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México D.F. Jueves 23 de octubre de 2003

Carlos Montemayor

Privatizaciones y deuda

El 3 de septiembre de 1969 el entonces embajador de Estados Unidos en México, Robert McBride, se reunió en su residencia con varios colaboradores, empresarios y asesores a fin de analizar en privado el informe que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz había rendido ante el Congreso de la Unión el primero de septiembre de ese mismo año. En la oficina de Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación, se recibió un reporte pormenorizado de esa reunión redactado en inglés y condensado en ocho puntos; actualmente el documento se encuentra en el Archivo General de la Nación. Jacinto R. Munguía comentó algunos pasajes centrales de este reporte en la edición de la revista Proceso del 17 de agosto. Una parte del reporte me parece muy sugerente y actual.

Por esos días de la convocatoria del embajador McBride se acababa de incorporar a la embajada de Estados Unidos en México el consejero de asuntos económicos, George Faves. Si bien todos en la reunión de McBride comentaron con burla el informe presidencial, George Faves impugnó muy puntualmente una afirmación retórica y "deshonesta" de Díaz Ordaz: la posibilidad de que el gobierno mexicano pudiera en algún momento saldar su deuda externa. Faves advirtió lo siguiente: "Para que esto fuera posible, el gobierno mexicano debería de incluir como parte de la negociación de la deuda a las entidades propiedad del Estado, como Petróleos Mexicanos, Ferrocarriles Nacionales, las líneas aéreas y la Comisión Federal de Electricidad, entre otras, para complementar honestamente el adeudo''.

En ese momento, Faves insistía que sólo si el país entregaba las paraestatales podría hablarse de un adeudo real de más de 2 mil millones de dólares. Treinta y cuatro años después, cuando los recientes gobiernos de México han entregado ya Ferrocarriles Nacionales, privatizado y rescatado líneas aéreas, cedido a empresas trasnacionales gran parte de la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos, y cuando se ha extranjerizado casi la totalidad del sistema bancario, la deuda externa de México es de 155 mil millones de dólares.

En días recientes, Roberto González Amador ha dado a conocer en las páginas de La Jornada que durante la última década México ha pagado el monto de su deuda externa al menos dos veces, sin que su saldo disminuya. Explicó que entre 1992 y 2002 México envió al exterior recursos por 135 mil millones de dólares para cubrir exclusivamente el pago de intereses de la deuda externa, que hace 10 años, según datos del Banco de México y de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, era de 117 mil 600 millones de dólares. Es decir, sólo por intereses se pagó ya una cantidad mayor a la deuda. Pero además de cubrir los intereses, durante la misma década se efectuaron amortizaciones de la deuda o pagos a capital por 152 mil millones de dólares. En otras palabras, entre pagos de intereses y de capital, México erogó por compromisos de la deuda externa 288 mil millones de dólares, más de dos veces la totalidad de la deuda que hace 10 años era, repito, de 117 mil 600 millones.

Esta suma de 288 mil millones de dólares es significativa. Equivale casi al doble del total del gasto público que ejerce el gobierno mexicano en un año. También equivale, de manera aberrante, a 45 por ciento del valor del producto interno bruto (PIB).

El lector debe recordar que al término de la Segunda Guerra Mundial el monto de las reparaciones que debía pagar Alemania a los aliados ascendía a 5 por ciento del PIB. El adeudo fue cancelado por los países acreedores, ya que lo consideraron excesivo al ocasionar la descapitalización de la economía alemana. Pero en el caso de México, el peso del servicio de la deuda llegó a representar 15.2 por ciento del PIB tan sólo en 1982 y en 1990 el de 9 por ciento. El crecimiento de la deuda en los últimos cuatro años ha sido brutal. En diciembre del año 2000 llegó a 36.81 por ciento del PIB; en 2001 ascendió a 37.19 por ciento; en diciembre de 2002 alcanzó 40.21 por ciento, y en el pasado mes de junio rebasaba ya 43 por ciento. Es muy posible que al finalizar este año el porcentaje rebase 45 por ciento. ƑPor qué México y otros países latinoamericanos han recibido un tratamiento más cruel que el de Alemania como enemigo de guerra? ƑQué falta cometimos y en qué guerra?

Otro ejemplo: el Plan Marshall para reconstrucción de Europa después de la guerra sumó 18 mil millones de dólares para aplicarse en tres años. Un poco más de ese monto pagó México por servicio de la deuda sólo en 1985, y entre 1982 y 1989 desembolsamos 111 mil millones de dólares en pagos de capital e intereses de la deuda externa pública y privada. ƑEsta violencia financiera intenta frenar un peligro mundial? ƑEs resultado de una capitulación?

Estados Unidos apoyó a Alemania porque durante muchos años fue considerada como la frontera con los países del este, como el muro de contención de la órbita soviética. Desde hace muchas décadas miles de millones de dólares fluyen anualmente de las arcas de Estados Unidos al Estado de Israel para convertirlo en una potencia militar, nuclear y económica que sea determinante en la modificación del mapa político y económico del Medio Oriente. Nuestros países no tienen fronteras promisorias ni de riesgo. No requerimos, por tanto, de ayuda; debemos pagar hasta nuestro empobrecimiento absoluto y después de liquidar varias veces la deuda aceptar dócilmente que ahora debemos aún más: 153 mil millones de dólares para el día de hoy.

En gran medida, este aumento peligroso de la deuda ha sido resultado también de un error que la administración Fox está empeñada en seguir cometiendo: creer que la empresa privada es sinónimo de honestidad y eficiencia. Los rescates bancarios, carreteros, aéreos y azucareros representan una sangría peligrosa para el país, y una demostración incontrastable de la corrupción e ineficiencia de numerosos empresarios y consorcios a quienes no les interesa asegurar un servicio público sino aumentar utilidades. Estos rescates llegaron a representar 16.17 por ciento del PIB en el año 2000; en 2001, 16.54; en 2002, 17.43 por ciento, y en junio de este año 19.12 por ciento.

Nos encontramos, pues, en una situación de peligro social, de emergencia social. Necesitamos considerarlo así. Pero la administración del presidente Fox no ha pensado en una renegociación de la deuda a todas luces injusta para el país; tampoco ha procurado una reducción legal de la deuda del rescate bancario: por el contrario, buscó la protección de la Suprema Corte de Justicia para que no se le obligara a reducir la deuda.

En este contexto, afirmar que es necesaria la privatización del sector energético para aumentar el gasto social es una tremenda mentira. Es un error disponerse a privatizar los cuantiosos ingresos del sector energético y al mismo tiempo subsidiar a los consorcios que lo están privatizando; es absurdo defender una creciente deuda en contra del desarrollo social del país. Las argumentaciones de la actual administración de Vicente Fox en la reforma fiscal y en la apertura del sector energético en este momento son peligrosas, sobre todo porque son un grave acercamiento al cinismo.

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