PENULTIMATUM

''Declaración de fe'' de Mercedes Sosa

HACE UNOS DIAS, la cantante argentina Mercedes Sosa hizo a los medios lo que llamó ''declaración de fe". Entre otras cosas, dijo que ella era negra, era india y estaba feliz de serlo, que no ocultaba sus ancestros, que fueron nobles y honrados. Y que pensaba mucho en los por qué como artista no le había llegado al pueblo. Su respuesta fue que tenía un problema muy grave: ser natural. No ser rubia. ''En mi país y en muchos otros de América Latina hay tal profusión de gente rubia que da miedo; no parecemos latinoamericanos, sino suecos. Por eso no les intereso a las multitudes que mueven los medios y los gigantes de la bebida de cola. Porque no soy rubia de ojos azules y en cambio soy chaparra y de pelo lacio", agregó.

LA INTERPRETE, QUIEN pronto cumplirá 70 años, dijo que la colombiana Shakira era una artista que se transformó en rubia sin serlo y sin necesidad, pues tiene cualidades para triunfar. En efecto, la novia del hijo del ex presidente Fernando de la Rúa (hoy acusado de comprar con miles de dólares la voluntad de varios congresistas) cambió de look para satisfacer a los que moldean las imágenes de quienes por la publicidad venden millones de discos y convocan multitudes.

LAS DECLARACIONES DE doña Mercedes despertaron molestia entre más de un rubio y una rubia falsos. Y fue ocasión para que una cadena radial de Argentina preguntara a sus oyentes cuáles consideraban las 10 figuras más importantes del espectáculo en los recientes 30 años. Además de Gardel, que cada día canta mejor, en la lista aparece La Negra, como llaman cariñosamente a Mercedes Sosa sus miles de admiradores permanentes, no desechables.

OTRO PERSONAJE QUE levanta polémica, pero esta vez en Hollywood, es el actor británico Anthony Hopkins, al calificar la ceremonia de la entrega de los Oscar de ''pomposa y estúpida". El protagonista de filmes como El silencio de los inocentes y La mansión Howard, confesó a la prensa londinense que ese acto le fastidiaba en grado extremo debido a que cada año que pasa la entrega empeora. Y todo se debe, a su juicio, a que los organizadores y asistentes se enloquecen y eso ocurre porque se lo toman demasiado en serio. Toda la emoción y la histeria por la ceremonia hacen que la actuación en general parezca una ''lobotomía cerebral", agregó Hopkins, para quien miles de médicos, enfermeras y trabajadores sociales ''merecerían ganar sus respectivos Oscar por lo que hacen mucho más y mejor que los actores. Lo único que hacemos nosotros es actuar y se arma semejante revuelo", dijo. Remató señalando que cuando en 1992 le entregaron la codiciada estatuilla por su papel como el asesino doctor Hannibal Lecter, hubiera preferido llegar tarde para que no lo dejaran entrar y así poder pasar toda la noche disfrutando con amigos de una cena placentera. El vocero del comité organizador de la ceremonia expresó el miércoles pasado que se estudia la posibilidad de no invitar más a Hopkins a la entrega del Oscar, para así evitarle ''otros ratos de aburrición".