México D.F. Martes 9 de septiembre de 2003
Reúne en libro sus columnas publicadas
en 20 años
Francisco Hinojosa exorciza la realidad mediante el
humor
La nota negra fue editada por el sello Tusquets
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Escribir con humor no significa dar menos importancia
a los asuntos serios, sólo ayuda a verlos de forma diferente. ''Es
mi manera de ver la realidad y exorcizarla", resume el escritor Francisco
Hinojosa, quien reunió en La nota negra (Tusquets) una selección
de las columnas que aparecieron bajo ese mismo nombre en distintos medios
impresos a lo largo de 20 años.
Los
temas de los que habla ''pueden ser muy serios de pronto y la única
manera que tengo de atacar, de sacar el enojo que me provocan, es mediante
la columna y así me exorcizo. Esa es la clave para mí, pero
también puede funcionar para un lector. Eso es lo que sucede con
las caricaturas de los periódicos. Uno prefiere reírse primero
y después leer todo lo demás".
El humor es lo que unifica no sólo La nota negra,
sino todo su trabajo como autor de poesías, cuentos para niños
o para adultos, crónicas, géneros en los que transita sin
problemas. No es que sea tan versátil, explica en entrevista, ''creo
que aunque son géneros tan distintos, en mi caso están muy
ligados y mezclados, quizá por el humor, la exageración y
por partir de una realidad que por principio es muy digna de ser ficción".
Hace muchos años, Hinojosa dejó la poesía
''porque comenzó a hacerse más narrativa, empecé a
escribir cuentos y me gustó mucho. Encontré el lugar donde
estaba mejor y en el que me divertía mucho más, pero me siento
cómodo en cualquier género. El que me costó más
trabajo fue la crónica. En el cuento no tengo presiones, pero en
la columna hay una fecha de entrega y eso me permitió tener un poco
más de disciplina. A un cuento le puedo dedicar años, pero
a una columna no", expresa el autor de Cuentos héticos y
las crónicas Un taxi en L.A. y Mexican Chicago.
Menos espontaneidad y más rigor
En las columnas recopiladas en La nota negra ''traté
de fijarme en pequeños detalles, de rescatar cosas cotidianas y
darles una visión mucho más grande, por ejemplo convertir
en asunto de Estado unos topes mal puestos en la calle".
Los temas no se acaban; ''sigo encontrando cosas que me
interesan para escribir. El día que deje de interesarme por alguna
historia de las que cuento, entonces se acaba. Me ha pasado por etapas
en las que ninguna de las historias que tengo en la cabeza me interesan,
me parecen superficiales, pero de pronto encuentro nuevas historias".
Ser escritor fue una decisión que le tomó
varios años: ''Escribía, llegué a publicar varios
cuentos pero no me asumía como escritor, me veía como un
prospecto de escritor. El día que me convencí de que era
escritor fue cuando encontré lectores reales de mis cuentos y no
sólo mis amigos, que siempre son amigos y no son los mejores lectores".
El cambio más radical en su oficio de escritor
es que al principio era más espontáneo. ''He perdido espontaneidad
por un exceso de rigor. Soy más riguroso con todo lo que escribo,
por eso me tardo tanto. Soy muy obsesivo. Corrijo, corrijo y corrijo. Por
eso he perdido espontaneidad, aunque la recupero a veces con el periodismo."
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