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México D.F. Jueves 23 de octubre de 2003

Soledad Loaeza

La oportunidad del voto latino

En la breve conversación que sostuvieron el presidente Vicente Fox y George Bush en Bangkok reapareció por fin el tema migratorio y el presidente de Estados Unidos mostró cierta disposición a discutir posibles soluciones, aunque no se comprometió a nada en firme.

Condoleezza Rice, la poderosa responsable del Consejo Nacional de Seguridad, en cierta forma minimizó la importancia de lo que podrían tratar ambos personajes al respecto en la reunión del próximo 12 de noviembre; sin embargo, la atmósfera creciente de campaña electoral en Estados Unidos presenta al gobierno mexicano una oportunidad de oro para subrayar la importancia del tema en la agenda del presidente Bush. Este, si se quiere relegir, necesita movilizar el apoyo de los votantes latinos; y aunque la regularización migratoria no es un tema que concierna a muchos de ellos, es un indicador de las actitudes de los partidos en relación con una minoría que en la actualidad está integrada por cerca de 30 millones de estadunidenses.

La promesa de un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos en la plataforma de campaña de los republicanos -y de los demócratas- puede atraer votantes, y sería en cierta forma un gran éxito diplomático para el gobierno de Vicente Fox.

La inclusión del tema en las plataformas electorales es en sí misma un asunto controvertido, porque se trata de un asunto muy divisivo de la opinión en Estados Unidos; por esa misma razón en el pasado, los candidatos que querían mantenerse en el centro del espectro político tendían a evadir la discusión de la amnistía, las fronteras abiertas o la deportación de los inmigrantes indocumentados. No obstante, los vientos políticos de hoy traen señales de una creciente polarización de las fuerzas políticas: los republicanos adoptan posiciones cada vez más conservadoras en los asuntos más diversos, y algunos demócratas, en cambio, han optado por una estrategia defensiva que consiste en asumir posturas más audaces y liberales.

El mejor ejemplo de este tono es Howard Dean, el ex gobernador de Vermont y aspirante a la candidatura demócrata a la presidencia, cuyas críticas al gobierno de Bush tienen como punto de partida el rechazo a la guerra en Irak, que expresó desde antes de que se iniciara la invasión. Este fenómeno de polarización política es una de las consecuencias del ascenso al poder de la corriente más conservadora de los republicanos, que encarna George W. Bush, y el corrimiento a la derecha del gobierno de Washington. Este fenómeno sugiere que las posiciones más extremas habrán de escucharse en los próximos meses.

En caso de que se religiera el presidente Bush, las predicciones respecto al futuro de los indocumentados tendrían que ser más bien pesimistas. No obstante, el asunto plantea un dilema de difícil solución. George Bush se ha esforzado por acercarse a la comunidad latina, pero la mayoría del electorado republicano es más bien hostil a un acuerdo migratorio generoso, consistente, por ejemplo, en una amnistía amplia. Al mismo tiempo, Bush necesita del voto latino que demócratas como el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson -él mismo hijo de madre mexicana-, le disputan con inteligencia y habilidad, conscientes de que este electorado latino puede ser decisivo en la próxima elección.

Las actitudes de rechazo a los indocumentados latinos parecen de más en más insostenibles. En primer lugar, la sociedad estadunidense es crecientemente bicultural. En los últimos diez años la población de habla hispana se incrementó en 62 por ciento. En California 40 ciento de los residentes habla sólo español en su casa; este porcentaje es de 37 ciento en Nuevo México y de 31 ciento en Texas.

En segundo lugar, muchos son los indocumentados que han vivido en la ilegalidad durante años; a su manera se han integrado en la sociedad estadunidense, así que expulsarlos equivale a arrancarlos de un medio familiar o, más en general, de un entorno de relaciones sociales equivalente al que habrían desarrollado más naturalmente en su lugar de nacimiento. Este problema ha surgido en el lugar y la forma más inesperados: entre las tropas estadunidenses en Irak.

De casi 150 mil soldados comprometidos en esa misión, más de 36 mil son latinos. En días recientes la prensa informó del caso de uno que se enlistó con una green card falsa, y se supone que muchos otros están en la misma situación. Según la ley, a su regreso a Estados Unidos este indocumentado deberá ser deportado. Sin embargo, si expuso la vida por el país en el que vive, si luchó con lealtad para defender los valores que inspiran la guerra contra el terrorismo del presidente Bush, si se portó como un patriota de ese país, Ƒno puede aspirar a ser tratado como un ciudadano estadunidense? Y así como él, sus padres, que han vivido y trabajado en Estados Unidos durante más de 15 años y que tienen dos hijos nacidos allá, es decir, estadunidenses.

La campaña presidencial en curso es una oportunidad para que esta familia regularice por fin su situación migratoria porque su circunstancia particular reúne dos elementos importantes para Bush: el patriotismo y la guerra contra el terrorismo, y su actitud frente a los latinos. Para el gobierno mexicano la contienda electoral en Estados Unidos también es una oportunidad; el chiste es que sepa aprovecharla.

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