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México D.F. Lunes 5 de abril de 2004

Armando Labra M.

Altura de miras

Las turbulencias del frenesí me-diático que distrae a los mexicanos de atender todo lo que importa, se verán empeoradas en días y quizás semanas próximas gracias a la secuela de escándalos electorales provocados por el señor Ahumada, sus socios y gurús. Hay, sin embargo, signos esperanzadores que ya indican que es posible ubicar la reflexión nacional en una dimensión superior, más profunda y relevante para la nación. Es necesario reconocer a los políticos y ciudadanos que en fechas recientes han salido a la palestra pública para convocar a los mexicanos a reflexionar sobre los grandes problemas nacionales y sus soluciones.

Se percibe que, ante la carencia de iniciativas, presencia o comprensión de gobierno -cuya punta de iceberg es la nulidad que asoma en Los Pinos-, y de cara al descrédito generalizado de los partidos políticos, fragmentos representativos de la ciudadanía están asumiendo sus espacios políticos para llamar la atención al resto de la sociedad respecto a la gravedad de los problemas reales que tenemos y que no estamos resolviendo. Que se agravan mientras nos dedicamos frívolamente al siguiente episodio televisivo de La venganza gaucha de los tecnocínicos contra los corruptines.

ƑCómo llegamos adonde estamos? Al comentar la aparición de la revista ECONOMÍAunam Jesús Silva Herzog Flores planteó que, habiendo México aplicado a pie juntillas -"más papistas que el Papa", dijo- las recetas del Consenso de Washington, el hecho era que no crecía la economía, la pobreza aumentaba, el desarrollo se alejaba. Comentó que de las 15 economías grandes del mundo somos la única con la banca extranjerizada. Estamos como estamos a resultas del largo proceso iniciado en diciembre de 1982 mediante el cual poco a poco, pero sistemáticamente y hasta la fecha, se vino trastocando el sustento legal de los compromisos que constituían el proyecto nacional. De la Constitución para abajo, fueron alteradas todas las disposiciones legales que impedían abandonar el cauce nacionalista de la nación. De manera silenciosa, sorda y sórdida, torciendo o comprando voluntades, chantajeando o forzando legisladores y a quien fuera necesario, los gobiernos autoritariamente cambiaron las leyes para aligerar los delitos de cuello blanco y permitir la impunidad de los Cabales y los Divinos; vender los ejidos, privatizar soterradamente a Pemex, enajenar las empresas estatales mediante operaciones viciosas y así por el estilo.

Una vez lubricado el marco legal, la economía se deslizó por los caminos indicados en el Consenso de Washington, frecuentemente radicalizados o mal interpretados por el afán servil de los tecnócratas nativos. Se dio cabida a la liberación de las tasas de interés, la desaparición del encaje legal, y peor aún al abandono de la protección al usuario de crédito y servicios bancarios, lo cual desembocó en el costosísimo Fobaproa, violando disposiciones constitucionales aún impunes por funcionarios que están hoy en el gobierno. Qué decir de la apertura comercial indiscriminada que trajo consigo el TLCAN en donde dimos todo a cambio de nada.

La mezcla de servilismo y voracidad provocó convenientes errores respecto a los dictados del Consenso de Washington. Por ejemplo, en vez de entender que la privatización es un medio para dar racionalidad de mercado a la economía, se le interpretó como un fin en sí mismo, a lograr como fuera, poniendo en manos privadas -o propias- los bienes de la nación al precio más bajo posible. La corrupción fue inevitable. Otra equivocación fundamental y grave fue construir la falsa enemistad entre el Estado y el mercado, suponiendo que todo lo público es vicio y lo privado virtud. La guerra y la confusión continúan con efectos tremendos, pues se abaten las funciones que sólo el Estado puede realizar y se endilgan al mercado responsabilidades que no puede resolver. Ambos disfuncionan. Es el triunfo de esa reacción que tan bien denudó Gastón García Cantú en sus escritos.

Volviendo a la pregunta de Silva Herzog Flores "hicimos todo como alumno ejemplar, entonces, Ƒqué pasó?", parece ser que no es necesario ir muy lejos por la respuesta. Lo que pasó fue precisamente eso: que acatamos sin chistar, que doblamos la cerviz, que nadie negoció, que firmamos lo que nos pusieron enfrente y con docilidad canina pusimos la huella. Ese el signo y el saldo de los gobiernos de De La Madrid, Salinas y Zedillo. Y será el de Fox, si la sociedad acepta que su gobierno obligue a mayor servidumbre.

ƑEra, es, inescapable obedecer? Antes los tigres del Sureste Asiático y después el llamado Bric (Brasil, Rusia, India y China) han logrado plantar sus posturas y negociar, aprovechando ventajas de mercado y Estado. Aquí acatamos la imposición antidemocrática de una economía de una sola vía. En la economía y en la política, cuando son democráticas, siempre hay opciones. De eso trata precisamente la democracia. Hoy la pregunta que sigue es Ƒahora, qué? Respuestas no encontraremos en el gobierno ni por ahora en los partidos políticos. Sin embargo, es alentador que la sociedad comience a movilizarse en torno a la definición de los grandes problemas y las grandes soluciones nacionales. La convocatoria de Cárdenas en torno a la idea de definir un México para todos es importante y debe ser considerada, lo mismo que el planteamiento que hace un grupo de priístas autodenominados Enlace, o ciudadanos como Slim o De la Fuente que entre todos concurren a crear una masa crítica de ideas propositivas que elevan la mira del debate nacional. Qué bueno.

Para Gastón García Cantú

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