.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
C U L T U R A
..

México D.F. Jueves 10 de junio de 2004

MEMORIAS DE LA CIUDAD /EFIGIES ERRANTES

Triunfa el automóvil sobre los monumentos a los héroes nacionales

Como auténticos peregrinos muchos de los monumentos para inmortalizar a ilustres personajes de nuestra historia han viajado de un punto a otro, por razones estéticas, sociales, de seguridad y las más de las veces políticas, pero, en ocasiones, a costa del impacto visual de la obra

JORGE LEGORRETA

bucareli1_OKSe dice que no hay historia sin territorio. En cada calle, esquina, plaza o parque existe una parte de la historia de México expresada en grandes y pequeños monumentos que inmortalizan la memoria de personajes importantes, y otros no tanto. Unos se van, otros se quedan y no pocos han transitado de un lado a otro como auténticos peregrinos.

Como en otras grandes ciudades del mundo, en la de México se concentra infinidad de monumentos levantados a hombres y mujeres ilustres que forman parte de nuestra historia. No existe prácticamente década alguna en que no se haya colocado, inaugurado, desplazado o inclusive suprimido, el monumento de algún héroe o personaje nacional.

Invariablemente, para la ubicación original del monumento se ha buscado el máximo dominio visual; por ello, casi siempre esas construcciones se han instalado en avenidas muy transitadas o bien en grandes glorietas. Así, durante algún tiempo, son los referentes visuales y urbanos más importantes del espacio público. Sin embargo, con el paso del tiempo y los sucesos históricos, muchos han sido llevados a sitios menos visibles. ƑPor qué?

Desde finales del siglo XIX el desplazamiento de los monumentos históricos se ha debido a dos factores: el primero, la presión social o política ejercida por determinados sectores de la población inconformes, que exigen sean reubicados en sitios que consideran más adecuados. Afortunadamente, en ese sentido han sido los menos, como El Caballito, Los Indios Verdes y la Diana Cazadora. El segundo, y más recurrente, es el derivado del crecimiento vehicular y de las necesarias adecuaciones viales para agilizar el tránsito, y en casos excepcionales, el del transporte colectivo. Es una política que, al pretender hacer más eficiente el tránsito urbano ha suprimido paulatinamente esa visión dominante del personaje en el espacio público. Los monumentos desaparecen de los principales cruces viales y se envían principalmente a parques de barrio. En cierto sentido, se trata de un triunfo del automóvil sobre los héroes nacionales.

Esas exigencias, constantes en una ciudad que pasó, en cien años, de una docena de automóviles a 4 millones y medio, son para la población razones más que justificadas para la reubicación de los momentos. De esa manera, se han desplazado las efigies de Bartolomé de las Casas, Enrico Martínez, José María Morelos, Pedro María Anaya, Venustiano Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, y muy pronto los será la de Cuauhtémoc.

Ofrecemos aquí, como parte de la memoria de la ciudad, un breve recuento de cómo han transitado por la ciudad algunos de los monumentos a los más importantes héroes y personajes de nuestra historia.

El Caballito

Aunque años antes existieron versiones en madera, la actual estatua ecuestre en bronce del rey español Carlos IV fue inaugurada el 9 de diciembre de 1803 en pleno Zócalo, donde compartía escenario con el entonces mercado de El Parián. Allí permaneció durante toda la guerra de Independencia, hasta que, protestas sociales antibéricas obligaron a trasladarla al patio de la desaparecida Universidad de México (contigua a la actual Suprema Corte de Justicia) durante el primer mandato de Guadalupe Victoria. Durante la presidencia de Mariano Arista y la alcaldía de Miguel Lerdo de Tejada, en 1852, fue enviada hasta los confines de la ciudad, exactamente donde comienza el paseo de Bucareli; durante la edificación del Paseo de la Reforma por Maximiliano, en 1866, fue desplazada unos cuantos metros para hacerla coincidir con el eje de dicho Paseo. Allí permaneció 127 años, hasta que nuevas exigencias viales obligaron a removerla en mayo de l979 a su actual sitio, la plaza Tolsá, en las calles de Tacuba. Algunos han manifestado que debería seguir cabalgando hasta el Castillo de Chapultepec, pues resulta insultante para nuestro pasado indígena que una de las patas traseras de El Caballito esté pisando un escudo imperial mexica. El autor es el famoso arquitecto y escultor Manuel Tolsá.

Los Indios Verdes

Fundidos en bronce para la Exposición Mundial de París en 1889, fueron colocados el 16 de septiembre de 1891 al inicio del Paseo de La Reforma, es decir, que durante algunos años acompañaron al famoso Caballito, de Manuel Tolsá. Representan las figuras de Izcóaltl y Ahizóltl, cuarto y octavo emperadores mexicas, respectivamente. Al poco tiempo, las protestas sociales de los sectores conservadores porfiristas reclamaron airadamente su reubicación; se argumentó que los monumentos no eran dignos de encabezar el Paseo Imperial. La investigadora Patricia Pérez consigna la siguiente nota de El Universal, publicada el 6 de agosto de 1892: "A la entrada del Paseo (de la Reforma) hay dos estatuas colosales de bronce oxidadas en verde(...) Esos monos están ocupando un puesto que de derecho les corresponde en la fundación nacional. šqué hermosos cañones saldrían de ellos(...) figúrese que mirándolos de lejos parecen fetos fuera de un frasco!" Así, en 1902 y a sólo 10 años de su inauguración, fueron desplazados hasta el canal de La Viga. En 1934, al ser entubado el canal, se enviaron a la salida de la carretera a Pachuca. Allí permanecieron hasta 1978, cuando por la apertura de la estación del Metro, fueron removidos escasos metros. Algunas personas han demandado su retorno al sitio original. El autor es Alejandro Casarín.

Diana Cazadora

Cuyo nombre original es La flechadora de la estrella del norte, y conocida popularmente como Diana Cazadora, fue colocada inicialmente en 1942 sobre la última glorieta del primer tramo del Paseo de la Reforma, ubicada frente a la puerta de Los Leones, de Chapultepec. Este monumento ha tenido diversos desplazamientos menores debido a remodelaciones y construcciones de obras viales. Por ejemplo, en 1967, cuando inclusive la restauración se aprovechó para retirarle el taparrabo que la cubrió durante muchos años; hubo otras más en l975, a raíz de la construcción del Circuito Interior. Por último, en l992 se trasladó a su actual glorieta del Paseo de la Reforma y Río Mississippi, lo cual significó la supresión, en el contexto de una amplia polémica, de una vistosa y original fuente del arquitecto Sergio Saldívar, colocada 10 años antes en honor del sistema de abastecimiento de agua del Cutzamala. El autor de la sensual escultura de la Diana es Juan F. Olaguíbel, y la fuente original es del arquitecto Vicente Mendiola.

Bartolomé de las Casas

La escultura de este fraile dominico llamado Padre de los Indios, que corona una bella fuente labrada en piedra, fue colocada en 1925 en la actual plaza de Seminario (costado este de la Catedral Metropolitana). Obra del arquitecto Roberto Alvarez Espinosa, fue trasladada en 1967 al interior del patio lateral de dicha catedral, donde permanece, debido a las adecuaciones de la plaza derivadas de la edificación de la línea 2 del Metro. En su lugar fue colocada la maqueta metálica de Tenochtitlán.

Enrico Martínez

Obra de Miguel Noreña, a este personaje de supuesto origen alemán que entre 1607 y 1608 fue el constructor del primer drenaje de la ciudad. La escultura en su memoria, representada por una figura femenina, fue inaugurada el 5 de mayo de 1881 por el entonces presidente Porfirio Díaz, en la actual confluencia de la plaza de Seminario con la calle de Moneda. La obra tuvo además el propósito de indicar con líneas horizontales el nivel de los lagos del valle de México y de ahí su denominación: Monumento Hipsográfico. Dio nombre a la famosa y más antigua cantina de la ciudad, inclusive hasta nuestros días: El nivel, ubicada en la misma esquina. Debido a las remodelaciones de la plaza, a raíz de la demolición del Seminario, en 1924 fue trasladada al lado oeste de la Catedral Metropolitana, precisamente donde comienza la calle 5 de mayo y frente al Monte de Piedad.

José María Morelos

Fue un regalo que el emperador Maximiliano hizo al pueblo de México, colocada en la plaza Guardiola, ubicada frente al hoy Sanborns de los Azulejos durante su efímera administración. Al parecer, ya que se carece de datos fidedignos, fue trasladada en 1940 a la colonia Morelos, debido a la remodelación urbanística que sufrió la plaza, precisamente al construir el edificio del Banco de México (edificio Guardiola), del arquitecto Carlos Obregón Santacilia. Morelos, sin su respectiva espada, se encuentra actualmente en las calles de Alfarería y avenida del Trabajo, en los límites del barrio de Tepito. Se desconoce el nombre de su autor.

Existe otro monumento errante de Morelos; sustituyó al de Pedro María Anaya en la antigua glorieta de Tlalpan y Héroes de 1847 y fue trasladado a la Alameda del Sur. También es de autor desconocido.

Pedro María Anaya

En sus memorias, el cronista de Coyoacán, don Luis Everaert, relata que la escultura de este héroe fue inaugurada hacia finales de los años 40 en la glorieta de Tlalpan y Héroes de 1847. Allí los tranvías le daban vuelta a manera de homenaje. En los años 60 fue trasladada al jardín frente al ex convento de Churubusco. El autor es Juan F. Olaguíbel.

Venustiano Carranza

L efigie de este personaje fue inaugurada el primero de diciembre de l960 en el pequeño jardín de Ródano, donde entonces se unían el Paseo de la Reforma y Melchor Ocampo. En 1975, debido a las adecuaciones viales en tiempos del regente Carlos Hank González, fue trasladada a la explanada de la delegación Venustiano Carranza, en la avenida Fray Servando Teresa de Mier.

Francisco Villa

Inaugurada el 20 de noviembre de l969 por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y el regente en turno, Alfonso Corona del Rosal, en la glorieta de División del Norte y avenida Universidad, la estatua de ese revolucionario estuvo allí hasta l979, año en que, debido a las adecuaciones de los ejes viales en tiempos del regente Carlos Hank González, fue desplazada al parque de Los Venados, en la avenida División del Norte. Su autor es Julián Martínez.

Emiliano Zapata

La escultura de este revolucionario, obra de Ignacio Asúnsolo, fue inaugurada en 1952 en la antigua glorieta de Huipulco, ubicada antaño en la confluencia de las calzadas Tlalpan y Xochimilco. Su fundición se hizo con aportes colectivos de los habitantes de la región, según relata el cronista de Tlalpan, Jaime Orozco. Con la sustitución de los tranvías por el tren ligero y, por tanto, la necesaria adecuación vial requerida, se trasladó en 1983 a la Alameda del Sur, ubicada en la calzada Miramontes. Los pobladores del Ajusco, muchos de ellos herederos de la memoria zapatista, han reclamado igualmente su retorno.

Cuauhtémoc

La escultura en memoria de este valeroso emperador mexica defensor de Tenochtitlán fue inaugurada el 21 de agosto de 1887 en la segunda glorieta del Paseo de la Reforma, situada en ese entonces entre la hoy calle de General Prim e Insurgentes. La propuesta de levantar el monumento a este héroe fue de Vicente Riva Palacio, en ese entonces ministro de Fomento. En 1949, fue desplazado sobre el mismo Paseo de la Reforma hasta el eje de Insurgentes. Este 2004, a 117 años de su inauguración, se propone regresarlo a su sitio original. El autor de la escultura fue Francisco M. Jiménez, pero a su muerte continuaron el trabajo Miguel Noreña, Gabriel Guerra y Jesús F. Contreras, este último fue el fundidor principal. Epitacio Calvo es el autor de las vistosas panteras con rasgos egipcios que resguardan las escaleras del monumento.

Otros errantes

Algunos otros monumentos han transitado por la ciudad por razones estrictamente estéticas, como los cuatro pegasos destinados originalmente a coronar la techumbre del escenario principal del Palacio de Bellas Artes. Fueron llevados al Zócalo en 1920 y regresados en 1933 (actualmente se encuentran en la explanada del palacio). Otros, debido a caprichos políticos, como los dos pescadores removidos de su sitio original en la avenida Alvaro Obregón (entre Monterrey y Tonalá) y trasladados en 1987 a una fuente en la misma avenida esquina con Medellín, y devueltos a su lugar original en 1999. Otros más han sido cambiados por seguridad, como la escultura de George Washington, obsequiada en 1910 a la ciudad de México por Estados Unidos y colocada al principio en la glorieta de Dinamarca y Londres (colonia Juárez); posteriormente fue enviada a la segunda sección del bosque de Chapultepec.

En toda la historia el desplazamiento de monumentos ha dado lugar a polémicas, protestas o irritaciones sociales, dependiendo, claro está, de la manera como se ha procesado la decisión, en el fondo siempre política. Es por ello que la existencia de una reglamentación precisa al respecto es poco viable. En algunos casos ha dado mejor resultado la creación de comisiones públicas o privadas, integradas por historiadores, cronistas, abogados, arquitectos, urbanistas, etcétera, que han opinado y dictaminado la decisión en un escenario más plural y colectivo.

La reciente propuesta de cambiar de lugar nuevamente el monumento a Cuauhtémoc ha generado polémica y un movimiento en contra. Es interesante recordar que el planteamiento ha surgido de dos proyectos urbanísticos presentados con 60 años de diferencia.

El primero fue del arquitecto Mario Pani, fue presentado en 1945 y también causó polémica, según el relato oral que el mismo Pani hiciera a Graciela de Garay, del Instituto Mora. En ese año se propuso edificar una espectacular glorieta con pasos a desnivel, estacionamientos subterráneos y 12 grandes edificios a su alrededor. En ese proyecto se planteó, por vez primera, mover a Cuauhtémoc hasta el eje de Insurgentes (la idea al parecer, fue también del arquitecto José Villagrán García). El plan no prosperó, a excepción del hotel Plaza construido por eso en forma semicircular. Pocos años después, en 1949, la efigie fue trasladada al sitio, como propusieron ambos arquitectos, en Paseo de la Reforma e Insurgentes.

El segundo proyecto urbanístico fue presentado entre mayo y junio de 2004 y también propone remodelar el mismo crucero, pero ahora con el propósito de agilizar el tránsito sobre la avenida Insurgentes, incluyendo nuevos sistemas de transporte; para ese propósito se requiere suprimir cualquier elemento físico a su paso; de ahí la propuesta de regresar el monumento a su sitio original. Aunque en estricto sentido no se trata de un desplazamiento hacia un parque menor, con esta reubicación pierde el dominio visual que adquirió durante casi 60 años en el cruce de Reforma con Insurgentes. Todo en aras de la modernidad vial.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email