Marco Rascón

La hora de los hornos

Un ciclo oscuro de la izquierda mexicana está a punto de cerrarse; sin embargo, encontrar la salida no será fácil: depende de que el siguiente no sea igual de trágico y, sobre todo, de que la izquierda mexicana recupere su independencia política y la posibilidad de ser en verdad una alternativa programática y de rumbo para el país.

Lo sucedido con el PRD es algo tan serio que no puede dejarse sólo en manos de los perredistas. El ciclo de unidad y alianza de un amplio abanico de fuerzas políticas y de lucha social que pusieron al borde de la ruptura al viejo régimen en 1988 puede recomponerse siempre que la izquierda sea capaz de enfrentar la verdad histórica respecto a la intervención gubernamental en el proceso de formación y desarrollo del partido hasta su actual descomposición.

Si el PRD nació con la obstrucción de su registro, al haber sido secuestradas las 20 actas distritales -validadas y realizadas antes del 5 de mayo de 1989-, hoy cierra el ciclo con un octavo congreso espurio, sin delegados electos y convirtiendo el supuesto proceso de reforma interna en un comité de campaña por López Obrador. Este grosero oportunismo electorero no es resultado de la casualidad, sino del tutelaje del viejo régimen sobre el partido y su burocracia. El PRD nace con un registro legal impuesto "generosamente", pues si ya existía el del PCM, PSUM, PMS, el nuevo movimiento democrático neocardenista no podía tener uno propio, pues esto llenaría el espectro político de referencias de izquierda, ganadas no por la negociación, sino por la fuerza propia en las urnas y las calles. Si el PRD hubiera obtenido registro propio sería un partido independiente no sólo en el momento de mayor fuerza y movilización, sino aun en perspectiva.

El régimen ha tenido para esos casos una reserva de operadores que establecen "puentes" y aseguran una interlocución controlada. Durante años, personajes como Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Jorge Alcocer, Gilberto Rincón Gallardo, Amalia García, Ramón Sosamontes y Graco Ramírez han sido una estructura que se sostiene no dentro de los mismos partidos, sino que vivió del viejo régimen. El control de partidos, registros, prerrogativas y medios de comunicación constituyó una tarea del viejo régimen priísta que subsidió a estos personajes de maneras diferentes: patrocinando revistas, "institutos" de estudios, registros de partidos. Muchos han sido damnificados de la derrota del PRI en 2000, aunque se establecieron nuevos mecanismos como "el apoyo empresarial" no sólo de Ahumada, sino de Carlos Slim y otros mecenas de la política, que ha apoyado a tirios y troyanos, mientras desde afuera ellos observan divertidos el espectáculo que dan sus gladiadores en la arena.

En la maniobra del registro tutelado del PRD (las pruebas se presentarán ante los tribunales para desasosiego de Jorge Alcocer) se advierte la lógica de lo sucedido a este partido y los porqués de su caída en la actual descomposición ética y política.

El octavo congreso como fin de ciclo no logró una reforma interna, pero sí tiene un significado principal: el oportunismo, la ruptura de las corrientes con Cuauhtémoc Cárdenas, quien representó durante estos 15 años la fuente principal de votos duros, a cambio de Andrés Manuel López Obrador. A la estructura de corrientes del PRD, que vive de las prerrogativas, las encuestas la hicieron salivar. En sus objetivos lo que menos les interesa es si López Obrador gana o no, sino el porcentaje de votos que les permita permanecer en las cámaras, al frente del registro, y transformar los votos en prerrogativas por otros seis años más.

En el PAN estos personajes son los Diego Fernández de Cevallos, con el cual tienen suficientes perfiles comunes como para hacer una cofradía que vende "estabilidad" a los gobiernos mediante el control interno de los partidos. Estos personajes, por supuesto que en el PT, en Convergencia y el Verde Ecologista, fueron creados en el régimen priísta, por lo que ahora Carlos Salinas, dado el vacío foxista, es el gran operador de la oligarquía y dueño de esa estructura de perversión y subordinación política.

Resultado de la nueva alianza establecida entre López Obrador y la burocracia perredista, el jefe de Gobierno ha nombrado a Jesús Zambrano "su enlace" con los partidos políticos. ƑNo aprendió la lección de Bejarano? ƑPor qué se empeña en rescatar lo peor del partido? ƑEsa es la esperanza?

Por ahora el camino no está en supuestas alianzas, sino en saber qué somos como izquierda y hacia adónde vamos. Rescatar a la izquierda en su conjunto del naufragio al que la han conducido la burocracia y las corrientes del PRD exige acudir a la verdad histórica, explicarse y señalar a los personajes que tenían como misión identificar la independencia política con radicalismo y deslegitimar todo proceso que fortaleciera la credibilidad del partido.

La tarea de la izquierda de dar representación y conducción a los mexicanos explotados no es asunto de "esperanza", sino la obra de miles; de la obra política y organizativa de todos. Es la hora de los hornos.

[email protected]