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Obituario   - NUEVO -

M U N D O
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México D.F. Sábado 17 de julio de 2004

Gilberto Lopes/II y última

Nicaragua parece un país sin alma

Camino por las calles de la UCA, la Universidad Centroamericana de los jesuitas en Managua, y el silencio me abruma. ƑDónde está la efervescencia de hace 20 años? ƑQué pasó con esa revolución sandinista que atraía los ojos del mundo? No existe, desapareció, y el silencio me abruma. Hace casi 15 años el sandinismo perdió las elecciones. Caminaba yo ese día, de madrugada (ya amanecía), por las calles de Managua. Reinaba la misma atmósfera irreal del día del triunfo, casi 11 años antes. ƑPor qué se perdió?

"Definitivamente la guerra ayudó, forzó elecciones libres en Nicaragua. De no haber sido por la guerra hubiéramos tenido la consolidación del régimen sandinista en Nicaragua, como se dio la consolidación del régimen castrista en Cuba; posiblemente hubiese triunfado la revolución en El Salvador", afirma Adolfo Calero, ex líder de la contra. "De no haber sido por esa guerra que se dio en El Salvador y Nicaragua, quizás estaríamos ante un problema mucho más serio, o tal vez hubiera sido necesaria una intervención directa de Estados Unidos, como se produjo en Granada, en Afganistán, en Irak", agrega.

Le pregunto al sacerdote y poeta Ernesto Cardenal si está de acuerdo en que Nicaragua parece un país sin alma: "šSin alma, está bien dicho! Un pueblo muerto, špero los muertos resucitan!"

Hay alma, "pero estamos cansados", responde Jaime Morales Carazo, en su mo-mento uno de los dirigente más importantes de la contra. Hay un tiempo para dormir; "tuvimos demasiados años de una hiperactividad agotante, desgastadora, por la guerra, por el régimen", explica.

Recuerdo esa tarde del triunfo de la revolución, en la plaza, hace ya 25 años, y la idea no me abandona: hoy Nicaragua me parece un país sin alma, aunque tengan razón -cada uno la suya- Cardenal y Morales.

El Papa

La imagen de Ernesto Cardenal arrodillado delante del Papa, que lo regaña en la pista del aeropuerto de Managua, aquel día de marzo de 1983, es una de las más recordadas del periodo de la revolución.

(La guerra de la contra estaba en su apogeo. Después sabríamos hasta dónde iría a llegar la gente en Washington, con el escándalo de la venta clandestina de armas a Irán, el desvío del dinero a los contras y el trasiego de drogas para financiar a los rebeldes. Está todo documentado.)

Pero la imagen de Juan Pablo II, con Cardenal arrodillado, y los incidentes en la misa que el pontífice habría de celebrar poco después, harían de esa gira una de las más polémicas de las muchas que realizó.

"Lo más importante de la visita fue el enfrentamiento que el Papa tuvo con el pueblo, al día siguiente, durante la misa campal, a la que asistieron unos 700 mil nicaragüenses", afirma, con la voz entrecortada, el pa-dre Cardenal. "Nicaragua tenía entonces unos 3 millones de habitantes; era la cuarta parte de los habitantes de Nicaragua los que estaban en la plaza. Y el Papa empezó a atacar la revolución. Su plan era derrocar al gobierno en ese momento, porque en un país mayoritariamente cristiano, un pontífice, ante una cantidad de población tan grande, atacando la revolución, pues ese gobierno caía si el pueblo lo aplaudía".

Y el pueblo, que al principio aplaudió, empezó luego a gritar "šqueremos paz!, šqueremos paz!", mientras el Papa exigía "šsilencio!", en perfecto diálogo de sordos.

"El Papa cometió un error, al creer que Nicaragua era Polonia. Cuando él llegaba a Polonia, todo el pueblo lo aclamaba; un pueblo mayoritariamente católico ante un gobierno comunista, que era antirreligioso. En Nicaragua había un pueblo católico, pero también revolucionario y, en vez de aplaudir a Juan Pablo II, protestó y defendió su revolución. Esa fue una prueba de fuego que tuvo la revolución. Si el pueblo hubiese ovacionado al Papa, ese gobierno cae esa misma tarde. Entonces, en las noticias mundiales, en vez de decir que el pueblo se sublevó contra la revolución, se dijo que el pueblo le faltó el respeto al Papa".

Qué se perdió

Todo adquiría entonces una dimensión excepcional en Nicaragua. Quizás por eso me acosa ahora esa sensación de que el país perdió el alma. Quizás sea sólo una manera de decir, una sensación. Pero algo más concreto se perdió.

"No queda nada de las reformas económicas, prácticamente todo está desmantelado: 80 por ciento de las tierras regresó a los empresarios, las empresas del Estado están totalmente privatizadas", afirma Noel Zepeda, agrónomo, empresario y ex integrante de los cuerpos de seguridad sandinistas.

Gran parte de la reforma agraria se ha perdido, asegura el ex embajador Alejandro Bendaña; "lo que Reagan no pudo hacer con la contra, lo han venido haciendo por medio del libre mercado y la liberalización en general". Nicaragua se ha vuelto un país de extremos. A la vez que se ha multiplicado el número de pobres, también se ha multiplicado el número de ricos.

"La distribución de ingresos en Nicaragua, según algunos datos, es la peor de América Latina, compite con la de Brasil. La gran ironía es ver que en el campo se dan grados de pobreza que no se veían desde hace 30 años", dice Bendaña.

"El campesinado, desesperado, abandona las plantaciones de café y se marcha a Managua, porque ya no tiene nada que perder. Pero, por otro lado, en Managua vemos surgir grandes centros comerciales, modernos, con tiendas y cines de moda y gente muy acaudalada, con restaurantes caros, que se mantienen llenos".

"El problema principal de los años 90 para acá ha sido la pobreza", asegura Dora María Téllez, comandante guerrillera y ex ministra de Salud durante la revolución.

"El gobierno de doña Violeta de Chamorro compró la teoría de que el modelo neoliberal era adecuado para que Nicaragua saliera de la pobreza y dinamizara su economía. Después de 10 años, la realidad es que el país tiene una condición económica desmejorada, mucho más pobre que antes. Los pequeños y medianos productores han sido los grandes perdedores en la década anterior. Los bancos que les deban crédito fueron privatizados; los programas especiales de atención han ido decayendo. Con el tratado de libre comercio con Estados Unidos van a quedar peor todavía, como lo muestra la experiencia mexicana".

No es una opinión sólo de antiguos sandinistas. "Estuve contento con la elección de Violeta de Chamorro, con las elecciones libres que ha habido en Nicaragua desde entonces. He estado contento con la libertad de prensa, de expresión, de movimiento, he estado contento con muchísimas cosas políticas, pero no estoy contento con los problemas sociales que se están dando, con la falta de despegue económico que ha habido en este último gobierno, en el cual teníamos muchas esperanzas", dijo Adolfo Calero.

Hablan los campesinos

Es domingo. Parto temprano de Managua, hacia Somoto, a 220 kilómetros de Managua y a sólo 15 de la frontera con Honduras. Atrás queda el fondo seco del lago; trepo las montañas del norte. Busco a tres ex combatientes, dos sandinistas; el otro, antiguo sargento de la Guardia Nacional. Aquí lucharon unos contra otros; hoy trabajan juntos en una organización de ex combatientes.

Es ya mediodía cuando llegamos. Santos Modesto Andino tiene 40 años. Fue jefe de pelotón, y cuenta: "Tal vez cuando estábamos en la guerra no faltaba nada en el país. Más que todo, lo que la familia necesitaba lo encontraba. Mas hoy, en el tiempo que estamos viviendo, no ha habido una guerra; simplemente lo que ha habido son tres periodos de gobierno que han estado a partir de 1990 sin guerra, sin el país bloqueado, no ha habido nada. Más bien lo que hemos tenido es sufrimiento.

"A veces nosotros tenemos un refrán que dice: pues hombre, mejor hubiera guerra, porque mantenemos abastecimiento. Pero, claro, no es permitible que haiga una guerra. Porque, šquién vamos a querer guerra! Ya no queremos nada de eso; pero algunos, a veces, nos encontramos, para medio martiguar la situación y (...) šhombre! En tiempos de guerra estábamos abastecidos, y ahora, que no hay guerra, es cuando más de-biera haber comida, šy no hay nada! No hay empleo, aquí lo que hay es más corrupción. Esa es una de las causas que nosotros he-mos sufrido".

No hay nada. Quizás sea cierto, depende del punto de vista. María Antonia Gómez recibió cinco manzanas de tierra, en 1980. Siembra piña en Ticuantepe, a unos 25 kilómetros de Managua. "Los campesinos estamos pasando una tremenda situación, aquí en la zona de Ticuantepe, que es la más productiva, de piña, de tomate, de cebolla, de granos básicos. Hay varios que han vendido sus tierras, porque no tienen acceso a los créditos. Varios han vendido sus tierritas pa-ra sobrevivir", asegura.

"Si nosotros no cultivamos todo va a ir peor, vamos buscando el mismo rumbo de antes, que no teníamos nada..."

Que no teníamos nada... no teníamos nada... teníamos nada... nada... como si la historia comenzara otra vez...

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