.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
C U L T U R A
..

México D.F. Viernes 14 de noviembre de 2003

Aline Pettersson

Graciela Hierro

Graciela Hierro fue gozosa sembradora del jardín de la vida. El tiempo la hizo cultivar las flores, que a la hora de su muerte la rodearon. La rodearon de una manera conmovedora. Y este último tiempo suyo fue muestra del jardín que ella creó. Las flores acabaron tomando posesión del sitio donde la gente se reunió para despedirla. El jardín fue creciendo, y los deudos debieron replegarse, cederles el sitio. Su féretro quedó amorosamente rodeado por los pétalos. Y la pena se tornó sosegada ante la riqueza floral, reflejo de esa labor suya de amor a la vida.

Dejó un caudal de miradas, de risas que se hacían presentes a su lado. Su amor a los goces de la vida la hizo un ser excepcional. En su postura de defensa para con la mirada de las mujeres, no hubo rechazo a la contraparte masculina. Lo que sí hubo fue la búsqueda de entendimiento entre las dos mitades del mundo.

Encontró ella un modo claro frente al mundo, envuelto en la ética del placer, nombre de uno de sus libros. Filósofa de profesión, decidió tomar la parte que le correspondía: la de las mujeres. Mujer cabal que se asumió siempre sexuada. Y que, vía el conocimiento, decidió explorar diferencias y coincidencias del género.

No negó los placeres del encuentro, el amoroso, el amistoso, el familiar. Fue ejemplo de cómo tomar la vida con sus penas y alegrías. El brillo alunado de su pelo, el fulgor de sus ojos, su voz tersa y segura la llevaron a extender su sembradío a lo largo de los muchos años donde derramó su sabiduría de mujer.

Y, apoyada en el nombre del poema de Violeta Parra, publicó sus memorias. El nombre es afortunado. Porque Graciela desplegó con gracia inteligente los sucesos relevantes de una vida que no anunciaba, en sus inicios, los derroteros de quien fuera defensora del derecho al placer (entre otras cosas) de las mujeres.

Hablar de placer resulta peligroso, y más en el caso femenino. Nuestra cultura suele vedarlo. ƑPero cómo se puede negar la inclinación de todos a buscar un modo que reuna el tránsito difícil y las recompensas de la vida? Las mujeres suelen ser educadas para el sometimiento que rechaza las posibilidades de gozar plenamente las cosas.

La vida de Graciela se inició en un tiempo de leyes represoras para las mujeres. Pero ella buscó la justicia, la equidad. Su Programa Universitario de Estudios de Género no se hizo para el estudio de las mujeres, sino para aquellos que, no conformes con los modos culturales, se cuestionaran. Porque una hombría bien entendida llevará siempre al esclarecimiento de los enredos de género. No se trata del odio de los opuestos, sino del sitio de encuentro.

Ahora parece cosa más fácil. Pero en aquel otro tiempo, las reglas solían ser irrebasables. Sin embargo, Graciela, una vez lanzada al mundo y sus sinsabores, decidió no prescindir del disfrute o del dolor, pero sí abrirle los ojos a las mujeres que habían aceptado la sumisión como camino único. Y vaya enseñanza. Ella quiso extender los horizontes, que parecían perfectamente definidos por su época.

Mucho tiempo ha corrido; mujeres, así, abrieron las puertas a otra forma de ver el mundo. Pero, en su caso, sin odio, ni resentimiento, con la alegría que la acompañó siempre. Buscó la armonía del trato entre los sexos que, en su opinión, no debían ser antagónicos sino complementarios. Parece sencillo, pero bien sabemos que no lo es.

Su manera de gozar la llevó a extender posibilidades, no sólo en el trato hombre/mujer, sino en otros aspectos de la vida. De una vida plena a partir del intelecto, pero, también, a partir de la sensualidad que nos conduce por las diversas posibilidades del goce. Y ella las disfrutó.

Escucharla hablar de sus amores, de sus hijos, de sus nietos, de sus amigos abría el registro de alternativas de vida. Es decir, éstas se nos ofrecen a todos, es sólo que ella encontró la manera para conciliar las facetas. Nada desdeñó. Y escucharla hablar, tenía la virtud de entusiasmar a quien tuviera cerca. Su interlocutor acababa replantéandose sus propios asuntos, para encontrar las dulzuras que Graciela Hierro supo extraer a todo.

El amor, la entrega a su proyecto, la amistad entrañable fueron pilares en su vida. Y al ver cómo las flores de su último jardín fueron creciendo sin medida, me lleva a agradecer su presencia luminosa que alumbró los caminos arduos de una mujer cabal.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email