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México D.F. Martes 9 de septiembre de 2003

Juan Arturo Brennan

Una batuta ganadora

Después de una semana de intensa y agotadora actividad musical, el domingo por la noche concluyó, en la Sala Nezahualcóyotl, el Primer Premio Internacional Eduardo Mata de Dirección de Orquesta. Para su etapa eliminatoria, el jurado presidido por Gustav Meier seleccionó a 12 de los más de cien solicitantes de todo el mundo que se inscribieron. Durante los tres primeros días del concurso, esos 12 directores se plantaron frente a la Filarmónica de la UNAM para demostrar sus capacidades con el Sensemayá de Silvestre Revueltas (sin duda lo más interesante de esta primera fase), la Quinta de Schubert, la Quinta de Beethoven y la Sinfonía número 88 de Haydn.

Este primer filtro musical dio el paso a la etapa semifinal a sendos concursantes de Corea del Sur, Alemania, Taiwán, Rusia, México y Polonia. En esta segunda etapa del certamen, el material a tratar estuvo basado en sendos conciertos para piano de Mozart, Beethoven y Liszt, en los que Daniel Blumenthal, uno de los miembros del jurado, realizó las labores de solista. Dato interesante: los seis concursantes eliminados asistieron disciplinadamente a ver y oír el trabajo de sus seis colegas. En esta fase, el jurado se concentró en pedir a los concursantes las obras de Beethoven y Liszt; sólo al ruso Viktor Kulikov y el alemán Alexander Mayer les fue requerido el concierto de Mozart. El competidor ruso hizo un buen Beethoven y tuvo evidentes problemas con Mozart y Liszt, mientras que el alemán fue el único que redujo el tamaño de la cuerda para Mozart y Beethoven, obras que dirigió con fortaleza y precisión.

Del trabajo de los demás semifinalistas, destacó la buena técnica (aunque un tanto escasa de matices) de la taiwanesa Carolyn Kuan, el gesto amplio y la comunicativa musicalidad de la coreana Sun Young Lee, la convicción del mexicano Pablo Varela ante su materia musical, el aplomo y la certeza del polaco Tomasz Golka. Una vez terminados los conciertos para piano y orquesta, la deliberación del jurado dio como resultado la breve lista de los tres finalistas: Golka, Kulikov y Mayer.

Si en las primeras etapas de la prueba se trataba básicamente de dirigir las obras, las dos primeras sesiones de la etapa final consistieron en el ensayo libre de las partituras elegidas. Además de Ficciones, de Mario Lavista, obra obligatoria para los tres, el sorteo trajo a dos de los tres finalistas un poco de justicia poética: la Cuarta de Chaikovski para el ruso, la Séptima de Beethoven para el alemán, la Primera de Brahms para el polaco.

Durante la actuación del concursante ruso, quedó claro que se trata de un joven director con profunda y poética musicalidad, pero que la ejerce de manera muy interiorizada, con poca proyección hacia la orquesta. En este sentido, Viktor Kulikov tiene además el hándicap de la incomunicación, ya que no maneja ningún idioma además del propio. En comparación con su ensayo, el de Alexander Mayer estuvo caracterizado por una mayor energía y precisión, así como por un buen rapport con la orquesta. Tomó el tempo de Ficciones un poco más rápido y dio perfiles más claros y menos contemplativos que el director ruso, y detalló más la preparación de la partitura de Lavista. Su Beethoven resultó al mismo tiempo matizado, poderoso y atlético.

Mayer demostró además buenas habilidades de comunicación, así como un saludable sentido del humor. El último competidor en esta fase de la final fue el polaco Tomasz Golka, director sobrio y seguro, muy concentrado en sus materiales musicales. A diferencia de sus colegas, Golka empezó tocando Ficciones de principio a fin, y luego repasó la partitura para hacer las correcciones necesarias. Su Brahms fue trabajado de manera más tradicional, y logró momentos de atractiva calidez y empaque orquestal.

En el concierto final, los participantes confirmaron las características que habían demostrado en los dos ensayos previos; podría decirse que Mayer fue extrovertido, Golka intenso y Kulikov lírico. La interpretación de Ficciones a cargo de Golka fue la más compacta y bien diseñada, y dirigió su Brahms de memoria, mientras que Mayer demostró un evidente placer en su ejecución de Beethoven, aunque no es seguro que esta cualidad influya en la decisión del jurado de un concurso de este tipo. A su vez, Kulikov logró momentos muy apasionados y expresivos en su Chaikovski, así como buenas atmósferas poéticas en Ficciones.

Después de una breve deliberación, el jurado nombró ganador del Premio Eduardo Mata al polaco Tomasz Golka, quien desde las etapas previas del concurso demostró, junto con Alexander Mayer, ser el director más completo entre un grupo de participantes de muy buen nivel en general.

Una vez concluida la etapa final de este fascinante certamen, aún podrían rescatarse algunos aciertos de las etapas previas, como la vocación del suizo Alexandre Clerc para dirigir todo el repertorio de memoria, y la aguda capacidad del italiano Gian Luigi Zampieri para desmenuzar a detalle cada partitura. No está de más mencionar que después de la final se mencionó con insistencia lo cerca que estuvo la coreana Sun Young Lee de pasar a esa fase; sin duda, y por muchas razones, esto habría impartido un interés muy especial a la última etapa del concurso.

Además de los resultados estrictamente musicales de este atractivo premio internacional de dirección orquestal, habría que destacar la buena organización, a cargo de Instrumenta, así como el ambiente cordial que se generó entre todos los participantes gracias a que, a diferencia de otros concursos en los que suelen ser sometidos a rigurosa cuarentena, aquí pudieron convivir de cerca e intercambiar experiencias. Muy loable, asimismo, la buena actitud de la Filarmónica de la UNAM, que abordó con seriedad las 11 obras requeridas para la ocasión y fue un instrumento bien dispuesto y flexible ante las batutas de los jóvenes concursantes, lo que fue puntualmente reconocido por el público.

Será muy interesante, sin duda, seguir los pasos de Tomasz Golka en la gira que como parte del premio habrá de realizar ante siete orquestas mexicanas y una venezolana.

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