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México D.F. Martes 1 de junio de 2004

José Blanco

AL-UE

En general los medios de comunicación dieron un espacio similar, si no es que mayor, a la tunda que los altermundistas -o provocadores infiltrados- asestaban a la policía y la que ésta devolvió a los alterados que el que otorgaron al contenido de la tercera cumbre Unión Europea- América Latina y el Caribe, organizada en Guadalajara.

Para la opinión pública "cumbres" van y "cumbres" vienen, de todos tipos, a través de décadas, "y no pasa nada". Esa apreciación general es más que injusta porque la opinión pública tendría que contar con un balance de los cientos de acuerdos tomados en las "cumbres", y qué es lo que ha ocurrido con ellos, para ver si las cosas efectivamente han sido estériles. Pero el mundo está de cabeza, la injusticia social se extiende por el mundo, y la información de metas cumplidas en el pasado no está a la vista.

Además, en esta "cumbre", Europa se negó a firmar una condena directa a la violación de los derechos humanos por Estados Unidos y también a condenar su bloqueo económico eterno a Cuba. Ambos temas restaron lustre a la "cumbre" frente a los medios mexicanos.

En el primer tema es claro que la Unión Europea (UE) se halla enfrascada actualmente en un debate interno de enorme complejidad sobre las relaciones atlánticas. No cuenta aún con un consenso sobre la complejidad de la temática involucrada en esas relaciones y, por tanto, estaba imposibilitada, como UE, a condenar el asunto de Estados Unidos y los derechos humanos en los términos en que los preparó el consenso latinoamericano.

La UE se halla dividida en relación con Estados Unidos -aunque parece marchar hacia la construcción de un nuevo consenso- y ella misma está amenazada por el terrorismo, que ha sido la base y el pretexto para la comisión de los crímenes estadunidenses. Por otra parte, es necesario recordar que al menos una parte de los intelectuales importantes italianos ha manifestado su desacuerdo con Rodríguez Zapatero por su decisión de devolver a tierra propia las tropas españolas enviadas a Irak. Es preciso revisar los argumentos italianos para constatar que el asunto es cualquier cosa menos simple. La calificación de una Europa acobardada frente al imperio es un simplismo. La paz internacional -con sus horrores de guerras localizadas- y la prosperidad de Europa, a partir de la posguerra, se fundaron en esa relación atlántica.

Por lo que hace al asunto del bloqueo a Cuba es más difícil de entender la postura europea. Ahí está, desde luego, el rosario de insultos que Fidel Castro le propina -entre otros- a los gobernantes europeos un día sí y otro también, pero resulta difícil pensar en estos hechos como únicos motivos políticos de su postura. Probablemente son parte del paquete de consideraciones que la UE tiene que procesar en su propósito de construir una nueva relación atlántica.

El bloqueo, por otra parte, es absurdo, pues no ha servido a Fidel Castro sino para "explicar" la inveterada postración de la economía cubana.

Una nueva relación atlántica, por otra parte, va de la mano con dos objetivos fuertemente apoyados por la UE en esta tercera cumbre. Uno es un concepto reciente que empieza a cobrar fuerza en las reuniones internacionales y en el interior de diversos países: la cohesión social. El concepto está desarrollándose y posee gran multiplicidad de implicaciones. La educación, la justicia social, el abatimiento de la pobreza y la desigualdad, la creación de condiciones de vida en los lugares de origen de los millones de inmigrantes actuales, los derechos humanos y más.

El otro objetivo, especialmente subrayado por Rodríguez Zapatero, fue devolver a la ONU el papel protagónico central de las relaciones internacionales. No contamos con ningún otro instrumento ni lejanamente parecido. La inseguridad pública y social crecientes en el mundo -derivada del terrorismo, el narcotráfico, la gran delincuencia organizada, pero también de las políticas económicas vigentes en el mundo-, y el catastrófico fracaso internacional de la acción unilateral de Estados Unidos, hacen indispensable volver a poner a la ONU a la cabeza de las decisiones mundiales y a movilizar a la comunidad humana a fin de que Estados Unidos se ciña a la legalidad que las naciones van creando con duros esfuerzos. Ese país es la mayor potencia militar que jamás haya existido, mismísima razón por la cual tiene que estar ceñida a la legalidad. Sigue siendo también el mayor productor de nueva tecnología, pero las transformaciones en curso, con una UE ampliada y en desarrollo, es equiparable en poderío económico, mientras India, China y otros países asiáticos asociados vienen atrás muy de cerca; serán nuevas estrellas del firmamento del siglo XXI. Estas transformaciones, que producirán rupturas múltiples de equilibrios actuales, exigen espacios de examen, de acuerdos, de gobernación mundial.

Pero es igualmente claro que la ONU requiere una reforma de fondo en todos sus ámbitos, pero especialmente en el Consejo de Seguridad.

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