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E C O N O M I A
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México D.F. Martes 9 de septiembre de 2003

Molly Ivins*

Feliz Día del Desempleado y el Incapacitado

A024a1ecoustin. El pasado primero de septiembre fue un doloroso Día del Trabajo**, en el que las cifras son malas, las políticas son peores y los empleos desaparecen, y lo que me irrita no es tanto la economía, sino la falta de respeto y el desprecio gratuito con que este gobierno trata a los trabajadores. Como dice el refrán, agrega escarnio a la ofensa.

Si tuvimos antes un gobierno tan cegado por intereses de clase, no lo recuerdo. Lo que estas gentes saben de la clase trabajadora cabría en el ojo de un mosquito. En el verano de 2000, cuando Ted Kennedy y el hoy finado Paul Wellstone se empeñaban en lograr una extensión de emergencia en el seguro del desempleo -procedimiento que en gobiernos anteriores era casi de rutina-, el líder de la mayoría Tom DeLay acusó a los demócratas de propugnar un "seguro de desempleo ilimitado para que la gente pueda pasarse sin trabajar el resto de su vida". De hecho, un millón de trabajadores desempleados habían agotado sus beneficios antes de que la Cámara de Representantes por fin actuara en enero de 2003, y se quedaron en la calle sin nada más que la tardía y pichicata iniciativa de Bush.

La idea de que los trabajadores querían vivir a cuerpo de rey con la compensación de desempleo y "pasarse sin trabajar el resto de su vida" es tan descaradamente falsa que sería cómica, si alguien pudiera reírse. Cualquiera que haya pasado por el infierno del desempleo, con su ronda interminable de citas, solicitudes, esperas, entrevistas, tomar el autobús para ir a la sesiones de entrenamiento y después irse a pie porque ya no queda ni para el autobús, sabe cuán insultante es tamaña estupidez.

En febrero de 2003 tuvo lugar una de las más extraordinarias sesiones jamás llevadas a cabo entre los representantes del trabajo y un secretario del ramo. La secretaria Elaine Chao, cuyo mérito principal para el cargo parece haber sido ser esposa del senador derechista Mitch McConnell, se reunió con el comité ejecutivo de la AFL-CIO. "Los participantes dijeron que Chao escandalizó al grupo al oponerse a cualquier incremento al salario mínimo, sin mostrar ninguna compasión hacia jubilados de la industria del acero que habían perdido su pensión, y recitando una serie de acciones legales que su departamento había emprendido contra los sindicatos y sus líderes", relató The Washington Post. "Fue una sesión en verdad increíble", comentó John J. Sweeney, presidente de la principal central obrera del país. "A ratos se enfurecía, a ratos insultaba. Le dije que en todos los años que llevo en esto jamás había conocido a un secretario tan opuesto a los trabajadores."

"Hubo gran asombro y consternación en la sala", refirió Leo Gerard, presidente de los acereros. "Se nos hizo sentir que éramos el enemigo."

Por fortuna, la actuación condescendiente, ofensiva y hostil de Chao unificó a los sindicatos, inclusive a los del ramo de la construcción y a los transportistas, en contra del gobierno de Bush. Nada como un poco de solidaridad a la antigüita.

Otro episodio insultante fue cuando Bush designó a Eugene Scalia, hijo del derechista juez de la Suprema Corte, abogado general del Departamento del Trabajo, en apariencia como broma cruel. La especialidad de Scalia en sus tiempos de cabildero era luchar contra las reglamentaciones ergonómicas. Durante años atacó y ridiculizó la idea misma de las lesiones ocasionadas por el estrés de las tareas repetitivas, llamándolas "ciencia chatarra", "concepto exótico y absurdo, como un paseo por los Piratas del Caribe de Disneylandia". "šTrabajen menos y se sentirán mejor!" "šVaya, también yo he sentido lo mismo!" Ha escrito que cargar bultos pesados no causa dolor de espalda y que los incrementos de esas lesiones por estrés de repetición son causadas por "manías de alimentación". Intente el lector hacer la misma tarea cientos y cientos de veces por hora, hora tras hora, día tras día, semana tras semana. Ni Scalia ni el presidente Bush han tenido jamás un trabajo que requiriera esfuerzo físico.

Una de las primeras acciones de este gobierno fue derogar las reglamentaciones ergonómicas que prevenían el estrés de repetición. Dos años después, el gobierno resolvió todo el problema con característica brillantez: šrevocó la norma que obligaba a los patrones a reportar esas lesiones! Fue una medida casi tan sagaz como cuando el gobierno resolvió el problema del calentamiento global por el sencillo expediente de tacharlo de un informe sobre el medio ambiente. Apenas el otro día, Bush dijo que había sido electo para "resolver problemas", y caray, que si no lo ha hecho. Más aún, está resolviendo todo el problema de las lesiones y muertes laborales tratando de debilitar a la Administración de Salud y Seguridad en el Trabajo (OSHA, por sus siglas en inglés). Una nueva iniciativa presentada en la Cámara de Representantes pretende reducir las sanciones y debilitar las facultades que tiene la OSHA para obligar a los patrones a corregir normas de seguridad y salud. Unos 6 millones de trabajadores sufren lesiones laborales cada año en Estados Unidos, y son más los que mueren al año en accidentes de trabajo que las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ja, ja, qué gracioso, simplemente hagamos que las compañías de seguros dejen de divulgar esas cifras.

Yo sé, al igual que el lector, que muchas compañías hacen importantes esfuerzos en favor de la salud del trabajador: el primer secretario del Tesoro de Bush, Paul O'Neill, se sentía justamente orgulloso por el historial de Alcoa (él es al que despidieron, claro). Tal vez haya algunos pensionados por lesiones laborales que no tengan problemas para desatorar la lancha del remolque y botarla al lago para irse de pesca. Pero ocurre que no me parece gracioso encontrar miles de trabajadores muertos y millones de incapacitados por lesiones cada año. Nadie pone en duda que este gobierno seguirá jodiendo a los trabajadores del país... pero yo le agradecería que por lo menos se ahorrara el sarcasmo.

* Columnista en más de 300 periódicos y autora de tres best sellers sobre la política actual en Estados Unidos

**En Estados Unidos el Día del Trabajo se celebra el primer lunes de septiembre, en este caso, el día primero (N. del T.).

© 2003 Creators Sindícate, Inc.

Traducción: Jorge Anaya

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