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México D.F. Lunes 17 de noviembre de 2003

Germaine Gómez Haro y Claudia Gómez Haro

Por las calles de La Habana

La octava Bienal de La Habana, convocada bajo el vastísimo tema de arte y vida, se desarrolla en momentos en que la vida y el arte debieran ser inseparables.

La bienal, como se sabe, debió realizarse el año pasado, pero serias dificultades financieras la pospusieron. Lamentablemente la situación no cambió en absoluto; peor aún: se agravó. Importantes fundaciones (Príncipe Claus e Hivos, de Holanda) retiraron a última hora sus patrocinios, como parte de la ola de acciones hostiles de la Unión Europea contra Cuba, desatada a inicios de junio. Sin embargo, la bienal, evento fundamental de la cultura y la vida nacionales, se llevó a cabo gracias al incansable espíritu de trabajo y solidaridad que caracteriza al pueblo cubano, amén de su creatividad e imaginación intrínsecas. Su resultado fue de una dignidad asombrosa.

La Habana ha sido durante todos estos días sede de una reflexión sobre el arte y la vida, en momentos en que ambos conceptos necesitan potencializarse. Esta bella ciudad se abrió nuevamente a un diálogo entre el arte que se exhibe y la percepción de la crítica especializada. Al mismo tiempo, las exposiciones colaterales de arte cubano contemporáneo convirtieron a la capital del país en una gigantesca y plural galería.

La bienal es uno de los eventos culturales más importantes del país. En la pasada versión más de 2 mil extranjeros y decenas de miles de visitantes nacionales acudieron a las diversas exposiciones. Fue un fenómeno multitudinario que arrancó no pocos comentarios de asombro a los que presenciamos tal repercusión social. La bienal ha sido, asimismo, gran plataforma para el lanzamiento del arte cubano contemporáneo. Muchos artistas jóvenes se han visto proyectados a los principales circuitos de exhibición internacional gracias a esta acción promocional de las instituciones cubanas. Investigación, documentación, curaduría y producción hacen que el diseño de la bienal, realizado por un calificado grupo de especialistas del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, sea una propuesta reflexiva y dinámica, a la vez que una inversión a largo plazo en la promoción del arte cubano.

La bienal, bajo el espíritu de El arte con la vida, posibilitó una reflexión sobre la vida cotidiana, sus conflictos y bonanzas, los problemas y las semblanzas de nuestras ciudades, el papel del arte en los territorios de coexistencia, la validez de las diferentes dimensiones de la realización estética, la resignificación de procesos... En virtud de todo esto se construyeron discursos y temáticas que buscan, si no satisfacer, al menos replantear diferentes modos de acercarnos a intereses y conexiones con la esfera de lo cotidiano. Como en todos los eventos de esta naturaleza, encontramos obras cuya comunicación se realiza en un plano cognitivo; obras de carácter interactivo que tratan de inducir procesos creativos y de intercambio, como es el caso de los artistas Betsabé Romero, de México, y la brasileña Fabiana de Barros. En el caso de la primera, en Memorias que ruedan se nos muestra un neumático que en lugar de pisar, atropella y aplana memorias en el asfalto, rencuentra una vocación arqueológica de imprimir, de marcar lentamente, de volver atrás una y otra vez, hasta recordar. Memorias que ruedan piensa en cómo los pueblos ahora cambian de domicilio, lo estático se vuelve móvil, las cosas mudan su arquitectura cuando se les van sus raíces a sitios múltiples; lo que antes se definía geográficamente ahora se define simbólicamente, rodando, en movimiento.

Otro caso interesante es el del cubano Wilfredo Prieto (Sancti Spiritus, 1978), cuya instalación Apolítico, conjunto de banderas en blanco y negro que lucía a la entrada de La Cabaña, nos dice que ser apolítico constituye un gesto suficiente para diluir y confundir lo individual y lo colectivo, lo efímero y lo perdurable, lo autóctono y lo universal. En el consenso de antagonismos irreconciliables, se revela como el abismo que separa a la naturaleza de los medios, es casi proporcional a la similitud de sus fines. En este sentido, la ''neutralidad simbólica'' de una fábula adquiere un matiz desesperanzador. Pero si consideramos la urgencia humana de postergar el ajuste de cuentas con su conciencia, esa misma fábula se revierte en perfecta utopía.

En el Pabellón de Cuba más de veinte artistas y grupos de creadores utilizaron las locaciones de la estructura de andamios para jugar con las ideas de vecindad, densidad e intercambio de ideas. Instalaciones, obras sonoras, videos y otras prácticas artísticas fueron incluidas.

Un grupo que merece la pena mencionar es Rain. Integrado por artistas, arquitectos y curadores, fue fundado en Los Angeles en 2000. Más que un grupo con un manifiesto definido, Rain es una actitud que libera la metáfora. De una ventana a otra, de un edificio a otro, de una urbe a otra, la lluvia cambia su sonoridad. Siguiendo este principio, cada ciudad visitada por el proyecto Rain reclama para sí sus propios acordes. Así, Rain comenta sobre La Habana actuando sobre ella de manera efímera, la asume como objeto y como superficie, como espacio transitable y transitorio; la ciudad como galería de múltiples rostros y eventuales maquillajes. Las bases formales y conceptuales del proyecto Rain toman como punto de partida tanto los más antiguos mitos y leyendas que identifican a la ciudad, como las reflexiones sobre los cadáveres que alberga un museo, modificando tiempos y espacios.

En el Museo Nacional de Bellas Artes se vio la instalación Fluidos de los carpinteros, perturbadora visión sobre lo que habitualmente relacionamos con un camino. Partiendo de un significado paradójico, de casi un juego de palabras visual, estos jóvenes artistas hacen la síntesis de una carretera y su contrario en un mismo elemento estructural, porque lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos de un camino, carril o pista, es una superficie plana y lisa, algo que permita deslizarnos, y esta carretera imposibilita cualquier rodamiento. ƑTránsito impracticable, camino vedado, unidad de contrarios, ironía visual? Con derroche de ingenio desmenuzan sinsentidos, exploran desacuerdos, tantean incompatibilidades, sugieren antípodas, rebaten lógicas.

El documental Pabellón Cuba es una obra de ficción concebida a partir de fragmentos de importantes filmes documentales cubanos de los años sesenta. En la propuesta de Juan Carlos Alom (La Habana, 1964), el tiempo es una dúctil sustancia que se encoge o distiende. Las noticias de toda una década parecen precipitarse en el breve espacio de casi una hora. En el filme, el espíritu romántico y los más significativos acontecimientos de ese período confluyen en la construcción del Pabellón. Aunque en realidad el Pabellón fue una de esas obras arquitectónicas realizadas en tiempo récord (seis meses) e inaugurada en 1963, en el filme de Alom el proceso de construcción se extiende durante diez años, protagonizando la convulsa edificación de una utopía. Pabellón Cuba tuvo un carácter de video instalación site-specific en diálogo con el propio edificio que le sirve de locación y de referencia. Asimismo resulta un homenaje a la cinematografía de ese periodo.

Entre la inmensidad de ofertas, variedad de lenguajes y pluralidad de ideas, lo más sorprendente fue la integración del hecho artístico con el entorno y el individuo en aquellas zonas neurálgicas en las que se llama a la reflexión y al análisis crítico visto desde la creación artística y su función social. De este género fue el proyecto Isaroko*, que tuvo como escenario geográfico el espacio de El Solar de La California, sitio que se destaca por su elevada y constante proyección social en lo referente a trabajos con la comunidad. Por otra parte, se extiende a un barrio en donde se hace tangible la integración del hombre con sus expresiones socioculturales, y esto favorece a la labor que como proyecto comunitario allí se realiza. Las propuestas de los artistas Roberto Diago, Manuel Mendive y Eduardo Roca Salazar (Choco) estuvieron estrechamente vinculadas con las temáticas de la marginalidad. Lo religioso, lo popular, lo étnico, lo antropológico y lo social tuvieron sus roles dentro de los fundamentos ideo-estéticos de estos artistas.

Al proyecto se unieron los Kioscos Culturales de la artista brasileña Fabiana de Barros, cuyo objetivo era dimensionar la idea del clásico expendedor de comidas ligeras (friteros), convirtiéndolos en un espacio multicultural y con pluralidad de estilos. De esta manera, la obra de arte pasa a formar parte de la cotidianidad donde el individuo ser-social cohabita con ella y el medio influye extraordinariamente en el proceso de creatividad porque es parte indisoluble en la génesis de la obra de arte.

Uno de los actos más significativos fue el performance Bienal por la Paz, que se celebró en el parque John Lennon con la presencia del comandante Fidel Castro. Esa tarde, los artistas plásticos reunidos en la bienal salieron de las galerías para integrarse a la ciudad, en un performance por la paz. Pintores como Zaida del Río, Roberto Fabelo, Choco, Flora Fong, Diago, Agustín Bejarano y muchos más pintaron unos lienzos, integrando a los niños de la comunidad, que fueron montados alrededor del escenario donde se llevó a cabo un concierto. A un lado del escenario, el célebre artista Kcho dirigió un performance que consistió en envolver un inmenso tanque de guerra con tela blanca hasta quedar totalmente cubierto. La acción -plásticamente bella y sensorialmente muy emotiva- se llevó a cabo con la memorable música de Los Beatles de fondo, y bajo la nostálgica y serena mirada de John Lennon, cuya efigie en bronce presidió la escena.

Participaron en el concierto Silvio Rodríguez, Lázaro García, Rocky Ameneiro y el notable grupo Trovarroco. Aun cuando la noche era joven salieron al escenario los grupos Interactivo, Aceituna sin hueso y Buena Fe para cantarle a un mundo mejor. Después llegó Sara González, apoyada en sus muletas, para interpretar, a capella, Su nombre es pueblo. El final estuvo reservado para los coros Infantil y Entrevoces, dirigidos por Digna Guerra, en una hermosa versión del tema de Lennon, Imagine.

Para concluir quisiera parafrasear a Rafael Acosta de Arriba, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, quien, en su notable texto introductorio al catálogo, dice:

''ƑExiste algo más diverso que el arte? Si, la vida. ƑExiste algo que recree la vida de una forma más rica, amena y plural? Claro, el arte.''

En efecto, Arte y Vida se tomaron de la mano en esta octava Bienal de La Habana para salir de las galerías y los museos, caminar por las calles y avenidas de La Habana, por sus comunidades y barriadas. Arte, vida y ciudad se fundieron en un abrazo cosmopolita y ecuménico.

*Escenario, patio o espacio libre donde se organizan los ritos públicos de los ñáñigos o abakuás.

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