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México D.F. Domingo 6 de junio de 2004

La publicación 27 de la revista fue presentada en el ring de la Arena México

Luna Córnea rinde homenaje a la lucha libre en su número más reciente

Lamentan que la televisión arrebatara al "deporte del pueblo" su aura mitológica

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

La lucha libre es uno de los espectáculos más fotogénicos que puede haber. Arriba o abajo del cuadrilátero, dentro de la arena o a sus alrededores, todo es susceptible de ser eternizado por una cámara fotográfica.

Desde la calle hasta la butaca, el observador queda inmerso en una danza inagotable de imágenes que surgen y se suceden como parte de un performance faraónico:

Los puestos de máscaras y luchadores de juguete desplegados sobre la banqueta son instalaciones dignas del más exigente museo de arte contemporáneo. Los carteles perpetúan una iconografía que se repite y al mismo tiempo se renueva. No tienen comparación los rostros descompuestos del público que celebra o lamenta los triunfos y derrotas de su ídolo. Tampoco los ojos oceánicos del niño embelesado en el vuelo de los coloridos guerreros enmascarados.

Sólo es cosa de ponerse en actitud cómplice y sin prejuicios para ingresar a ese mundo de inagotables posibilidades visuales y para entender por qué la revista de fotografía Luna Córnea rinde en su número más reciente (27) un homenaje al deporte del Pancracio y a quienes se han dedicado a documentar su fascinante bizarría.

El homenaje se amplía cuando los editores, encabezados por Alfonso Morales Carrillo (no confundir con el comentarista boxístico), eligen la Arena México como escenario para presentar en sociedad este número. Por esta razón el viernes pasado se vio alterado el movimiento cotidiano de la llamada Catedral de la Lucha Libre, fundada hace 71 años por Salvador Lutteroth.

Un par de horas antes de la función semanal, empezaron a llegar al lugar hombres y mujeres a todas luces diferentes de los concurrentes habituales. Los delataba no sólo su vestimenta sino la inocultable expresión de sorpresa ante lo que se ve por primera vez: entusiasmados curiosos, improvisados sociólogos o antropólogos en espontánea investigación de campo.

Hasta ese momento lo más extraño era ver a mitad del el ring una mesa con micrófonos, jarras de agua y los nombres de quienes en breve ocuparían la silla correspondiente: Alfonso Morales, director de Luna Córnea; Héctor Mauleón, periodista y escritor; Sangre Azteca, luchador; Salvador Lutteroth, actual propietario de la Arena México, descendiente del fundador; Orlando Jiménez, comunicólogo y fanático de la lucha libre, y Shocker, también luchador.

Sed significativa, pero inapropiada

Aunque fue significativo elegir la Arena México para la presentación, a la hora del rollo resultó de lo manos apropiada. Las voces de los participantes se perdían, reverberando en la inmensidad del local hasta ese momento ocupado sólo en una parte mínima. El público de verdad llegaría más tarde.

Morales hizo las presentaciones de rigor y pidió disculpas por profanar el recinto con "usos menos sagrados que una patada voladora". Pero Morales no es un oportunista en la materia, sabe de lo que habla y es ampliamente reconocida su labor como estudioso e investigador del arte popular mexicano.

A él tocó presentar un invitado inesperado para el público: Daniel García, mejor conocido en su momento como Huracán Ramírez, quien después del Santo y de Blue Demon, es uno de los más queridos y emblemáticos representantes de la lucha libre mexicana.

Por un instante, volvió a ser motivo de aplausos y reconocimiento. A su alrededor se formó un grupo de admiradores para solicitarle un autógrafo. Firmó revistas Luna Córnea (seguro serán de colección), máscaras, carteles y hasta papeles en blanco. No paró hasta el fin del acto. No se quedó a ver las luchas que siguieron a la presentación, pero sí se tomó tiempo para detener a un vendedor de máscaras y comprarle una de Huracán Ramírez.

Mauleón recordó que la lucha libre es una singular puesta en escena de la interminable lucha del bien contra el mal. Al bien lo representan los técnicos, y al mal los rudos. Dijo también que, para la generación a la que pertenece, después de los comics y películas del Santo el mundo no volvió a ser lo que había sido. Y aseguró que en mediados de los años 80 del siglo pasado, la televisión hizo perder a la lucha su aura mitológica.

Orlando Jiménez contó cómo surgió su interés por la lucha libre, revivió su emoción al evocar el cine de luchadores.

Shocker fue breve y directo: "Bienvenidos a nuestra casa, su casa. Me da mucho gusto que haya escritores que me hablen de cosas que no tuve oportunidad de ver". Y destacó que Luna Córnea ofrece "una recopilación de datos increíble".

Sangre Azteca no se quedó atrás: "No me queda más que decir que gracias a todos los que hicieron posible la revista. Léanla, cómprenla". Y remarcó: "La lucha libre es el deporte del pueblo y nunca va a pasar de moda".

Terminada la presentación vinieron las luchas y la repetición del rito que se ha vuelto surtidor de leyendas y de una iconografía memorable, como lo constata el nuevo número de Luna Córnea.

Vampiro Canadiense y Pierroth se enfrentaron a Shocker y Negro Casas; Atlantis, Blue Panther y Mr. Niebla a Tarzán Boy, Ultimo Guerrero y Rey Bucanero; Canek, Rayo de Jalisco y Brazo de Plata a Dr. Wagner, Ojumura y Apolo Dantes.

Y empezó eso que en Gabriel Rodríguez Alvarez denomina en Luna Córnea "Guerra de mentiras":

"La lucha libre parte de algo muy sencillo: entretener al público. Su naturaleza es el espectáculo a través del combate y para llevarse a cabo es precisa la condición atlética y el sentido escénico. A esa combinación se suman invariablemente los otros participantes de la lucha, porque esa es otra de sus características: es una coreografía, un ballet que se compone de uno o varios protagonistas en tres matchs, donde existe un punto de riesgo en el que todo se puede echar a perder, tanto las caídas a favor como la integridad física de los que en ésta participan..."

Este es el meollo y a partir de aquí ocurre todo: los gritos y las mentadas de madre del público; la vendimia dentro y fuera; los golpes... las imágenes.

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