.. | México D.F. Domingo 6 de junio de 2004
Marchan miles en rechazo a visita del presidente
de EU
En un tenso clima político, hoy se festeja desembarco
en Normandía
YURIRIA ITURRIAGA CORRESPONSAL
Paris, 5 de junio. Jefes de Estado y de gobierno
de Europa, así como el presidente de Estados Unidos, tienen una
cita este domingo para conmemorar el 60 aniversario del desembarco de las
tropas aliadas inglesas y estadunidenses, junto con contingentes canadienses
y franceses del exilio entre ellas, en la costa normanda de Francia.
Si
en el 20 aniversario el presidente francés, Charles de Gaulle, anfitrión
de los festejos, no mostró entusiasmo por considerar que los aliados
lo marginaron de la operación que desencadenó la liberación
de su país de la ocupación alemana, en 1984 el presidente
François Miterrand presidió la ceremonia al lado de Ronald
Reagan y en el cincuentenario invitó incluso a Helmut Kohl, el canciller
federal alemán, quien declinó asistir. Mientras tanto, el
actual canciller federal de Alemania, Gerard Schroeder, estará presente
en el mismo campo de batalla donde comenzó la derrota del ejército
de su país, en ese entonces defensor de la barbarie del nazi-fascismo.
La presencia del mandatario de Estados Unidos, George
W. Bush, ha enrarecido la atmósfera política y social en
este 60 aniversario. El gobierno francés, por su parte, ha tomado
medidas de seguridad como si fueran "tiempos de guerra". Tanto en París,
donde 5 mil policías y mil 500 militares rodean un amplio sector
del centro debido a la visita de Bush a esta capital, como en la costa
de Normandía y los pueblecillos y ciudades aledañas, donde
habrá cerca de 150 ceremonias y adonde llegaron, desde hace 15 días,
efectivos policiacos y del ejército para cuidar el desfile proveniente
de varias partes de Europa y de aeropuertos especiales, de viejas pero
impecables unidades militares de los aliados de la Segunda Guerra Mundial.
Porque con estas piezas de museo y otros vehículos de guerra en
pleno uso se instaló una verdadera, aunque transitoria, "base militar"
estadunidense en la región, con sus propias tiendas de abasto y
hospital de campaña, lo que no deja de evocar la ocupación
de Irak por el mismo ejército.
No obstante eso, los habitantes de la vasta región
normanda, muchos de ellos testigos agradecidos del desembarco que los liberó
de la bota nazi, adornaron sus casas con motivos patrióticos y banderas
estadunidenses, dedicándose a visitar las áreas ceremoniales
hasta ayer, y estremecerse con el espectáculo de 15 mil paracaidistas
estadunidenses cayendo felices al reproducir el salto de sus abuelos en
aquella memorable mañana pero sin ningún riesgo.
Por su parte, los medios de comunicación no han
cesado desde hace dos semanas de transmitir reportajes sobre los veteranos
de esa guerra y, en especial, sobre veteranos estadunidenses radicados
en Francia o recién llegados de Estados Unidos. Cien de estos últimos,
invitados del gobierno francés, fueron objeto de una recepción
reservada a jefes de Estado. Además, fueron galardonados con la
legión de honor por el presidente Jacques Chirac.
Y es a estos veteranos de 80 años o más
que el pueblo francés rinde homenaje en estas fechas, pues, como
dicen desde los historiadores e intelectuales entrevistados por los medios
hasta hombres y mujeres comunes: "celebramos a los aliados caídos
en la guerra que nos liberó, no a Bush".
Este sábado, 200 mil manifestantes contra el proyecto
gubernamental de reducir las prestaciones sociales, convocados por ocho
federaciones sindicales identificadas desde la izquierda extrema hasta
los demócratas-cristianos, desfilaron clamando consignas y mostrando
pancartas, entre las cuales se veía y oía: "Muera Bush, asesino"
o "Bush, go home". Marcharon entre la plaza de la República
y la de la Nación, fuera de su ruta habitual, a causa de las medidas
de seguridad que protegen justamente al estadunidense de la cólera
multitudinaria de los franceses, tan pro estadunidenses durante 58 años
hasta la llegada de Bush a la Casa Blanca.
Al finalizar la marcha sindical, en la plaza de la Bastilla,
24 mil personas se unieron en un grito: "Bush, fuera de Irak".
Mientras tanto, en el palacio del Eliseo el presidente
Chirac declaraba: "Queremos desear a los iraquíes que recuperan
su soberanía (...), pero lo que nos preocupa todavía es la
inseguridad".
A ello, Bush contestó con una sonrisa de lado a
lado: "Por eso no dejaremos solo a Irak (...) y además su nuevo
primer ministro nos ha pedido que nos quedemos". Después de haber
resuelto, al menos aparentemente, el motivo de su discordia, los presidentes
Chirac y Bush, el secretario de Estado Colin Powel y altos funcionarios
franceses, junto con sus esposas, cenaron un platillo que, según
los expertos en protocolo, no podría incluir pavo ni foie gras para
evitar malentendidos.
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