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México D.F. Domingo 6 de junio de 2004

REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

El performance más largo del sexenio más breve

La sucesión en la sociedad del espectáculo
Caso Roberto Mora y las agresiones a periodistas

PRIMERA ESCENA: "Te destapas y te vas". El 31 de mayo el efímero secretario de Energía, Felipe Calderón Hinojosa, anunció en rueda de prensa su renuncia al cargo que ejerció durante escasos nueve meses. Indignado, calificó de "injusto y desmedido" el regaño presidencial de un día antes. Vicente Fox consideró que el autodestape de Calderón fue "más que imprudente" y "fuera de lugar y de tiempo". Los medios se olvidaron de que apenas unas horas antes se realizó una cumbre internacional con más de 30 mandatarios de América Latina y Europa. También se minimizaron las denuncias de torturas a un grupo de manifestantes en Guadalajara. Surgió un nuevo y jugoso escándalo: el de los panistas históricos frente a los foxistas histriónicos.

SEGUNDA ESCENA: "Sólo quiero reglas claras". Calderón Hinojosa acudió al estudio de Televisa. En una anticlimática entrevista con Joaquín López Dóriga, mientras éste le insistía en que si ya se considera precandidato presidencial, el ex secretario se escabullía: "mañana daré explicaciones (...) sólo quiero pedir reglas claras" para el "juego sucesorio". Expresó su deseo de que la dimisión no provoque "desencuentros" y la única crítica directa se orientó a la ausencia de un regaño presidencial similar a otras figuras del gabinete, como Santiago Creel, que también quiere ser candidato.

TERCERA ESCENA: Entre habilitados e inhabilitados. El jueves 3 de junio, la sección instructora de la Cámara de Diputados le notificó al jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, el inicio de su proceso de desafuero. El mismo día, Marta Sahagún volvió a deshojar la margarita de la sucesión hereditaria. Lloró mientras citaba a santa Teresa de Jesús y dijo que su "vocación" es de servicio. Abrazó a unas religiosas y volvió a repetir que tanto hombres como mujeres están en las mismas posibilidades para aspirar a la Presidencia. La eternidad y la vanidad no provocan regaños ni autocontenciones. El viernes 4 de junio, la PGR volvió a abrir fuego, después de una nada velada estrategia de filtraciones, para acusar al gobernador de Oaxaca, José Murat, de haber mentido en sus declaraciones sobre los sospechosos sucesos del 18 de marzo. El mandatario estatal descalificó como "payasadas" el reporte del subprocurador y surgió otro miniescándalo político.

Y ASI PUEDE transcurrir otra semana más, entre destapes, descartes, escándalos exprés y ceremonias de halago de una clase política autoderrotada frente a Brozo que se despidió de su informativo chacotero, a la altura del país del "no me pendejees". Mientras tanto, un alcalde panista impone el toque de queda en Tlalnepantla, la gasolina incrementa su precio, los secuestros se disparan y el Presidente abraza a un grupo de madres de Ciudad Juárez que escuchan más de lo mismo sobre los asesinatos de más de 300 mujeres en la zona fronteriza, cuyos expedientes se han convertido en una ronda de disputa entre instancias burocráticas en nombre del feminicidio.

LA POLITICA COMO un performance imparable de la sucesión presidencial se convierte así en la mejor muestra del estilo personal de desgobernar en la era foxista. Si el proyecto sexenal se extravió en una boda mercadológica al año de iniciar el gobierno y en la enésima promesa sin sustancia, si los problemas reales tienen menos rating y no alcanzan a ser escrutados en las encuestas de popularidad trimestrales, entonces nos quedamos con los melodramas delirantes. Si por aparecer ya se puede ser candidato presidencial, entonces todo se reduce a una representación cotidiana de una elite que insiste en abreviar el sexenio y prolongar la campaña electoral.

NO ES QUE la silla presidencial esté vacía, sino que en el camino se ha vaciado de contenidos, hasta tal punto que el performance es la silla virtual. Los rituales autárquicos del priísmo (el dedazo, el tapado, la cargada y la pasarela del gabinete) no han desaparecido. Más bien se han sobrepuesto al strip-tease de los suspirantes incontenibles y a la videodecadencia de quienes protagonizan los escándalos morales de cada semana. Los nuevos usos y costumbres de la ambición sucesoria se exhiben todos los días como el único bien intercambiable en el mercado político. Lo practican todos quienes a sí mismos se ven como políticos. Si la esposa, el dueño de una farmacia, un ex canciller sin carisma que se autopromueve en revistas de televisión y hasta un boxeador de reality show pueden hacer simulacros de aspirantes presidenciales, Ƒpor qué los demás no? Prácticamente todos le entran al performance, y hasta aquellos que se declaran "muertos" reviven todos los días, como parte del mismo espectáculo.

EN SU ENSAYO La sociedad del espectáculo, Guy Debord subrayó que el "espectáculo no es un conjunto de imágenes sino una relación social entre las personas mediatizadas por las imágenes". Esa relación conduce al "principio del fetichismo de la mercancía". La sociedad del espectáculo, como la que vivimos en este largo performance sucesorio, se reduce al "monólogo autoelogioso, al autorretrato de un poder que vaciado de sustancia se ha convertido en una representación cotidiana de sí mismo".

NO SERA EN el 2006 cuando culmine este simulacro, porque no se trata de un proceso marcado por plazos ni tampoco un montaje con argumento claro y desenlace previsible en las urnas. Por eso se trata de un performance: porque es un continuo de inconexiones y de representaciones del poder mismo al margen de la sociedad. Cuando nos demos cuenta del tiempo perdido veremos que nunca se inició ni terminó un sexenio. Solamente se prolongó una campaña que dejó intactos los poderes reales, que nunca cambiaron de sitio.

Idus de mayo contra la libertad de expresión


POCAS COSAS HAN cambiado desde el homicidio de Manuel Buendía, hace 20 años, si tomamos en cuenta la indiferencia, la indolencia o los prejuicios asumidos o inducidos en los medios que han teñido los recientes crímenes contra periodistas, como el caso de Roberto Mora, director editorial del periódico tamaulipeco El Mañana, ocurrido el 19 de marzo. Mora García, autor de la columna El Puente, en la que cotidianamente denunciaba la corrupción y penetración del narcotráfico en las autoridades municipales y estatales, murió apuñalado la madrugada de ese día. Las autoridades no investigaron las líneas lógicas derivadas de su oficio. A cambio, prefirieron construir una historia que atribuía el homicidio a un "crimen pasional" entre homosexuales. Sin acreditar ningún vínculo ni relación con Mora García, sus dos vecinos Hiram Oliveros Ortiz y Mario Medina fueron aprehendidos, torturados y encarcelados. El 13 de mayo fue asesinado en el Cereso II de Nuevo Laredo Mario Medina, presunto "asesino material". A este nuevo crimen se han sumado un rosario de irregularidades y un nada velado clima de homofobia que hacen presumir que desde las autoridades ministeriales se ha inducido el odio y la intimidación.

LA COMISION EN Memoria de Roberto Mora presentó esta semana un amplio informe que revela la impunidad y la homofobia prevalecientes en los dos crímenes. Amnistía Internacional anunció que tomará cartas en el asunto al acreditarse la tortura a los acusados y la ausencia de las medidas cautelares solicitadas antes de que Mario Medina fuera asesinado con 88 puñaladas y el riesgo de que otro crimen de odio ocurra con Hiram Oliveros. Ni la presión del consulado estadunidense y las dos notas diplomáticas enviadas por la embajada de Estados Unidos a las autoridades de Tamaulipas han provocado la reacción de indignación y enojo que se esperaría entre el gremio periodístico y las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Salvo la insistencia del periódico El Mañana, este caso ha sido escasamente documentado.

EL ASESINATO DE Roberto Mora García es el quinto contra un periodista en Tamaulipas durante el gobierno de Tomás Yarrington, según un reporte del Centro de Estudios Fronterizos y Promoción de Derechos Humanos, que ha documentado además otras 27 agresiones a reporteros e informadores en el mismo lapso.

POR SUPUESTO, EL clima de hostigamiento contra los periodistas se vuelve moneda común en aquellos sitios donde los informadores osan romper con el velo de la censura que imponen los intereses del crimen organizado y las autoridades judiciales. El 2 de junio, la organización Reporteros sin Fronteras documentó que en los 15 días anteriores "más de 15 periodistas de provincia han sido víctimas de violencia, amenazas o presiones judiciales".

LA ORGANIZACION CITA el caso del hostigamiento a un grupo de nueve reporteros de Ciudad Juárez. El 27 de mayo un agente de la procuraduría de esta entidad citó a los periodistas David Domínguez, de Radio Cañón 200; Jacinto Segura, de El Mexicano; Gabriel Jasso, de Canal 56, afiliado a Televisa; Armando Rodríguez, de El Diario; Raúl Pérez, de Tv Azteca; Víctor Armando Rey, del Canal 5 local; Edgar Román, de Canal 44, y dos reporteros de El Norte de Juárez (diario que ha sido objeto de un sistemático acoso de las autoridades), Carlos Huerta y Salvador Castro, para que citaran sus fuentes relacionadas con la información sobre los asesinatos de mujeres en esta ciudad. Por supuesto, esta violación al secreto profesional no preocupa ni a la CNDH ni a la comisionada Guadalupe Morfín ni a la nueva fiscal nombrada para investigar la ola de homicidios contra mujeres en esta ciudad.

OTRO CASO DOCUMENTADO por Reporteros sin Fronteras es el de tres periodistas de Colima (Maximiliano Cortés Zepeda, de Radio Variedades; y Mario Solís Espinoza y Edgar Badillo Medina, de Diario de Colima), agredidos hace dos semanas por una veintena de jóvenes, dirigidos por Samuel Rodríguez Moreno, sobrino del ex gobernador Fernando Moreno Peña. Los agresores se refirieron a informaciones difundidas por los tres periodistas que denunciaron el consumo de alcohol y de drogas por el sobrino del ex gobernador.

EN COLIMA, COMO en Tamaulipas y en Ciudad Juárez, también se han registrado crímenes de odio contra mujeres y homosexuales, que insistentemente se ha tratado de reducir a "crímenes pasionales" o "situacionales". Los informadores que osen profundizar más allá del prejuicio prevaleciente se convierten también en víctimas de esta espiral de violencia e impunidad. Como le sucedió a Roberto Mora, y hace 20 años a Manuel Buendía.

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