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México D.F. Jueves 8 de abril de 2004

En el barrio de Santa Bárbara Iztapalapa están listos para la Pasión

"Desde niño me enseñaron a cargar la cruz y a ser nazareno; quiero ser Cristo algún día"

JUAN JOSE OLIVARES

Para los nazarenos de Santa Bárbara -uno de los ocho barrios de Iztapalapa que escenificarán por 161 ocasión este jueves y viernes la pasión y muerte de Cristo- devotos y creyentes de la fe cristiana por herencia, tradición, porque vieron a sus padres, hermanos, primos, cuñados y pariente lejanos, comentan, este día es uno de los más importantes del año.

"Desde niño me enseñaron a cargar la cruz y a convertirme en nazareno. Estudio secundaria y pienso ser Cristo algún día. Lo más importante es continuar la tradición de los nazarenos, que se lleva en la sangre. Ahora me junto con la banda, pero sólo es en vacaciones", afirma Cristian, quien lleva ocho de su 14 años como émulo de Cristo sin importarle cargar una cruz de 70 kilos y portar una corona de espinas.

Muchos de los nazarenos son chavos banda que no pasan de 30 años y sólo esperan los días santos para redimir sus pecados o pagar mandas a Dios. "Esperamos estos días pa' tranquilizarnos; ni cogemos ese día, nada más tiramos nuestros pecados, eso es cargar la cruz: tirar nuestros pecados. Entre más pesada, más nos liberamos", comenta Jesús, de 19 años y cuatro de ser nazareno.

El Va Crucis puede ser llegar a Santa Bárbara, barrio pasivo de día, bravo de noche. Caminar entre lo enredado de sus callejones pondría nervioso a cualquier super hombre. Los grafitis se ven en las paredes. Los aromas de los guisados emanan de cada una de las casas. Los rostros ocultos entre ventanas observan a extraños. Sólo si uno conecta con un guía que lo presente "con la banda" puede entrar a la Unidad Habitacional del Segundo Callejón de Santa Bárbara, de donde provienen la mayoría de los nazarenos y donde se realiza un minitorneo callejero de futbol, de a 50 pesos la cáscara.

Ricardo (otro nazareno), Cristian y Jesús afirman que participan por "pura convicción, nadie nos dice que tenemos que vestirnos así. Por lo pronto, sólo queremos divertirnos y mañana (hoy jueves), caminar con nuestros sirios y el viernes, redimir nuestros pecados".

Pero también hay nazarenos niños, como Ricardo, quien desde que tenía 2 años carga con una cruz proporcional a su tamaño, pero ahora, a los 11 y en quinto grado de primaria, soportará una de 25 kilos que piensa llevar hasta el Cerro de la Estrella. Su hermana, Cinthya, de 9, ha representado a una virgencita desde los cuatro y quiere llegar a hacer el papel principal, lo mismo que su hermano.

Todos ellos son clientes de don Alfonso Quintanilla, mercader oriundo de Iztapalapa, quien desde hace cuatro años elabora coronas de espinas para los nazarenos; las vende en el mercado cercano a la delegación. "Algunos nazarenos están relocos porque me piden que la corona tenga más y más espinas. La mayoría la prefiere con 10 o 12 ramos de espinas", comenta mientras hace las coronas con huizache, material traído de Puebla.

El atuendo de un nazareno cuesta alrededor de 200 pesos. La túnica es de 100, los huaraches de 60, la corona de 20 y el sirio de 20, al menos en el puesto de don Alfonso, a quien no le importa espinarse. "Las espinas más chicas son las que más lastiman, pero no importa porque hay que sacar el camarón (dinero)".

Luces, cámara y acción, es el comentario cliché de los oriundos de los ocho barrios de Iztapalapa (donde se espera que este jueves y viernes lleguen alrededor de 2 millones de personas), para decir que todo está listo para estos días santos.

Para los actores principales como Carolina Cervantes (personificará a la virgen María) la representación significa hasta ahora "el máximo logro de mi vida, una realización personal y un agradecimiento con Dios por haberme elegido", expresó en una charla, entre los laberínticos callejones grafiteados de uno de los ex pueblos de la demarcación.

Acto de agradecimiento a Dios

Para la virgen María, guapa chica originaria del lugar, contadora de 24 años que desde niña tuvo en mente interpretar este personaje, representa además "un compromiso, una responsabilidad conmigo misma, con la gente, con el comité, con Dios, que fue quien me dio la oportunidad de realizarme. Es el máximo logro de mi vida, es el mejor momento que he vivido. Desde que estaba en prescolar tuve la oportunidad de representar a la virgen; desde ese entonces me llama la atención, y agradezco la fortuna de ser de Iztapalapa, de tener esta herencia. Es una responsabilidad y estamos obligados. Esto lo hacemos como agradecimiento".

Carolina camina rumbo a la casa donde están las otras mujeres que cuecen los alimentos para los hombres que trabajan en los últimos toques de la representación. Se nota tranquila y preparada: "Tenemos que caminar mínimo un kilómetro diario, exponernos al sol y al aire libre; para las mujeres es algo más relax. Semana Santa cambia tu vida. Cambiará para ser mejor, porque tienes la ilusión y la vives. Toda mi vida voy a estar agradecida, siempre tendré el recuerdo y la satisfacción de alcanzar una meta como esta".

Carolina fue elegida por su físico y perfil. Le hicieron pruebas de dicción, expresión corporal. Lo mismo ocurrió con Adrián Espinosa, quien personificará a Cristo. Es un joven de 20 años que estudia medicina en la UNAM y para quien interpretar el papel principal es una ilusión añeja. Dice que es un compromiso que como oriundo del lugar tiene que asumir, ya que con esta tradición se nace. Fue seleccionado el primer domingo de enero de entre una catorcena de aspirantes, y desde ese entonces ensaya y realiza recorridos por el lugar donde se efectúa la procesión

Desde hace cuatro años Judas Iscariote, el antagonista, es Roberto Guillén, también encargado de la escenografía desde hace 12 años. Es un artista plástico originario de Iztapalapa, que al interpretar ese papel ha recibido desde naranjazos, ofensas y denuestos, incluso de los niños. "A todo se acostumbra uno. Hasta los niños te insultan, aunque vayas sólo representando arrepentimiento. Una vez me dieron un naranjazo en pleno rostro, pero hay que estar conciente de que hay que estar tranquilo. Todos los que participamos buscamos impulsar esta costumbre para que no se pierda. Nos toca resguardar la tradición para que siga adelante".

En esta ocasión Adrián creó una escenografía en alto relieve. Tiene experiencia porque su papá, integrante del comité organizador y quien en los años 70 representó a Cristo, fue estudiante de La Esmeralda. "El diseñó el escenario principal y ahora también participa", dice Judas.

Por lo pronto, el operativo de Seguridad Pública, coordinado con la policía de la demarcación, está listo. Habrá, por parte de la delegación 250 elementos, 21 unidades móviles, 40 cuatripotros y 21 células. Por la SSP mil 350 elementos, entre granaderos, montados, cisnes y otras unidades; 12 ambulancias, dos helicópteros, 10 grúas y otras 60 unidades. Por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal participarán 60 elementos, 20 unidades y un ministerio público móvil. Además de los dispositivos de Protección Civil, 13 cuerpos de rescate, módulos de hidratación y de atención médica.

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