Adrián Lajous

Metas petroleras

El Presidente de la República planteó recientemente en Reynosa que la tasa de restitución de reservas de hidrocarburos será de 100 por ciento en 2006. Contrastó esta meta de su gobierno con la tasa alcanzada en 2003, de 46 por ciento, y con la registrada en 2000: sólo 21 por ciento. Dos días después, el director general de Pemex anunció más modestamente una meta de 75 por ciento en 2006 y de 100 por ciento en 2010. El director también ratificó metas de producción: 4 millones de barriles diarios de petróleo crudo y 7 mil millones de pies cúbicos diarios de gas natural. Se trata de metas ambiciosas, dadas las trayectorias observadas de las reservas y la producción.

Las empresas petroleras internacionales han aprendido a ser cada vez más cautas respecto a la adopción de metas volumétricas puntuales. En años recientes algunas han sido severamente castigadas por el mercado de valores al incumplir lo que sus ejecutivos se han comprometido públicamente. Se han vuelto mucho más rigurosas al distinguir entre pronósticos, metas y aspiraciones, y rehuyen convertir cualquiera de éstos en motivo de alarde. Las actividades extractivas de la industria petrolera están sujetas a mayor riesgo e incertidumbre que la actividad manufacturera, razón por la cual sus directivos están conscientes de que sus metas dependen en mucho mayor medida de factores fuera de su control. Más importante aún, metas excesivamente ambiciosas, que en ocasiones son adoptadas para motivar a la empresa o aumentar el valor de sus acciones, pueden distorsionar estrategias, procesos de asignación de recursos y la programación de proyectos de inversión.

Un incremento de la producción de petróleo de 629 mil barriles diarios en los próximos 33 meses no es poca cosa. Este incremento neto de 19 por ciento presupone compensar la declinación de los volúmenes producidos registrada en campos maduros. Alcanzar esta meta requiere sostener el nivel de la producción en Cantarell, iniciar la inyección de nitrógeno en Ku-Maloob-Zaap y duplicar su producción, y revertir la tendencia a la declinación en la producción agregada del resto del país. En cuanto al gas natural la meta de Pemex es aún más agresiva: propone expandir la producción en mil 500 millones de pies cúbicos diarios, cifra equivalente a 56 por ciento. Alcanzar esta meta no sólo requiere aumentar la producción de gas no asociado, sino también incrementar la producción de gas asociado a la producción de petróleo. Estos crecimientos están sustentados en el extraordinario aumento de las inversiones en exploración, desarrollo y producción primaria realizadas en los últimos dos años. No hay duda de que con esto crecerá la producción y habrá descubrimientos importantes. Sin embargo, lo que está a discusión es la magnitud y el ritmo de su impacto, así como su sustentabilidad.

Entre 1996 y 2003 la producción de Cantarell se duplicó al pasar de uno a un poco más de 2 millones de barriles diarios de crudo. Sin embargo, la producción total de petróleo sólo aumentó en 500 mil barriles diarios, dado que la producción en el resto del país cayó otro tanto. Sería interesante conocer los aumentos esperados para 2006 en la producción de Ku-Maloob-Zaap, el litoral de Tabasco, así como otras fuentes de crudo incremental. En el caso del gas es de esperarse expansión en dichas regiones petroleras y en los campos de gas no asociado de Burgos y Lankahuasa, entre otros.

Es difícil pronosticar la producción, pero es mucho más riesgoso prever la evolución de las reservas. En primer lugar, porque se estiman, no se miden. Además, las estimaciones pueden modificarse como resultado de cambios de precios y costos, de tecnología, de mecanismos de recuperación e, incluso, de conceptualización del yacimiento. Una tasa de restitución de reservas de 100 por ciento significa que el incremento neto de las reservas en un año compensa plenamente la producción del mismo.

En sus respectivos discursos el Presidente de la República y el director de Pemex han adoptado una medida de restitución de reservas inusual en la industria petrolera, y han provocado cierta confusión. El índice que utilizan relaciona la producción con el volumen de hidrocarburos descubierto en el mismo año, expresado en términos de reservas probadas, probables y posibles. En cambio, los informes anuales de las empresas petroleras reportan índices que incluyen tanto los descubrimientos como desarrollos, revisiones y ajustes, pero sólo de las reservas probadas. Medido de esta manera, como consta en la propia memoria de labores de Pemex, en 2003 se restituyó 25.5 por ciento de la producción y no 44.7 por ciento.

La combinación de altas metas de producción y de reposición de reservas supone un objetivo formidable de descubrimiento de reservas en 2006. Para restituir 100 por ciento de la producción Pemex tendría que descubrir en ese año reservas probadas, probables y posibles equivalentes a la suma de las que se descubrieron en los últimos 14 años. Tendría que descubrir reservas 25 por ciento mayores a las actuales de la región marina suroeste o cinco veces mayores a las reservas remanentes de Burgos o a las de un nuevo campo supergigante. La restitución de 100 por ciento de la producción con reservas probadas entrañaría un esfuerzo exploratorio sostenido aún mayor y sólo sería factible en un horizonte temporal todavía más lejano. Desde luego, el descubrimiento súbito de grandes campos de hidrocarburos cambiaría todo esto, pero es una temeridad apostar a esta posibilidad. Aunque, como dicen los futbolistas: goleador que no tiene suerte no es goleador.