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México D.F. Lunes 5 de enero de 2004

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

La voz del amo

"Tragar camote", práctica común del gobierno del "cambio"
La transparencia, sólo cuando no implique datos vergonzantes

BUEN ARRANQUE DE la administración del "cambio" en este recién nacido 2004, cuando decide ratificar, en su primera aparición pública del año, que la transparencia informativa por él promovida es norma de gobierno siempre y cuando beneficie sus fines propagandísticos y no implique detallar acciones y decisiones vergonzantes.

AHORA QUE SUS supuestos representados han sido enterados por medios extragubernamentales de la amplia participación de agentes de seguridad estadunidense en labores propias de la autoridad mexicana y que ésta ha sido relegada a un segundo plano -por ser discretos con el término-, de nueva cuenta surgen versiones encontradas entre los muchos voceros oficiales y oficiosos que pretenden "explicar" y dar "contexto" a la circunstancia que rodea la seguridad aeroportuaria en el país, mismos que no han hecho otra cosa que confirmar que eso de "tragar camote" es práctica común en la administración del "cambio".

DE SIEMPRE, PERO de forma destacada desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el planeta ha sido testigo de las arbitrariedades que el gobierno estadunidense comete siempre en nombre de su seguridad nacional y sus leyes -para lo cual violenta las de otras naciones-, y víctima, también, de la paranoia gringa que trae azorrillada a la humanidad.

EL GRUESO DE la comunidad de naciones -Estados Unidos entre ellas- asumió los compromisos y directrices contenidos en el llamado Acuerdo de Chicago -firmado en 1944, aunque su clausulado ha sido adecuado a lo largo del tiempo-, en el que se establecen las normas de seguridad que deberán seguir los aeropuertos, aeronaves, personal de aire y tierra que participa en su operación, pasajeros y, desde luego, autoridades.

EXISTE, PUES, UNA legislación internacionalmente reconocida y asumida por los gobiernos, la cual, supuestamente, debería aplicarse en dichas terminales áreas, entre ellas las mexicanas. Por ello el gobierno federal no tenía por qué aceptar la descarada intromisión de agentes estadunidenses ni alentar la paranoia propagandística de la Casa Blanca.

PERO NO ES así y, para beneplácito de George W. Bush y sus halcones, alrededor del planeta existen muchos gobiernos serviciales, como el autodenominado del "cambio", dispuestos, a la primera insinuación, a "tragar (el) camote (que sea necesario)" con tal de quedar bien con el poderoso gobierno estadunidense, aunque para ello violenten la legalidad que dicen defender y representar, y en espera de "favores recíprocos" que nunca se producen.

COMO ES COSTUMBRE, la administración Bush y su eficiente aparato de inteligencia nacional han impuesto su propia "legislación" en materia de seguridad, antiterrorismo y convivencia internacional, sin que nadie ose llevarle la contra, siempre con la intención de retroalimentar la paranoia que "justifica" tales acciones.

EN EL CASO mexicano, primero se difundió la "posibilidad" de que agentes mexicanos encubiertos viajaran en aerolíneas nacionales con destino a territorio estadunidense, para, según esto, proteger a pasajeros, tripulación y aeronave de eventuales intentonas terroristas. Un poco más tarde se supo, y no precisamente por fuentes gubernamentales, que dicha "posibilidad" era una vergonzante realidad desde cuando menos una semana atrás.

EL BRILLANTE PERSONAL que trabaja en la Secretaría de Gobernación invoca "acuerdos internacionales" para justificar el operativo estadunidense en terminales aéreas nacionales y sostiene que las decisiones para "prevenir actos de terrorismo (...) corresponden en forma exclusiva a las autoridades mexicanas (aunque) para ello se ha contado con la cooperación y apoyo de oficiales de enlace de agencias estadunidenses".

SI EN REALIDAD existen los supuestos "acuerdos internacionales", invocados por la dependencia a cargo de Santiago Creel, entonces no tendría razón de ser el reclamo ni la indignación de un grupo de senadores -panistas incluidos-, que exige al gobierno foxista información precisa e inmediata sobre el operativo y la presencia de agentes gringos (14 según Gobernación; 50 de acuerdo con la comandancia de la terminal aérea de la ciudad de México), así como una explicación de las razones por las cuales se decidió en ese sentido.

SI LOS "acuerdos internacionales" se revisan y supervisan en alguna instancia de gobierno, ésa no puede ser otra que el Senado de la República, de ahí la duda. Por ello, los inquilinos de Xicoténcatl decidieron -desmemoriados, desinformados- citar al Señor de los Patos, Pedro Cerisola, quien dice despachar como secretario de Comunicaciones y Transportes, y al funcionario directamente encargado del operativo, Alejandro Gertz Manero, secretario de Seguridad Pública.

POR SU PARTE, la Policía Federal Preventiva advierte que "el operativo antiterrorista en aeronaves mexicanas que viajan a Estados Unidos y Canadá no concluirá hasta que las autoridades encargadas de la seguridad aeroportuaria del país elaboren un análisis en el que se concluya que ya no existe riesgo de que los aviones nacionales puedan ser usados contra blancos estadunidenses o canadienses".

ASI, SOSTIENE LA PFP, el "operativo en el aeropuerto concluirá cuando ordene Gertz Manero", es decir, cuando éste reciba la orden de su jefe, Vicente Fox, y éste, a su vez, la reciba del suyo: George W. Bush.

MIENTRAS ESO SUCEDE, el operativo ha dado de todo, hasta un pasaje que bien pudo ser parte del texto original de El complot mongol: "personal de la comandancia del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México difundió que los estadunidenses que laboran en la terminal aérea capitalina son unos 50 agentes debidamente camuflados, difícilmente identificables, aunque no para los elementos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen, de la Secretaría de Gobernación), de la PFP y los Sierra (policías vestidos de civil) de la Subdirección de Seguridad del aeropuerto... Supuestamente los agentes mexicanos vigilan que los estadunidenses no interfieran en las labores de revisión de equipajes de mano y pasajeros, porque sería violatorio de la soberanía nacional" (La Jornada).

Las rebanadas del pastel:

POR DONDE SE le vea, eso de los aeropuertos, de plano, no se le da al gobierno del "cambio".

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