005, según recientes estimaciones del Departamento de Energía, el país consumirá 37% más gas doméstico: 31.2 billones de pies cúbicos al año, en comparación con 22.8 billones en 2002.

La mayor parte del crecimiento de la demanda proviene de las plantas energéticas que operan con gas natural, el cual se produce de manera más limpia que otros combustibles fósiles. Las reservas ya son limitadas, los precios están a sus niveles más altos en 20 años, y el gobierno no prevé que la oferta doméstica se mantenga al ritmo de la demanda.

Algunas zonas ricas en gas de EU están cerradas a la perforación por razones ambientales o de otro tipo, y mucho del resto ya ha sido desarrollado.

En cuanto a Canadá, es probable que en breve mucho de su gas se destine al consumo doméstico y no a la exportación, señaló Sara Banaszak, de PFC Energy, firma consultora de Washington, porque la producción de petróleo de depósitos de arena de alquitrán que se desarrolla en Alberta requiere gran cantidad de gas. ''Entonces, lo que queda por considerar es el GNL'', gas natural licuado, importado en buques de países distantes, asevera David Nissen, director del programa de Administración y Políticas Internacionales de Energía de la Universidad de Columbia.

Los precios del gas son actualmente tan altos, y es tan probable que se mantengan así, que tiene sentido financiero invertir las grandes sumas de capital que se requieren para construir operaciones de gas alrededor del mundo, señala Nissen. ''Las restricciones a esos proyectos no son económicas, sino políticas, sociales y estructurales'', acota.

Por ahora las importaciones de gas licuado representan 2% del consumo anual de ese energético en EU. El gas transportado de esa forma debe ser súper enfriado a la forma líquida, bombeado en contenedores de diseño especial, y luego recalentado a su estado gaseoso en una terminal receptora, antes de ser enviado por gasoducto al usuario.

El petróleo y el gas se encuentran a menudo en los mismos lugares, y los mayores productores de petróleo también están entre los mayores de gas. Sin embargo, 75% de las reservas conocidas de gas están en naciones de la ex Unión Soviética -sobre todo Rusia- o en Medio Oriente, según cifras del Departamento de Energía. En muchos lugares han surgido proyectos para expandir terminales de GNL, inclusive Qatar, Nigeria y Trinidad.

De manera gradual, la necesidad de gas ha comenzado a dar forma a la política exterior estadunidense, como durante generaciones lo hizo el petróleo, expresan analistas de la industria. Por ejemplo, en diciembre el Departamento de Energía organizó una conferencia en Washington de ministros de energía de los principales países exportadores de GNL.

El gobierno también ha estado presionando a Rusia para que construya una planta de gas licuado en Murmansk, en sociedad con una firma estadunidense. Algunos analistas dicen que la reciente decisión de levantar las sanciones a Libia surgió, en parte, de un deseo bilateral de desarrollar operaciones de gas licuado en ese país, más rico en reservas de gas que de petróleo. ''Libia es una gran jugada de GNL, y por eso estamos desesperados por eliminar las sanciones'', señaló la investigadora Jaffe, de la Universidad Rice.

Un proceso complicado

Aun así, llevar gas licuado al mercado puede ser más complicado que producir y exportar petróleo. La inversión necesaria para construir plantas desde cero puede ser asombrosa, y el tiempo requerido es largo. La especialista Banaszak, de PFC Energy, estimó que construir una planta licuefactora cuesta generalmente 2 mil millones de dólares; los barcos para transportar el gas, otros 2 mil mdd, y una terminal de regasificación en el lugar de llegada, de 300 a 500 mdd más. Según un ejecutivo petrolero occidental, construir toda la cadena se puede llevar de 40 a 42 meses.

Esas cifras no incluyen los costos de encontrar y bombear el gas del suelo. Pero en muchos casos el gas ya está disponible, como subproducto del desarrollo petrolero que actualmente se desperdicia en su mayor parte.

El gasto y la complejidad de construir proyectos de gas licuado han impulsado a los expertos de la industria a advertir que, en tanto la demanda crece, puede que no haya oferta para satisfacerla. ''Pese a los enormes precios globales del gas, no hay ningún proyecto importante de GNL por emprender este año'', indicó el Deutsche Bank en un informe de julio pasado.

Generalmente los productores venden gas mediante contratos a largo plazo, algunos a varios años, que se negocian con los compradores con mucha anticipación. ¿Cómo, pues, puede un país consumidor arreglarse cuando la oferta se ve perturbada, como ocurrió en 2001, cuando insurgentes de la provincia indonesa de Aceh obligaron a un cierre de cuatro meses de la planta de gas licuado Arun, de Exxon Mobil, instalada allí? No existe por ahora un mercado espot de gas, que permita a los compradores encontrar nuevas reservas a corto plazo, aunque se prevé que surja. Pero cuando eso vaya ocurriendo, anota Jaffe, los precios se volverán globales. Entonces, una interrupción en el suministro de cualquiera disparará los precios para todos, pues los clientes buscarán adelantarse unos a otros para compensar la escasez, como ocurre ahora en el mercado petrolero, predijo la experta.

El petróleo puede cargarse y descargarse en cientos de puertos del mundo, pero existen y existirán bastante menos operaciones de gas licuado, lo cual en opinión de algunos analistas hará que cualquier interrupción tenga efectos de mucho mayor alcance.

La respuesta a estas amenazas es contar con tantas fuentes de gas como sea posible, según ejecutivos y funcionarios gubernamentales. ''¿Qué probabilidades hay de que 20 gobiernos ganen la copa al mismo tiempo?'', pregunta un funcionario en Washington. ''Es mejor tener 20 contratos con gobiernos dudosos que con tres''.

El impulso para procurar más gas profundizará los vínculos de EU con países que tienen historiales deficientes en derechos humanos y libertad política. ''Si observamos naciones que son potencialmente grandes productoras de GNL, como Nigeria y Angola, vemos que ya obtienen dinero del petróleo y tienen un historial negativo de gobernabilidad, mientras otras que son nuevas grandes productoras, como Turkmenistán, son aún peores'', expresa Arvind Ganesan, directora de empresas y derechos humanos en Human Rights Watch. ''Si hacemos grandes inversiones y tenemos contratos a largo plazo con esos países, ¿no suprimirá eso la voluntad de nuestro gobierno por expresar su sentir sobre las causas subyacentes de inestabilidad en ellos, como la corrupción, los abusos de derechos humanos y los conflictos?'', reflexiona.

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