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México D.F. Jueves 27 de noviembre de 2003

Del agrarismo armado a la guerrilla de los pobres, libro más reciente del historiador

Adjudicar violencia al pueblo, tradicional forma de justificar el despotismo: Bellingeri

Su obra rescata fuentes y discursos que no habían sido puestos a la luz pública, dice

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

El historiador italiano Marco Bellingeri es autor de un libro que ya se cataloga entre los estudios académicos más y mejor documentados sobre la guerrilla rural en México: Del agrarismo armado a la guerra de los pobres 1940-1974. Publicado por Ediciones Casa Juan Pablos y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (SCGDF), con 20 años de trabajo invertidos en su realización, el volumen viene a llenar parte del "vacío historiográfico" que existe en la materia.

Bellingeri (Turín, 1951), profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Turín, es especialista en historia moderna de América Latina y de México en particular. Tenía 23 años cuando, siendo estudiante, vino por primera vez al país. Aquí se integró a un grupo de investigación en la Universidad Autónoma Metropolitana, dirigido por Enrique Semo, también historiador y actual titular de la SCGDF.

Ahí -evoca Bellingeri- "empezamos a estudiar los movimientos rurales radicales hasta llegar a lo que ahora es un estudio de conjunto de diferentes etapas de guerrillas rurales contemporáneas en México. Aunque el tema tal vez parezca un poco marginal respecto de otros países de América Latina, al mismo tiempo permite aclarar una serie de hechos y ofrece algunas reflexiones más generales sobre el sistema político mexicano y su relación con el campo, los movimientos rurales, las formas de represión, las formas de resistencia y las culturas políticas particulares, en las cuales la violencia organizada es táctica de algo más vasto, con raíces profundas, algunas de las cuales derivan del antiguo derecho de resistencia de los pueblos".

Del agrarismo armado a la guerra de los pobres 1940-1974 está dividido en cinco capítulos, en algo más de 200 páginas: "El tiempo del agrarismo armado: Rubén Jaramillo (1940-1962)"; "Un inicio: las guerrillas rurales del norte (1962-1968)"; "Del movimiento popular hacia el 'foco' guerrillero (1960-1972)"; "Un paréntesis necesario: proyecto, constitución, auge y crisis del partido armado (1972-1974)"; "Y Lucio se fue a la sierra (1967-1974)". A manera de prólogo incluye: "Apertura oficial y cambio de coyuntura (1972-1974)".

Bellingeri estuvo recientemente en México para presentar su libro, a propósito del cual también sostuvo una conversación con La Jornada.

Nadie levantaba la voz ante las formas violentas

-Durante la presentación del libro usted dijo que al empezar la investigación sentía enojo por el silencio ante la violencia gubernamental. ƑCómo explica ese silencio?

-Hablo de 1974, cuando tenía 23, 24 años, y acababa de llegar a México. Mi enojo era porque parecían absolutamente normales las formas tan violentas, no sólo políticas, sino policiales, que había. Por ejemplo, la tortura. Nadie levantaba la voz. Ningún académico, ningún político ilustrado, culto, con bellísimas bibliotecas y viajes a Francia, donde se presentaba como un personaje democrático, hacía absolutamente caso de eso. ƑQué era: complicidad cultural, costumbre? Prevalecía la idea del México bronco, del país violento al que como tal nada más se podía gobernar con la violencia. Es la manera más tradicional de justificar la violencia del régimen, adjudicarle al país la responsabilidad de ser violento para después justificar una posición despótica.

-ƑSe puede hablar de una tradición guerrillera en México? ƑCabe ese término?

-Diría que sí, que la hay, aunque quizá no sea una de las tradiciones más importantes de la lucha política mexicana. Inclusive por momentos algunos sectores del mismo sistema no consideraban tan subversiva la guerrilla. Existe ambigüedad en las relaciones entre los movimientos armados y el régimen, porque éste los utiliza y puede levantar un movimiento para fines estrictamente internos de lucha política.

Las armas como una vía, pero no la única

-ƑAlgunas de las guerrillas estudiadas por usted tuvieron la posibilidad real, así sea mínima, de poner en riesgo al sistema, como ocurrió en Nicaragua, Perú, Colombia?

-Las guerrillas mexicanas difícilmente pueden ser entendidas en su conjunto como movimientos que pretendieran tomar el poder por esta única vía. Todas se insertan en un contexto mucho más amplio. Inclusive los más radicales, como la guerra de los pobres de Lucio Cabañas, en Guerrero, veían las armas como una vía, pero no la única. Es cierto que para reprimir al Partido de los Pobres se utilizó a una parte importante del Ejército, que en realidad nunca se vio en grandes dificultades. Los objetivos de los movimientos armados no eran tan radicales como los medios empleados para alcanzarlos. Es quizá una característica de todas las guerrillas mexicanas, mientras que en otros países sí han tenido una estrategia totalmente militar. Pero en México nadie planteó nunca la guerra civil, como ha sucedido en Colombia.

-Suele reconocerse el papel de los movimientos urbanos y civiles en la creación del México que hoy vivimos, pero, Ƒcuánto se les debe a las guerrillas rurales?

-Me resulta difícil contestar porque es una pregunta política, no histórica. Creo que han tenido un papel mítico, la política también se hace con los mitos, con invenciones, con identidades, etcétera. Algo de eso hay. No creo, sin embargo, que hoy día las formas de lucha violenta sirvan para afianzar un cambio democrático. Ahí hay que tener cuidado, porque una regla fundamental de la democracia excluye la violencia, y no solamente la violencia desde arriba.

-Enrique Semo señaló durante la presentación del libro de usted que las democracias le deben mucho a los movimientos violentos. ƑDisiente de esa afirmación?

-Semo nos recordaba que en la raíz de la creación de países democráticos hubo hechos violentos. Se refería a las grandes revoluciones del pasado. En efecto, en un principio fue así, pero en el momento en que las instituciones democráticas empiezan a funcionar como tales, las formas violentas deberían desaparecer tendencialmente. Lo que no quiere decir que no se mantenga, como ha pasado en México, formas de lucha violenta como derecho de resistencia hasta que el Estado no es totalmente estado de derecho. Es el famoso problema que plantean los politólogos de la violencia originaria y la violencia derivada.

-Su libro es calificado como una suerte de "visión de los vencidos" de la historia contemporánea de México. ƑUsted lo ve así?

-No es un libro filoguerrillero, porque un historiador no se pone del lado de sus sujetos, debe mantener lejanía respecto de ellos. Si le son simpáticos o antipáticos, ése es otro problema. Si el libro es una especie de visión de los vencidos, diría que es una de las lecturas que se le puede dar, porque efectivamente se habla de lugares, de momentos, de culturas políticas regionales que normalmente pasan desapercibidas y en realidad constituyen el México real de estos años. En ese sentido podría ser una historia que rescata fuentes y discursos que no habían sido puestos a la luz pública.

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