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México D.F. Viernes 13 de agosto de 2004

Ardua, su forma de enfrentar a Occidente, tesis del historiador Arnold Toynbee

La Grecia moderna aún no logra vencer ''el temor reverencial por sus ancestros''

Autor del clásico Los griegos: herencias y raíces, libro editado por el FCE, en el que documentó y sintetizó prácticamente toda la historia de la gran civilización helénica

PABLO ESPINOSA

La forma en que la posteridad considera la llamada edad ''clásica" de la historia griega, acota Arnold Toynbee, sigue bajo la influencia ''exagerada y desafortunada, de un grupillo de pedantes griegos que vivieron bajo la dominación romana durante el reinado del primer emperador, Augusto".

Los neoaticistas, que son los sujetos a quienes se refiere Toynbee, se empeñaron en revivir la modalidad del dialecto ático de la lengua griega que se empleó en los siglos V y IV aC. Sostenían que si sus contemporáneos volvieran a hablar y a escribir en el lenguaje de aquella edad ateniense, recobrarían la grandeza que la caracterizó.

El historiador británico Arnold Toynbee (1889-1975), una de las autoridades máximas en la materia, encuentra por lo menos dos grandes falsedades en tal idea respecto de los griegos.

La primera consiste en afirmar que la lengua empleada por una gran literatura es intrínsecamente ''grande, pura y sublime". La segunda afirma que la literatura puede servir de criterio para apreciar el valor total de las actividades humanas. ''El hombre puede ser la medida de todas las cosas, pero ciertamente no cabe afirmar lo mismo sobre la literatura", advierte el doctor Toynbee.

A pesar de que se trata de falsedades obvias, las tesis neoaticistas han continuado rigiendo el punto de vista sobre la historia de Grecia adoptado por subsiguientes generaciones de griegos y de admiradores extranjeros de lo griego.

En su libro, un clásico, Los griegos: herencias y raíces, publicado en México por el Fondo de Cultura Económica (FCE), Arnold Toynbee refuta tales tesis y propone en su lugar una consideración cabal de, válgase la metáfora, esa gran piedra de toque de la cultura occidental que es Grecia.

Este libro, de hecho, es el póstumo de este autor. Puso el punto final días antes de morir. En él documenta con exactitud y síntesis prodigiosa, prácticamente toda la historia cultural griega, desde el influjo de las herencias del pasado hasta los éxitos y fracasos de los griegos modernos.

Hazañas de Maratón y las Termópilas

La historia griega de periodos anteriores al año 338 aC, es sin duda interesante e instructiva, ironiza Toynbee. ''Pero lo mismo puede decirse de la historia griega tomada desde ese año hasta nuestros días. Los griegos posteriores a la Edad Helénica no tienen por qué sentirse abrumados por los logros de sus antepasados pertenecientes a la fase helénica de la historia de Grecia. También en realizaciones de los griegos bizantinos en la arquitectura y en las artes visuales hay rasgos distintivos y grandeza".

La Grecia moderna, nos recuerda el historiador, no sólo ha producido grandes poetas. ''Durante su guerra de independencia y en los movimientos de resistencia con que en fechas nada lejanas se opusieron al invasor extranjero, realizaron hazañas heroicas tan egregias como las que sus antepasados inmortalizaron en Maratón y las Termópilas".

Los griegos modernos, subraya el experto, no son el único pueblo obligado a hacer frente al problema de sus relaciones con Occidente. En la edad moderna la mayor parte de los pueblos no occidentales han tenido que enfrentarse a la ''cuestión occidental", pero para los griegos el problema ha sido particularmente arduo.

''La cristiandad ortodoxa oriental, desde el punto de vista geográfico, está más cerca de Occidente que cualquiera otra de las civilizaciones no cristianas, y tiene, asimismo, mayor afinidad religiosa y cultural con Occidente que cualquier civilización no cristiana y también que cualquier civilización cristiana no calcedonense.

''La proximidad geográfica ha expuesto a la cristiandad ortodoxa oriental bajo la presión de Occidente desde épocas relativamente lejanas, y la afinidad cultural ha hecho que la presión sea particularmente onerosa."

Como fuere, sentencia Arnold Toynbee, ''el griego moderno aún no logra vencer el temor reverencial que le inspiran sus antepasados 'clásicos' y continúa maniatado por el excesivo respeto a una fase en particular de su pasado histórico".

Además, los griegos de la edad helénica ''no rindieron exagerada pleitesía a sus predecesores micenios. Aprovecharon su recuerdo no para canonizar sus logros sino como materia prima mental destinada a sus grandes creaciones poéticas".

El autor ofrece respuestas precisas a una interrogante del tamaño de la historia: ¿a qué se debe que las reacciones de los griegos ante sus diversas herencias varíen tanto en las diferentes etapas de su historia griega?

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