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México D.F. Martes 13 de abril de 2004

Teresa del Conde

Curadores: entre la fama y la farsa

La Galería Metropolitana de la calle de Medellín, dependiente de la UAM, tiene tiempo de desarrollar una labor ejemplar, por certera y variada, gracias en primer término a su buen equipo, del que forman parte Luis Ignacio Sáenz, Elena Segurajáuregui y Miguel Angel Echegaray. Este último no interviene, creo, en la selección de exposiciones, pero escribe textos muy pertinentes en los impecables catálogos editados por la Coordinación General de Difusión Cultural, que en cuanto a exposiciones tiene a su cargo también la galería ahora denominada Manuel Felguérez en Rectoría y Casa del Tiempo, en San Miguel Chapultepec.

La exposición en turno corresponde a Franco Aceves Humana, pero antes quiero mencionar la de la joven Claudia García Calderón, porque dentro de su enfoque alcanzó límites de excelencia, si bien su opción, demasiado globalizada, tiene antecedentes múltiples en varios sitios.

No obstante, Réquiem blanco sumó a su pertinencia como mensaje, un delicado y limpio metier que pone en relieve ''la descomposición biológica entre las representaciones sociales conscientes", según palabras de Adorno, citadas por Echegaray en el catálogo.

De Franco Aceves, Por una nariz, es una exposición que no falla en exaltar valores propiamente pictóricos, pero que a la vez tiene un fortísimo tinte conceptual y crítico. El humor que la recorre la convierte en un juego de espejos o una farsa y las pinturas son representaciones de instalaciones posibles, incluida ''suicidart" en la que el autor se inmola.

Creo que nunca me he reído tanto visitando una muestra como en esta ocasión, tanto que los custodios de la entrada mostraron expresión perpleja al ver que la visitante armada de libreta, en vez de contemplar en actitud arrobada, soltaba carcajada tras carcajada al hacer el recorrido.

Sucede que el cuestionamiento principal es éste. El artista que exhibe es ''fulano" y se dirige a ''zutano o a perengano" y hay participación también de una cierta fulanita que forjó su mensaje feminista. El único que tiene identidad con nombre y apellido es el curador: Nelson Jairo de la Mora, nacido en Santo Domingo en 1965. Nelson es Nelson, no existe, es el personaje imaginario creado por la mentalidad tipo ''maestro Pepe" (pienso en la legendaria Escuela Bartolomé Cosío y en su fundador) desplegada, tanto por Franco Aceves, como por su contlapache y mancuerna: Flavio González Mello (hermano del historiador), que es guionista, autor de El año que fuimos imperio y de otras obras. El no aparece, hasta donde vi, acreditado en las ''tarjetas de visita" que pueden verse a la entrada, pero entre otros méritos que pueda tener, le conviene el calificativo de humorista subversivo.

Nunca veo el catálogo antes de visitar las exposiciones. Con ésta hice una excepción debido a la portada en la que destaca el nombre del curador Jairo y el subtítulo de ''Arte contemporáneo de Tizapán". Denominación muy realista, porque el estudio y vivienda de Franco Aceves está en Tizapán.

Todos sabemos que la pintura, aunque sea buena pintura, y ésta lo es, de tiempo atrás ha quedado excluida de la mayor parte de las curadurías y que los curadores son autores, muy por encima del artista: así, la exposición ''curada" no sería tal sin la impronta del curador, que dista de ser un simple organizador e inclusive un selector de piezas que trabaja de acuerdo con el artista, con quien dialoga al tiempo que atiende a sus propuestas. El artista se convierte en un ejecutor y su valía depende del giro que el curador imponga a la producción disponible.

Aceves Humana y González Mello son radicales en sus propuestas. Se burlan de los comentaristas omniscientes, de los lenguajes propios de la crítica de avanzada (que son con frecuencia incomprensibles), de los objetos, de los mensajes que supuestamente estos objetos transmiten. Se burlan hasta de la historia, pretendiendo que arqueólogos de varias latitudes encontraron que los vestigios monumentales mayas fueron muestras de arte conceptual y no centros ceremoniales: ''Primitivas instalaciones en las que los anónimos artistas conceptuales del clásico y del posclásico erigían esta serie de objetos constructivos". Pasan a cuchillo ciertas muestras conceptuales. Así, la anterior curaduría del imaginario Jairo fue Wet Pet (mascota mojada) en la que artistas de 11 países exhibieron los cadáveres de sus animales consentidos inmersos en formol.

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