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México D.F. Domingo 6 de junio de 2004

A más de dos años del cierre, sacan "fuerzas de flaqueza" y afirman que ganarán

Empleados de Euzkadi sueñan con la reapertura de planta en El Salto

La empresa mantiene su postura: ni un peso más de finiquito; "ya no es negocio producir en México"

FABIOLA MARTINEZ ENVIADA

El Salto, Jal., 5 de junio. Todos los días, desde el 22 de enero de 2002, un grupo de trabajadores permanece en guardia frente a las banderas rojinegras colocadas en la llantera Euzkadi, propiedad de la trasnacional alemana Continental.

Ese panorama que resultaba común en los años 80 y 90, lapso en el que se acumularon mil 418 conflictos de ese tipo; ahora, el movimiento en Euzkadi es prácticamente un caso peculiar, si se toma en cuenta la estadística oficial más reciente: en lo que va del año sólo han estallado nueve huelgas, y el acumulado sexenal reporta 134.

Sin embargo, esa cantidad no es sinónimo de cumplimiento de la ley, porque los 595 trabajadores (376 menos que al inicio del conflicto) continúan como protagonistas de un entramado jurídico que cumplió ya 30 meses. También siguen a la espera de una nueva oferta de liquidación y pago de salarios caídos, registrados desde que el patrón cerró unilateralmente la fábrica.

Los otrora obreros privilegiados de la industria hulera, con salarios que podían alcanzar los 5 mil pesos semanales, confían en la reapertura de la planta, luego de que la empresa Llantisistem manifestó su interés de comprar la maquinaria para echar a andar el negocio, aceptando a los huelguistas como mano de obra calificada y socios. Pero mientras el litigio avanza, dicha posibilidad es sólo una esperanza, casi un sueño al que se aferra un puñado de huelguistas, padres de familia afectados ya por la desesperación.

Municipio "medio marginado"

La planta de Continental (hastal 2001 parte fundamental del corredor industrial de la región) se ubica a 15 minutos del aeropuerto de Guadalajara. Por la carretera que conduce a la capital jalisciense se aprecia enseguida el entronque hacia El Salto, señalado en los documentos gubernamentales como un municipio "con grado de marginación media", con poco más de 70 mil habitantes.

Desde cualquier punto de esa zona se alcanza a ver el enorme galerón que resguarda en sus bodegas miles de llantas "atrapadas" allí desde el inicio de la huelga. El logotipo de la empresa es ya un descolorido recuadro color naranja dibujado en paredes azules desgastadas, igual que la moral de cada uno de los obreros.

El "campamento" de la huelga recuerda el resguardo solitario y polvoriento que tuvieron por siete años los trabajadores de la extinta Sosa Texcoco, en Ecatepec, estado de México. Ahora son los de Euzkadi quienes tratan de sacar fuerzas de flaqueza y declaran, una y otra vez, que ganarán; afirman que la ley les da la razón y repiten, casi para sí, que "por dignidad" no recibirán el cheque con un finiquito sentenciado por la empresa desde el 20 de marzo pasado como ultimátum.

Lo anterior, a pesar de que -según testimonios recabados entre los huelguistas- sus nombres están incluidos en una suerte de "lista negra" en el corredor industrial de El Salto, motivo por el cual "aun cuando te den chamba en algún lado, en cuanto saben que somos de Euzkadi vamos pa' fuera", señala Carlos Nuño, uno de los trabajadores que muestra no sólo desesperación por haber pasado de obrero modelo a músico ambulante en su pueblo, sino por el pesar de ya no tener servicio médico para atender a su hijo enfermo. Ya no tiene dinero ni para llevarlo al Teletón, no hay para el pasaje. "¿Qué querrá el presidente Fox, que robemos?", se pregunta.

En la guardia de ocho horas frente a la planta, resguardada por una especie de barricada hecha con tierra, cascajo y llantas viejas, están también mecánicos de mantenimiento, almacenistas y constructores de neumáticos. Uno de ellos, Rodolfo Estrada, por fin consiguió un empleo para irla pasando. En nada se compara a las condiciones anteriores; ahora labora en un pequeño taller en Guadalajara, donde le pagan 2 mil 800 a la semana, pero sin prestaciones ni seguridad social.

"Según los empresarios, nosotros éramos un 'mal ejemplo' para el resto de obreros de la zona... Ganábamos bien, es cierto, pero también era buena la chinga", comenta Salvador Hernández, obrero con 20 años de antigüedad en la planta de tratamiento, lugar en el cual, afirma, sin protección adecuada se manejaban sustancias como amoniaco, sosa y formol.

"Era el bamburi (mezcla del hule), donde estábamos todos los días en contacto con negro de humo, brea, solventes y activadores. La empresa decía que estábamos en perfectas condiciones de salud (mismo enunciado que aparece en las cartas de finiquito por 'renuncia voluntaria' que han tenido que firmar más de 300 obreros), pero lo cierto es que trabajábamos sin mascarillas -agrega- y hasta comíamos ahí si la producción era demasiada. Eso sí, la empresa siempre presumió su ISO-9000 de calidad de exportación", indica.

Los trabajadores se niegan a aceptar liquidaciones de entre 70 y 280 mil pesos por más de 20 años de antigüedad. Aquí, vuelven a repetir, "el asunto es la dignidad del sector obrero. Se trata de que nos respeten, que no vengan extranjeros a pisotear nuestras leyes con el aval del gobierno

Los obreros que han aceptado su cheque reciben la misma cantidad que el monto asignado por Continental aquel 16 de diciembre de 2001, más 10 por ciento adicional que propuso la empresa como última opción, advertencia que aparece claramente en las cartas que envió a cada uno de los domicilios de los empleados.

Los directivos de la compañía argumentan que no es posible reabrir la fábrica porque el mercado interno mexicano está invadido de neumáticos ingresados por contrabando o por medio de importaciones de países asiáticos, comercializados a un precio mucho menor que los costos de producción en Euzkadi.

Es por ello que se niegan no sólo a reabrir, sino a elevar la cifra de finiquito. "Producir llantas ya no es negocio en México y, por ello, resulta imposible soportar además los gastos derivados del contrato ley de la industria hulera", insiste el abogado de la empresa, Jorge de Regil.

La postura patronal es firme desde el inicio del conflictoñ prácticamente no ha variado, aun cuando el caso ha alcanzado niveles sin precedente: un grupo de obreros asistió en mayo pasado a la asamblea anual de accionistas de Continental, en Alemania; diversos medios de comunicación alemanes han difundido esta situación e incluso el caso fue inclusive en la agenda bilateral del reciente encuentro entre el presidente Vicente Fox y el canciller alemán Gerhard Schroeder.

Con todo, la huelga fue declarada legal apenas en febrero pasado, dos años después del inicio de la misma, mientras que los representantes de Continental persisten en su argumento de que todo empresario tiene el derecho a cerrar su fábrica cuando el negocio deje de ser viable, y afirman que su responsabilidad laboral concluyó al depositar en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje el finiquito de cada uno de sus obreros.

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