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E C O N O M I A
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México D.F. Martes 31 de agosto de 2004

Julio Boltvinik*

La unidad de inteligencia del Consenso de Washington

La evaluación y proyecciones de la economía mexicana realizadas por The Economist Intelligence Unit (EIU) tienen un fuerte componente ideológico apegado a los designios del decálogo del Consenso de Washington. Las variables analizadas y la forma en que son abordadas muestran cómo en esta visión lo más importante es el mantenimiento del equilibrio macroeconómico, aún a costa del crecimiento económico.

La debilidad económica y política del actual gobierno mexicano y la subordinación que mantiene a los mandatos de los organismos internacionales, convierte a este tipo de reportes en un refuerzo de las posturas gubernamentales. Es por ello preocupante que se sigan haciendo análisis económicos que no toman en cuenta las críticas que se han realizado al Consenso de Washington.

El documento hace afirmaciones que manifiestan implícitamente la visión de este órgano en torno a las prioridades económicas. Así, en materia de política económica prevé que ''continuará centrada en el mantenimiento de la disciplina fiscal y monetaria, subordinando los objetivos a largo plazo de tasas de crecimiento altas y creación de empleos, a la contención del déficit fiscal, del control de la inflación y el manejo de la deuda''. No obstante, los efectos perniciosos del mantenimiento compulsivo de los equilibrios macroeconómicos han sido criticados por diversos analistas nacionales e internacionales.

Por ejemplo, José Luis Calva señala que el equilibrio macroeconómico general es sólo un momento ideal y que ''eventualmente hay que tolerar, con prudencia, cierto desequilibrio de una variable macroeconómica para propiciar la corrección o el mejor desenvolvimiento de otra (por ejemplo, cierto desequilibrio fiscal para favorecer el crecimiento económico, o cierta inflación en aras de la corrección de un desequilibrio externo); el punto está en el pronto retorno hacia el centro de la franja de seguridad o estabilidad macroeconómica''. 1

La EIU no se manifiesta en contra de la política procíclica del Banco de México, sino más bien critica cómo se lleva a cabo mediante los cortos, los cuales al reducir el circulante provocan aumentos en las tasas de interés. La EIU aconseja hacer intervenciones directas en la fijación de dichas tasas. Sin embargo, Joseph Stiglitz ha señalado los efectos negativos de sostener una política económica procíclica. Por ejemplo, llama la atención sobre el círculo vicioso que tiene el manejo de las tasas de interés, que ante una coyuntura desfavorable existe la tendencia al aumento de las mismas, lo cual provoca mayor incumplimiento de los deudores, cierre de empresas y desempleo, con claros efectos negativos en el bienestar de la población.2

Asimismo, la EIU reitera la necesidad de ampliar las reformas estructurales, afirmando que debido a que no se han llevado a cabo, la economía mexicana no ha logrado el crecimiento económico que potencialmente puede alcanzar. Como lo han señalado Stiglitz, para América Latina, y Calva, para México, en general las reformas ''estructurales'' han aumentado la exposición de los países al riesgo, sin acrecentar su capacidad de enfrentarlo, dañando a los sectores más desfavorecidos de la población.

La reforma en la que la EIU pone mayor énfasis es en la del sector eléctrico, liberación que, según su opinión, mejorará la competitividad del país. Al parecer la EIU no está enterada, o bien olvida, que en la práctica casi toda la inversión en este sector es privada. Asimismo olvida que la privatización del sector no es garantía de bajos precios (ya que se traslada la dotación del servicio a empresas monopólicas privadas), ni de eficiencia en el suministro de energía (recuérdese los recientes apagones de Nueva York y de algunas ciudades europeas), y mucho menos previene fraudes y corrupción (habría que recordar el escándalo de la estadunidense Enron).

El documento cae en una evidente contradicción cuando sostiene que, dados los altos precios del petróleo (los cuales, según sus proyecciones, continuarán así hasta 2005), el gobierno tiene la posibilidad de realizar obra pública sin poner en riesgo el equilibrio fiscal. Ponen como ejemplos la necesidad de ampliar el aeropuerto de la ciudad de México y el sistema carretero nacional para mejorar la competitividad del país. Pero, si el gobierno puede y debe invertir en carreteras y aeropuertos, ¿por qué no en electricidad?, ¿no será acaso que abogan por intereses privados? ¿No recordarán el gran fracaso de la intentona de privatización de la construcción del sistema carretero, cuyo rescate financiero seguimos pagando con impuestos de todos?

La otra gran reforma pendiente según la EIU es la fiscal. Mientras hay consenso sobre la conveniencia de depender en menor grado de los ingresos del petróleo (dada la volatilidad de los precios), la EIU aboga por una reforma al impuesto al valor agregado (IVA). De acuerdo con Evelyn Huber, analista de los cambios en la política social de América Latina, la reforma fiscal fue puesta en la agenda de los cambios estructurales desde el comienzo de la era de los préstamos condicionados. Sin embargo, las reformas planteadas buscaron beneficiar a la clase alta a través de la reducción de las tasas máximas del impuesto sobre la renta (ISR) y el establecimiento de impuestos al valor agregado, con consecuencias regresivas en la distribución del ingreso.3

Al tiempo que el EIU aplaude la reforma al IMSS, con el argumento de que mejorará las bases fiscales a largo plazo, señala la necesidad de ''desregularizar'' los mercados laborales. En un país como el nuestro, donde no existe seguro de desempleo, la desregulación del mercado laboral significa dejar sin protección a los trabajadores, situación que no se presenta en países desarrollados donde cuentan con el seguro de desempleo.

Más que reformas estructurales requerimos otra política económica. La evidencia ha demostrado que países como Corea del Sur (que antes de la apertura tenía un producto interno bruto per cápita menor al de México y actualmente lo ha superado con mucho) o China, lograron éxito económico debido a que no siguieron los mandatos del Consenso de Washington, sino su propio camino. Ambos países desarrollaron un sistema económico con fuerte intervención estatal, y combinaron las estrategias de sustitución de importaciones y la apertura económica (véase Calva, op cit.).

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1"La economía mexicana en perspectiva", en Boltvinik, Julio y Araceli Damián (coords.), Pobreza: realidades y desafíos en México y el Mundo, Siglo XXI editores, en prensa.

2"El Rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina, Revista de la Cepal, núm. 89, agosto, 2003.

3"Globalización y desarrollo de la política social en América Latina", en Boltvinik y Damián (coords.), op cit.

* Investigador de El Colegio de México y diputado federal

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