.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones

P O L I T I C A
..

México D.F. Jueves 3 de junio de 2004

Soledad Loaeza

El voto de los extranjeros en México

Tan preocupados estamos por el voto de los mexicanos en el extranjero que hemos pasado por alto el voto de los extranjeros en México, a pesar de que cada día cobra mayor visibilidad e importancia. Se expresa de manera indirecta en presencia física en actos políticos y en apoyos financieros de diversa magnitud, pero su objetivo es influir en decisiones de gobierno o en resultados electorales. Pocos cuestionan la participación de los extranjeros en la competencia por el poder en México; muchos editorialistas la defienden en nombre de la democracia; varios partidos la promueven de manera solapada. El voto de los extranjeros en México también se canaliza en estrategias de campaña de precandidatos que sin ningún sonrojo acuden al exterior para movilizar votos y dineros de no mexicanos.

La búsqueda de este apoyo es en primer lugar una confesión de debilidad que en los tiempos actuales no puede justificarse por la ausencia de vías o libertades democráticas. Los mexicanos que recurren al extranjero para alcanzar el poder en México, sugieren con su acción la propia incapacidad para capturar la imaginación y la energía de los votantes locales y la necesidad de buscar en otra parte bases de apoyo. Las implicaciones de que la democracia mexicana se construya con el voto de los extranjeros no son menores. En primer lugar, lo obvio, y como se dice en inglés There is no such thing as a free lunch. ƑQué prometen o qué dan a cambio de ese voto quienes lo procuran? En segundo lugar, Ƒcuál es la legitimidad de un gobernante o de una solución que viene de afuera?

Habrá quien piense que nuestros muchos infortunios políticos han destruido el orgullo nacionalista que por décadas distinguió a México; sin embargo, la historia enseña que el nacionalismo es como la materia: no muere, sólo se transforma. Así que resulta prematuro descartarlo, como bien ha podido comprobar el presidente Fox cada vez que se pasa de obsequioso con el gobierno de Washington. Lo que no sabemos es cómo regresará: Ƒserá un nacionalismo populista y reaccionario?, o Ƒse habrá transformado en forma positiva en el sentido en que han cambiado las instituciones políticas?

La identidad de los votantes extranjeros varía según la preferencia ideológica. Bajo la denominación "sociedad civil internacional" actúan grupos como los monos blancos, que en San Cristóbal de las Casas y en distintas reuniones internacionales despliegan un exuberante compromiso con las causas del tercer mundo. No hay duda que sus actividades en México están encaminadas a favorecer a los partidos de izquierda que defienden con vehemencia esta participación como si fuera prueba de la autenticidad de la democracia mexicana. Lo mismo ocurre con los grupúsculos de opinión que se dicen partidos incipientes, y que con el apoyo financiero de fundaciones por la democracia de Estados Unidos funcionan como partidas volantes a la caza de dólares y de espacios en los medios, antes que de votos.

El mismo presidente Fox no está muy lejos de quienes ven en la presencia de los extranjeros en México una alternativa a su propia debilidad, cuando invita preferentemente al capital foráneo a atender las necesidades de la economía mexicana, como si la magnitud de este tipo de inversión fuera medida de éxito económico. Algunos de sus tropiezos más aparatosos con la opinión pública mexicana han ocurrido cuando con más empeño ha buscado el cariño de George Bush. Sin embargo, habría que recordar que la buena química entre Bush y Fox, de la que éste tanto se ufana, nada tiene de extraordinario. Salvo en el caso de Jimmy Carter y José López Portillo, las relaciones personales entre los presidentes de Estados Unidos y de México siempre han sido buenísimas: Eisenhower invitó a Ruiz Cortines a pescar, Kennedy bailó con Avecita López Mateos en la Casa Blanca, Johnson y Díaz Ordaz se comprendían sólo con la mirada, Echeverría era una valiosa fuente de información para Nixon. Así podríamos seguir revisando uno a uno y llegar a la conclusión de que existe un patrón de relaciones de simpatía entre Los Pinos y la Casa Blanca que no requería de corte-sías adicionales, como las que el presidente Fox ha mostrado.

Entre los precandidatos en una contienda presidencial que corre el riesgo de ser sietemesina -con todas las implicaciones que semejante condición acarrea para su salud de largo plazo- , algunos han creído que el apoyo de Washington basta para llegar a la Presidencia de la República. La elección presidencial de 1946 ofrece una lección de historia para quienes buscan el dedazo de la Casa Blanca.

A muchos sorprenderá saber que George Messersmith, embajador estadunidense en México, consideraba a Miguel Alemán un candidato indeseable porque no había sido suficientemente amistoso con Estados Unidos durante la guerra. Su gallo era Ezequiel Padilla, secretario de Relaciones, quien creyó que el camino a Los Pinos pasaba primeramente por Washington. Tanto así que en la Con-ferencia de Chapultepec en 1945, apoyó la propuesta estadunidense de eliminación del principio de no intervención en las relaciones interamericanas, provocando el rechazo de los demás latinoamericanos y de amplios grupos de opinión en México. A Padilla nadie le robó la elección, la perdió él solito, cuando se olvidó que la política mexicana no es el ballet de Amalia Hernández: un espectáculo para turistas.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email