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México D.F. Jueves 8 de abril de 2004

"Señora de fuego" la llamaron algunos de los miles que se reunieron en Luna Park

Chavela Vargas se ganó a los argentinos con su voz de roca

Se burló de sus 85 años y ratificó su militancia en la rebeldía ante el público que la aplaudió de pie

Costarricense de origen y mexicana por elección, fue nombrada ciudadana ilustre de Buenos Aires

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 7 de abril. Cantó y dijo como sólo ella podría hacerlo, con su voz de roca o de murmullos, y habló con irreverencias varias, esta siempre nueva Chavela Vargas, que se ganó a los argentinos. Más de cuatro mil personas la escucharon devotamente e intercambiaron frases, en todo caso de amor mutuo entre ella y su público mayoritariamente joven. Algo que no es muy común.

Durante casi hora y media, siempre burlándose de sus 85 años y también chanceando sobre la muerte, ratificando su militancia en la rebeldía, con esa fuerza que sin maldecir maldice a aquellos que acumulan todo sobre el hambre de otros, Chavela cautivó al público. Varias veces, cuando arrancó desde sus entrañas aquella voz poderosa y llena de otros matices, cuando fue sentida como chamán en la ciudad del tango, el público la aplaudió de pie. Y de pie no quería dejarla ir.

Parada allí en el escenario del mítico Luna Park, el edificio que fue sede del boxeo en otros tiempos, cuando llegaban presidentes, figuras populares, como Eva Perón, sufriendo, dicen -porque no le gustaba el box-, Chavela se sintió evidentemente cómoda. Más que eso, feliz ante aquellos entusiastas gritos de "diosa", o "señora de fuego" que alguien le dirigió en uno de esos momentos en que ella calló para escuchar los prolongados aplausos. Fue una noche mágica, en la que Chavela se desprendió del orden establecido para su recital. En estos días en Buenos Aires recordó cómo conoció a Carlos Gardel en Nueva York, hace más de medio siglo, de quien incorporó -como de tantos otros artistas- "aquellas magias".

Hace días fue nombrada ciudadana ilustre de Buenos Aires por la legislatura porteña, y sin ambages le dijo al jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, que era un hombre muy guapo. Siempre irreverente, irónica, graciosa, Chavela hizo un recital único, junto a sus dos guitarristas Miguel Peña y Carlos Allende, con entrada gratuita, renunciando a cobrar su presentación, y sólo pidió un libro a quienes pudieran llevarlo para ayudar a bibliotecas públicas. Lo hicieron posible la Secretaría de Cultura del gobierno de la Ciudad, la embajada de México, Fundación Proa y las empresas mexicanas aquí establecidas.

De los argentinos le "gusta todo", expresa Chavela, especialmente la "eterna nostalgia, que está siempre ahí, a flor de piel", esa "niebla de tango" que ella asegura sentir aquí, aun a pleno sol. Habla sin reparos ni subterfugios sobre su "vida tumultuosa" y reconoce que vivió todo, pero mantiene su capacidad de asombro.

En paz consigo misma

Ahora se considera una mujer que vive en paz consigo misma, "puedo hablar conmigo, porque antes no tenía tiempo de detenerme y mirarme a fondo". Lo logró viviendo cerca del mar, y por eso en las noches puede "hablar con las sirenas" y saber que no se arrepiente de nada de lo vivido. Lo remarca con la sonrisa amplia y generosa con que siempre se le ve ahora. Cerca del mar ella dice disfrutar de todo: los amaneceres, el paso de los pescadores, las faenas de una población sencilla; todos los días saluda a ese medio centenar de personas que allí viven. "Un paraíso", señala y cuenta una anécdota sobre una pescadora que intrigada le preguntó qué quería decir la palabra virtual y ella le respondió "no quiere decir nada. Ganas de complicarte la vida. Y globalización menos. No quiere decir tampoco nada".

Ella afirma que la vida -vida- no es precisamente virtual. Destaca también su larga lucha por imponerse como es, con su propia personalidad y sus decisiones, desde muy joven, cuando "usar pantalón era una revolución. Luché contra todo. Nada era fácil en aquellos años, vivíamos algo que podía parecerse a la inquisición".

Ha regresado a Costa Rica, su país natal, donde está su hermana, el afecto más importante que admite tener y que dejó a los 17 años para ir a México, también su patria por elección. Aunque fue muy duro ganarse su lugar en los primeros tiempos, México le abrió puertas y la puso frente a otra realidad: ella debía ganárselo, pero podía hacerlo. Fue una gran patria, aunque ahora sabe que por donde vaya, como le sucede con Argentina, está en su hogar. Es como si todo hubiera vuelto a su equilibrio, y andando al borde del mar recupera la infinita paz de una sencillez "bellísima", como dice con enorme entusiasmo.

Alguien la llamó aquí "leyenda indomable" en una de las tantas notas que sobre ella se escribieron, en las que se habló de su voluntad para regresar después de tantos años, en aquel rencuentro con su público que hizo el milagro cuando estuvo en el escenario de El Hábito, el bar-teatro que dirige Jesusa Rodríguez.

Y de ahí al mundo, al cine, a todo lo que significó su gran resurgimiento. Al entregarle su reconocimiento como ciudadana ilustre, Aníbal Ibarra dijo: "Existen nombres propios en la cultura latinoamericana sobre los que se suele decir: nuestros iconos. A la hora de hablar de Chavela Vargas prefiero decir nuestros que iconos, porque este icono en particular está demasiado cerca de nuestros afectos para correr el riesgo de vaciarlo de contenido en categorías de moda".

Señaló también la importancia en estos tiempos de recuperar las culturas e identidades propias mediante figuras como Chavela. "Esos lugares propios -boleros, tango, ranchera, humor- merecen ser rescatados en tiempos de la globalización.(...) no parece saludable que la música del mundo, las imágenes del mundo, las miradas sobre el mundo, las historias del mundo, vengan formateadas de manera pareja desde un solo lugar. Por suerte, desde hace varios años se sabe que el fenómeno globalizador produjo también, o incluye, reacciones desde el fortalecimiento de las identidades locales."

Argenmex del mundo

Con Chavela, dijo Ibarra, existe además un ingrediente más reciente y particular, el tema de los argentinos que se exiliaron en México y lo que esto significó en la nueva unión cultural que predomina, y a los que aquí se llama argenmex. "Se me ocurre que Chavela Vargas no se ofendería si la llamáramos ciudadana argenmex del mundo."

Hay otra voz que se espera mucho aquí y es la de Eugenia León, que el año pasado, en un concierto pequeño e improvisado junto a Julia Zenko, fue conocida por muchos argentinos, que ahora se pasan de mano en mano sus cidís. La voz de Eugenia León se escucha en radios y en reuniones culturales, como una muestra más de ese renacido rencuentro cultural en América Latina, un camino que Chavela Vargas abonó con amante generosidad.

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