José Antonio Rojas Nieto

El juego fiscal de las gasolinas

La comparación de precios internos y externos de gasolinas -en nuestro caso la Magna y la Premium, y en el de nuestro vecinos la Regular sin plomo y la Premium- es muy ilustrativa. Desde 1992, y con la única excepción de 1995 y algunos meses de 1996 (justamente por la devaluación), los precios internos en dólares superaron a los externos. Pero, por la tremenda elevación reciente en el crudo, en mayo las cotizaciones spot de gasolinas se dispararon poco más de 20 por ciento, casi igualando a las internas.

Ahora bien, según datos del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE), esta alza en el mercado spot se reflejó inmediatamente en los precios al consumidor final. Con ello, la gasolina Regular sin plomo subió de 1.76 a 2.21 dólares por galón (74 a 93 dólares por barril), y la Premium de 1.95 a 2.43 (82 a 102 dólares también por barril). Se trata de precios promedio en las ciudades de Estados Unidos. Incluyen cuatro componentes primordiales:1) costo del crudo refinado, 2) costo y ganancia de refinación, 3) costos y beneficios de distribución y comercialización y 4) finalmente, impuestos federales y estatales.

A esta elevación debe referirse Petróleos Mexicanos (Pemex) en su boletín del 3 de junio, en el que (ya con días de retraso) trata de justificar el alza aplicada a las gasolinas a partir del primero de junio, superior al deslizamiento inflacionario acostumbrado de uno o dos centavos por litro. La Magna subió dos centavos para llegar a 6.13 pesos por litro. Y la Premium 21, para venderse a 7.25 pesos por litro. Con un tipo de cambio de 11.50 pesos por dólar, estas alzas situaron nuestras gasolina Magna y Premium en 85 dólares y 100 dólares por barril, respectivamente.

Pemex justifica el ajuste para ubicar el valor de nuestras gasolinas a las condiciones de mercado. Y aunque es cierto -como se asegura- que mensualmente se importan cerca de 300 mil barriles diarios de gasolina, y éstos se pagan a precios internacionales, Pemex omite decir que otro efecto inmediato -anhelado por la Secretaría de Hacienda- es no sólo no perder la aportación fiscal de las gasolinas, sino incrementarla.

Expliquemos esto hoy, con el ánimo de dejar para otra ocasión algunos elementos que permitan entender, aunque quizá no justificar, el ajuste a la baja del precio de nuestro crudo de exportación destinado a la costa oeste de Estados Unidos. Como lo subrayó ayer sábado La Jornada, también en un boletín reciente lo informó Pemex, aunque el asunto quedó sin explicación alguna cuando fue negado por el mismo Presidente de la República a pregunta expresa de varios reporteros este viernes. Pero bueno, ya hablaremos de cómo es que la ampliación de la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que se registrará a partir del primero de julio (2 millones de barriles diarios) y del primero de agosto (medio millón más), y la de otros importantes productores -México incluido-, se tendrá una fuerte carga de crudos pesados, lo que tiende a desvalorizarlos relativamente. šPero, no nos centremos más en esto, volvamos a las gasolinas!

También en México son cuatro los componentes del precio de las gasolinas. Veamos el de la Premium. Primero está el costo del crudo, en nuestro caso principalmente Istmo, que Pemex Refinación paga a precio internacional (llamado precio interorganismo) a Pemex Exploración y Producción (PEP), y que actualmente ronda los 33 dólares por barril. Pero si consideramos un costo de producción del crudo de no más de 4.50 dólares por barril (el que acepta la Ley de Ingresos aprobada por el Congreso), concluimos que la Secretaría de Hacienda recoge no menos de 28.50 dólares por barril, bajo la forma de derechos de extracción de hidrocarburos, que no sólo se recogen del crudo exportado, sino también del vendido internamente.

El segundo componente del precio de la gasolina lo determinan los costos y los beneficios de la refinación, que en estos momentos y con cierta generosidad podríamos ubicar en 10 dólares por barril. Estos dos componentes nos arrojan 43 dólares por barril en la formación del precio y 28.50 dólares de derechos. Al llegar al tercer componente sumamos márgenes de distribución y comercialización, que según estándares estadunidenses equivaldrían a los costos y beneficios de refinación, es decir, 10 dólares. Esto nos ubica el precio en 53 dólares, con los mismos 28.50 de derechos que recoge Hacienda. Pero ya comentamos antes que en junio el precio al público de la Premium es de 100 dólares, por lo que nos quedan 47 dólares de diferencia: 13 de impuesto al valor agregado (IVA) y 34 restantes del famoso impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS).

En suma, descontando costos y beneficios, tenemos 75.50 dólares por barril de impuestos; 28.50 de derechos de extracción que recogió Pemex Exploración y que entregó a Hacienda; 34 dólares por barril que recogió Pemex Refinación como IEPS y que también entregó a Hacienda; finalmente 13 dólares que se recogieron en la bomba como IVA y que entregó el distribuidor a Hacienda. Y la importación de gasolinas no viene sino a profundizar esta aberrante estructura.

Todo esto demuestra que ni Pemex ni Hacienda ni la Presidencia dicen toda la verdad a la sociedad. Desgraciadamente tampoco el Congreso, que fue quien, finalmente, aprobó la miscelánea fiscal de este año. šQué lamentable! ƑEsta es la fiscalidad que queremos? La sociedad necesita discutirlo a fondo. Sin duda.

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