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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Domingo 21 de septiembre de 2003

El espectáculo se presentó en función de gala el viernes pasado en Jalapa

Jarocho, pieza multidancística con pretensiones de rango mundial

La idea coreográfica es del ex director asistente de Riverdance, Richard O'Neil, y la música de Luis Leñero Elu En la obra confluyen ritmos veracruzanos, celtas, flamencos y afroamericanos

JUAN JOSE OLIVARES ENVIADO

Jalapa, Ver., 20 de septiembre. Jarocho es el nombre con el que se conoce a los habitantes de la cuenca del río Papaloapan. Jarocho también es el adjetivo con el que se califica ese espíritu bullanguero y festivo de los oriundos de Veracruz, tierra donde olmecas, huastecos y totonacos construyeron nichos para acurrucar a europeos y afrocaribeños y forjar así una de las tierras más ricas de cultura mestiza. Jarocho fue, es y será movimiento y ritmo, hecho que quedó registrado el pasado viernes en la Sala Grande del Estado de la ciudad de Jalapa luego de la premier mundial del espectáculo multidancístico y musical Jarocho: un nuevo concepto de fiesta escénica en el que se fusionan bailes tradicionales jarochos, celtas, flamencos y afroamericanos, con música en vivo; espectáculo que, a decir de los productores, "tiene previsto presentarse en los más importantes foros internacionales".

Este espectáculo nació por iniciativa del gobierno del estado para "mostrar Veracruz al mundo". El gobernador Miguel Alemán Velasco asistió a la llamada función de gala, que tuvo un costo desde 400 hasta mil pesos y cuya recaudación será para la Fundación Universidad Veracruzana.

Jarocho está fuera de género en la danza. Es un extraño híbrido conceptual de bailes y música, cuyo punto de gestación proviene del ex director asistente de la compañía irlandesa Riverdance, Richard O'Neal, quien agrupó a selectos coreógrafos para cada una de las propuestas del espectáculo, como Ernesto Luna Ramírez, quien desde 1978 forma parte del Ballet Folclórico de la Universidad Veracruzana; María Juncal, originaria de Las Palmas, quien fue alumna de maestros de flamenco como Cristóbal Reyes, Guito o Merche Esmeralda; Cecilia Lugo, coreógrafa contemporánea fundadora de la compañía Contempodanza; Susana Arenas Pedroso, habanera integrante de Raíces Profundas, una de las más prestigiadas compañías de danza tradicional de Cuba, y fundadora de la compañía Omo Aché; y Eugenia Castellanos, coreógrafa neoclásica ex integrante de dos de los grupos más importantes en México: la Compañía Nacional de Danza y el Taller Coreográfico de la UNAM.

Fandango multidancístico

Así es, pues, que los acordes y piezas dancísticas de Jarocho (que cuenta con música original y arreglos del maestro Luis Leñero Elu, quien recién fue galardonado en el New York Independent Film Festival por su música original de la cinta Sofía) iluminaron el principal teatro estatal de esta cultural ciudad con la colorida imaginación veracruzana y la pretensión de un show de rango mundial.

Fue a las 8 y media de la noche cuando el telón, una gran pañoleta roja típica de Veracruz, se levantó para iniciar las coplas y décimas que antecedieron a la pieza Zapateado, coreografía típica irlandesa de perfecta coordinación; tajante golpeteo de pies contra el entarimado que descubrió la relación multicultural de diferentes latitudes, entre esas miradas perdidas en el horizonte y los torsos rígidos de los ejecutantes. "El son y la danza son la esperanza", gritó antes la decimista.

Vino después El colás, pieza de dominio público con el arreglo de Leñero y su ensamble de 9 músicos, entre percusiones, teclados, baterías y cuerdas. Reinterpretaciones de ritmos tradicionales y modernos: una nueva visión del Veracruz actual.

Las imágenes de la región del Sotavento se incrustaron en la visión y recepción auditiva y sensorial de los asistentes al foro con la pieza La bruja. Lo moderno traslució en lo antiguo y tradicional. Y en la música, las quijadas de burro, las jaranas y arpas hicieron coito con los instrumentos eléctricos para la germinación de un ficticio fandango.

Los destellantes vestuarios blancos de los bailarines cegaron, y sus zapateos fueron demoledoras descargas sonoras. El ensamble y sus piezas como la de Jarjazz dieron pauta a la salida de otro número, Raíces, la parte de la negritud jarocha, la de la catarsis y la liberación. En Ritmo, otro de los temas, la pugna de pies y manos, pelea entre el golpeteo de cinco pares de piernas contra igual número de manos sonando cajones peruanos, djembés y congas. Suspiro, con introducciones de chelo y violín, fue un ídem para la relajación y la llegada de Fandango, fiesta con la que se tradujo el reventón jarochista.

Tras un intermedio de 15 minutos, los músicos (colocados a media altura del proscenio en un sentido de levitación) hicieron su salsa de Guacamole, fragmentos de piezas tradicionales de dominio público en tonalidades jazzeadas y a ritmo de rock. Posteriormente vino la presentación de la vida en el Salón Veracruz, en la que parejas vestidas de satín rojo y negro regresaron 50 años atrás con ese baile que "es el rey": el danzón, bailado en un mínimo de terreno, casi en un tabique. Ese mismo escenario fue ilustrado como tablado gitano por un cante y bailes jondos, y la pasión de un flamenco -cuyo arreglo es de Jesús Pimentel y Roberto Lorente-, interpretado por la bailarina María Juncal, quien hizo gala de sangre, sudor y lágrimas.

Las piezas fueron imágenes yuxtapuestas de diversas latitudes. Regresaron al Papaloapan con El torito y sus paliacates al aire al lazarlo. Y de nuevo a lo afro con una Noche cubana y el viaje fugaz a otras tierras, que son las mismas del mestizaje. Se escuchó La malagueña, con la voz de una de las dos cantantes del espectáculo (ambas, Lizarely Servín Santos y Leonora Espinosa Suárez, con voz de ángeles), para dar paso al festejo Jarocho, otro arreglo de baile tradicional. La sirena fue otra pieza del grupo musical en lo que los vestuarios eran cambiados para el cerrojazo con la más interpretada de las melodías mexicanas: La bamba, que fue el orgasmo celestial para toda la jarochada presente en el foro. Levantados y con el aplauso a raudales, los asistentes agradecieron escuchar y ver a una naciente Jarocho Producciones, que seguro hará voltear la vista a los ortodoxos de la danza en México.

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