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México D.F. Martes 13 de abril de 2004

José Blanco

El desarrollo, Ƒcuándo?

Un proyecto nacional es un programa estratégico que ve a largo plazo y que debe hacer referencia a múltiples aspectos de la vida social. Qué queremos, cuáles son los consensos fundamentales, en qué plazos los alcanzaremos, cómo lo haremos.

Se trata de un plan estratégico de desarrollo: la superación del atraso socioeconómico. Para dibujar ese plan se requiere el concurso de muchos saberes y una vía para tejer el consenso en la esfera política y social. Debe ser un plan incluyente, lo que significa que tenemos que ser capaces de dar un viraje de 180 grados a la historia de exclusión social que hemos construido. El centro coordinador de un plan así no puede ser sino el gobierno, lo que significa la necesidad imperiosa de abandonar la idea neoliberal de que el mercado puede resolverlo todo. Nada nos es tan indispensable, en el nivel básico de la vida, como la educación, y el mercado no resolverá ese vastísimo problema.

El mercado no resolverá el problema de la salud ni resolverá el grave problema del agua. El mercado no resolverá el problema de la organización urbana para una vida sana y civilizada en las grandes urbes del país, ni resolverá el ignominioso problema de la desigualdad social. El mercado no resolverá el vergonzoso problema de la corrupción (puede fomentarlo) y de la impunidad, que pudren a la sociedad, ni resolverá el modo óptimo en que la economía debe desarrollar su inserción en el mundo global de nuestros días. El mercado no resolverá el problema de la integración de las cadenas productivas, sin lo cual toda inversión productiva hecha en México tendrá sus principales efectos multiplicadores del empleo y la producción, en otras economías, no en la nuestra. Lo que el mercado no puede resolver es avasallante por su magnitud, aunque de todas maneras el mercado es imprescindible para mil otras cosas más. De modo que un proyecto nacional no consiste en optar por el Estado o por el mercado. Requerimos mucho más de ambos.

Para cada tema de la vida social es indispensable contar con información precisa, profunda, completa. Requerimos procesarla correctamente, según el asunto de que se trate, analizarla críticamente, relacionarla con otros aspectos de la vida social, compararla con otras experiencias históricas, entender el pasado de cada tema en cuestión, comprender sus factores condicionantes, sus relaciones causales, su necesidad histórica.

Un proyecto de desarrollo es un proyecto originalísimo. Ninguna experiencia histórica exitosa de desarrollo ha sido igual a otra. Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Japón, Suecia o Alemania siguieron patrones distintos. Después del caso de Inglaterra, único cuya detonación del desarrollo se dio en un espacio social y económico mundial no capitalista, cada nuevo caso hubo de hacerlo en un medio socioeconómico modificado por la existencia de los países que ya eran desarrollados. Lenin creía que los países que accedieron al desarrollo capitalista durante el último tercio del siglo XIX serían los últimos que tendrían esa posibilidad. La constitución del predominio de los monopolios y la aparición del imperialismo impedirían toda posibilidad de desarrollo de cualquier otro país. Todos, en adelante, quedarían subordinados a los centros industrialmente desarrollados.

La historia fue diferente. En los inicios del siglo XX todos los países del norte de Europa eran países atrasados, ahora todos son altamente desarrollados. El último y más reciente y sorprendente caso de desarrollo de esa zona es Finlandia. Con la sexta parte del territorio mexicano y 5 millones de habitantes, en un lapso brevísimo ha alcanzado un producto per cápita superior al de Francia y casi igual al de Alemania. Casualmente, la inversión pública y privada en investigación y desarrollo de Finlandia totalizó alrededor de 4 mil millones de dólares, equivalentes a 3.2 por ciento del PIB (1999), el más elevado índice en el mundo.

Todos sabemos sobre los casos recientes de Corea, de las ciudades-Estado llamadas tigres asiáticos; o España, con un ingreso per cápita similar al de México en los años sesenta y hoy con uno cercano a 20 mil dólares (expresado en paridad de poder adquisitivo); México con menos de la mitad, o Portugal, con uno superior a 17 mil dólares (todos los datos correspondientes al año 2000).

El desarrollo, pues, es posible, pero cada sociedad ha de hallar su camino exclusivo, dar con la forma de que todo lo que sea parálisis nacida de tradiciones mineralizadas se convierta en proceso dinámico de cambio permanente.

ƑRequerimos algo con mayor urgencia y de mayor importancia que alcanzar la claridad, las tesis, los acuerdos, acerca de cuál es nuestra vía de desarrollo, dada nuestra geografía, nuestra historia, nuestro presente? ƑAlguien en nuestros partidos políticos trabaja, piensa, sueña, se informa, debate, este asunto? No, los partidos mexicanos no son miopes, son ciegos y, además, estamos todos muy ocupados con Ahumada y Bejarano.

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